El Real Zaragoza se enfrentó al Cartagena en La Romareda en un partido sin pacto de agresión. Las manos manejaron más el balón y tuvieron chance de avanzar pero no pudieron y están a tres del descenso. Hay que ganar en Fuenlabrada para mantener esa distancia con la redención.
El Ayuntamiento de Zaragoza acogió con satisfacción este importante duelo por la durabilidad, que se muestra en rojo en el calendario. El equipo de Juan Ignacio Martínez saltó con Cristian, custodiado por una pareja de centros sin precedentes: Francés y Peybernes. Las bandas estaban protegidas por los clásicos Vigaray y Chavarría. El centro del campo fue para Francho, Zapater, Eguaras y Bermejo, con Narváez y Alegría a la cabeza. Por parte del murciano futbolistas como Datkovic, Azeez o De Blasis.
Habían pasado poco menos de cinco minutos cuando Cristian tuvo que brillar ante un remate de José Ángel Jurado. Hubo algo de emoción en el rebote que golpeó el corazón de la afición blanquilla, pero por suerte Bermejo tiró un zapato en el campo contrario. Por supuesto, Narváez estuvo a punto de llevar el 1-0 de cabeza desde el punto de penalti al centro de Zapater. A los 14, Alegría hizo casi lo mismo.
Fueron las manos las que dominaron el balón y crearon oportunidades, pero tenían que ser más claras para llevar la ventaja al marcador. Buenos centros de Vigaray, Zapater y Bermejo con disparos a la cabeza desde el frente y el medio. Pero el sorteo siguió dominando la electrónica. Otro centro en el corazón del capitán al borde del minuto 40 acercó las manos al futuro, pero no lo consiguió.
Segunda parte descafeinada
Cristian tuvo que volver a atajar un cabezazo de Carlos David y un minuto después Bermejo se quedó solo ante Marc Martínez. Narváez lo había dejado solo con un pase entre líneas, pero tras una mala definición el balón se fue muy alto. Los acercamientos del Real Zaragoza y la llegada de Azón y Sanabria podrían determinar el partido. Además, el árbitro Andújar concedió la segunda amarilla tras un duro duelo ante el Narváez.
Fueron 78 minutos cuando Eguaras disparó de frente, pero el cuero no encontró gol. Más allá de esta patada, ningún equipo creó peligro. Así terminó un encuentro en el que ambos tenían miedo de ganar y que les sirvió de poco para sus goles, pero que los mantuvo en la misma situación.
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