Ceuta y Melilla

«Que sea musulmán y gay no tiene que ver»

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Su orientación sexual y su religión han sido dos de los aspectos más comentados de la desaparición de Mohammad Ali Lamsseyeh Mohamed por la opinión pública. El joven ceutí tenía 17 años cuando desapareció hace ya un mes en su ciudad natal. El pasado 7 de febrero cumplió los 18 y en Ceuta todavía no se sabe nada sobre su paradero. Su madre, Asma, con apenas 37 años, se cansa de estar desmintiendo bulos constantemente mientras tiene que seguir cuidando de sus otros siete hijos y hacer frente a la desaparición de su hijo varón mayor.

Ella sola se ocupa de su crianza porque su marido está en la cárcel de Marruecos. Asma pasa los días como puede. En una especie de trance constante atiende a los medios locales siempre que se lo piden. No quiere que se olviden de Mohammad y ruega que lo sigan buscando. Ella dice estar mal, en un “infierno”. La falta de noticias e incertidumbre se convierten en una mezcla de rabia y desesperación que dan paso al dolor. Pide que no se malinterpreten sus palabras y que se tenga en cuenta su situación.
 
Mohammad Ali desapareció el pasado jueves 13 enero. Las alarmas saltaron cuando no fue a buscar a su madre al trabajo sobre las nueve de la noche, como acostumbraba, y luego no apareció por casa. Lo llamó, pero el móvil del adolescente dejó de dar señal pasada la una de la madrugada de aquel jueves. Mohammad llevaba deportivas y pantalón negro, sudadera negra y gris, un chaquetón reflectante de color gris cuando desapareció. Mide 1,95 metros y pesa en torno a 70 kilos, y es de complexión delgada. Fue visto por última vez en la calle Sevilla, en la barriada del Recinto, al sureste de la ciudad. 

Asma, madre de Mohammad.


Asma, madre de Mohammad.

Ana Chueca

EL ESPAÑOL

Según ha señalado su familia, en el momento de su desaparición no llevaba documentación alguna por lo que no pudo haber viajado a la Península, para lo que es necesario un control de pasajeros. La hipótesis que más fuerza cobró en la opinión pública ceutí es que el chaval se había escapado por voluntad propia porque sus padres no aceptaban su orientación sexual. Su familia de religión musulmana, como la mitad de los ciudadanos de Ceuta, no aceptaba que Mohammad pudiera ser gay ni su supuesta relación con un hombre mayor. Por eso, el joven estaría esperando a cumplir los 18 años para salir de donde estuviera escondido y con su mayoría de edad, enfrentarse a su madre. El cumpleaños de Mohammad fue el pasado 7 de febrero y todavía sigue desaparecido. La investigación continúa en el mismo punto que hace un mes.

– ¿Si pudiera hablar con Mohammad qué le diría?

Ojalá te encuentre. Primero le daría un abrazo. Le preguntaría qué le ha pasado y mi hijo me contaría la verdad. Le diría que le quiero muchísimo, como siempre. Ninguno es mejor que otro, no hay diferencias entre mis hijos. 

Solo pido que me ayuden, que encuentren a mi hijo, donde sea, muerto o vivo. Solamente quiero que aparezca. Ha pasado ya un mes, un niño no puede perderse en Ceuta, es muy pequeño. Estoy rendida, cansada, me levanto porque tengo más niños, pero no puedo más. Que esto no es una broma, no es una denuncia falsa. 

– ¿Es distinto ahora que es mayor de edad?

Para mí no ha cambiado nada. Como mayor o menor, da igual, es mi hijo. Estoy esperando a que en cualquier momento toque la puerta y vuelva a casa. Estoy asomada en la ventana, y a veces veo a mi hijo pasando, otras veces tocando la puerta. O llama a su hermano y le dice ‘Ismael, abre la puerta’. 

– ¿Qué cree que le ha podido pasar?

No lo sé. Yo creo que Mohammad no me dejaría así sola y buscándolo como una loca. Mohammad no puede hacerme este daño. En casa le doy muchas vueltas a la cabeza: este niño dónde estará, no entiendo qué le ha pasado.
 
– ¿Por qué descarta una desaparición voluntaria?

No llevaba ropa ni el DNI. No puede ir a la calle sin documentación y sin nada. Aquel día -por el día de la desaparición-, mi hijo se fue bien de casa, me dio un beso en la cabeza y me dijo adiós. Yo me fui a trabajar sobre las tres de la tarde, se levantó y me dio un beso como siempre. No discutimos. Tampoco lo hizo con ninguno de sus hermanos. Además, cuando se le apaga el móvil, siempre viene a casa y lo carga porque mi hijo no puede estar sin él, estaba obsesionado. 

– ¿Cuándo empezó a preocuparse?

Por la noche cuando vi que no había vuelto a casa. No vino a buscarme al trabajo como solía, no paraba de llamarlo pero lo tenía apagado. Su hermana me dijo que podía ser que no tuviera el cargador. Le contesté que sí que tenía el cargador encima o lo podía cargar en una cafetería como ha hecho siempre. O en una casa, donde sea, porque el móvil lo cargaría sí o sí. Es imposible que estuviera sin móvil. 

