C. Valenciana

En un lugar de La Mancha cuyo nombre Cervantes quiso recordar

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«En un lugar de La Mancha cuyo nombre no quiero recordar» … Así comienza la aventura de Don Quijote de la Mancha, contada por el célebre autor Miguel de Cervantes a principios del siglo XVII. Un buen número de personas, desde el momento de la publicación de la obra, intentaron sin descanso reivindicar el descubrimiento del lugar que Cervantes quería olvidar. Sin embargo, fueron los valencianos Álvaro Anguix y Francisco José Valera de La Mancha los que llegaron al final de la calle. La ciudad es Munera.

Durante su ensayo ‘Un lugar de la Mancha. La casa revelada de Don Quijote ‘comparte sus extensas investigaciones mediante las cuales prueban la presencia de esta ciudad en la historia. Fue Francisco quien inicialmente tuvo la inspiración de ver algo que no es visible para todos, o lo que él llama «el instinto de ver una voz camuflada en la polifonía de Don Quijote». Ahora, 20 años después, ambos han logrado completar la investigación que prueba la presencia de Munera a lo largo de la historia a través de jeroglíficos, expresiones metafóricas y lugares descritos en la historia.

Una de las principales razones es el nombre de la ciudad: Munera. Significa deuda, y los investigadores lo asocian con la deuda que Cervantes ha tenido durante toda su vida. El escritor fue capturado en la Batalla de Lepanto y para liberarlo tuvo que pagar una cierta cantidad, que debía de por vida y por la que no hay evidencia de que pudiera ser reembolsada. Según los investigadores, este hecho justificaría los intentos del autor por olvidar la ciudad. Además, hay una contradicción en la historia de que Don Quijote está libre de deudas como tal, pero sin embargo es como si tuviera algunas con él.

«Tuve el instinto de ver una voz disfrazada en la polifonía de Don Quijote», dice Francisco José. La investigación considera muy importante la presencia de jeroglíficos en la obra

Además, un factor clave que surge de una película se considera de crucial importancia en el ensayo: el jeroglífico que está presente en la obra original. El autor juega con las letras mayúsculas de la primera página, en la que ya da el nombre de la ciudad. Por si fuera poco, Cervantes advierte en uno de los poemas de la preparación de la obra contra el truco con versos cortados en los que, entre otras cosas, falta la sílaba ‘ra’. Un juego de palabras que utiliza el autor clásico para desafiarte a descubrir el nombre.

Tanto Francisco como Álvaro reconocen que hay muchas razones para creer que el estudio que realizaron es pionero y verdadero. Se ha tratado de forma multidisciplinar, mezclando categorías como geográficas o literales, entre otras, y analizando distintas ediciones de Don Quijote. Los autores incluso trabajaron con la primera edición de la Biblioteca Nacional. Una de las valiosas herramientas que utilizaron es el reconocido software libre valenciano del que Álvaro se enorgullecía al final del trabajo.


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