Asma, madre de Mohammad en una entrevista con EL ESPAÑOL.


Asma, madre de Mohammad en una entrevista con EL ESPAÑOL.

Ana Chueca

EL ESPAÑOL

– ¿No dio señal en toda la noche?

Lo llamé antes de ir a casa y lo tenía apagado. Le pregunté a mi hija. Su hermana también le había llamado y nada. Me fui a casa para ver si el niño volvía y nada. Lo volví a llamar y seguía sin dar señal. Sobre las doce me daba que estaba encendido y después, a la una otra vez apagado. 

Enganchado al móvil

Asma no duda en la importancia de este aspecto por la obsesión que tenía su hijo con TikTok. “Se pegaba todo el día enganchado al móvil”, reconoce. Mohammad, según cuenta ella, es “un chico muy bueno, cariñoso y tranquilo”. No destaca por su inteligencia, “mi hijo no es un chico listo, si fuera un chico listo no pasaría esto”, dice Asma. Hace tres o cuatro meses el adolescente dejó la FP de Jardinería que estaba estudiando por decisión propia, decía que no quería estudiar más. Desde entonces se pasaba el día en casa o fuera con sus amigos, siempre con el móvil. Por eso cree que esa es la clave de todo el caso: “Con el móvil se puede encontrar a mi hijo cien por cien”. 

Mohammed vive con su madre y sus siete hermanos en una zona conocida como el Gallo, humilde y de gente trabajadora, no especialmente conflictiva. Aunque, según su familia, pasan la mayor parte del tiempo en casa de la abuela en Miramar Bajo, donde se ha criado. Una barriada de camino a la frontera del Tarajal, compuesta por viviendas de Protección Oficial que han ido pasando de padres a hijos y en la que por la proximidad a Marruecos conviven muchas familias musulmanas. 

El adolescente puede estar retenido contra su voluntad, puede que alguien tuviera algo en contra de él y tuvieron un encontronazo, puede que paseando por cualquier lugar tuviera un accidente y nadie le ha visto todavía, cabe cualquier hipótesis. En Ceuta, por sus características orográficas, puede estar en cualquier acantilado y pasar desapercibido. En la bahía sur, la que da al Mediterráneo, y en la norte, al Estrecho de Gibraltar, hay zonas accesibles solo por mar. Un tipo de búsqueda, que se sepa, todavía no se ha realizado.

Protección Civil tardó diez días en sumarse a la búsqueda y organizar a sus voluntarios para activar el dispositivo. Si Mohammed desapareció un jueves 13 de enero, la entidad puso en marcha su primera batida el sábado 22 de enero. En esa primera búsqueda, que en realidad era la segunda, los vecinos de Ceuta ya habían organizado una por su cuenta, participaron miembros de varias asociaciones de la ciudad, familiares y amigos, además de ciudadanos que se enteraron de la convocatoria por redes sociales y quisieron colaborar.

“Siempre seguimos directrices, sobre todo de la Policía Nacional. En este caso, nos ofrecimos para poder colaborar con la búsqueda y nos dijeron que ellos tenían una línea de investigación que ahora mismo no requería de esa búsqueda voluntaria”, explicó entonces el director general de Emergencias y Protección Civil, Víctor Ríos. “Por eso no hemos empezado a hacer ese procedimiento. Ya la Policía nos ha dicho que sí, que pidiéndole permiso a la familia, que podíamos empezar”. 

Entonces buscaron por toda la ciudad. Por toda la zona urbana del Centro y las afueras. Y por toda la zona accidentada de Ceuta, el monte Hacho en la península Almina y la zona montañosa de García Aldave que linda con la frontera de Marruecos. En esta última parte, en la barriada del Príncipe y las zonas de las escolleras del Puerto fue donde hizo hincapié Protección Civil. 

Asma, madre de Mohammad, en conversación con EL ESPAÑOL.


Asma, madre de Mohammad, en conversación con EL ESPAÑOL.

Ana Chueca

EL ESPAÑOL

La búsqueda se centró además en “casas abandonadas y zonas en las que cualquier persona se pueda refugiar, incluso asentamientos de inmigrantes que entraron en mayo, que se han retirado bastantes, pero sigue habiendo en la ciudad. Cualquier ubicación que una persona pueda estar durmiendo por muy pequeño sea el mínimo de habitabilidad que tenga, tenemos que revisarlo”. 

El 30 de enero, se volvió a realizar otra gran batida con un centenar de voluntarios para poder rastrear todas las pistas de García Aldave, una zona con muchos arbustos y caminos que la mayoría de gente desconoce. Ya no se han vuelto a organizar más batidas. Protección Civil asegura que continúa con el dispositivo activo y que el caso seguirá abierto hasta que aparezca Mohamed.
 
Desde que saltaron todas las alarmas y Asma denunció que a su hijo algo malo le había pasado, las hipótesis falsas sobre su paradero se han ido extendiendo por las redes sociales. Que si todo es fruto de la supuesta mala relación entre madre e hijo, que si Mohammad salía con un hombre más mayor que él, que si una pelea con malas influencias que lo metieron en problemas, que si se había escapado a la Península con una identidad falsa…
 
– ¿Cuál ha sido el peor bulo al que se ha tenido que enfrentar?

Cuando me dijeron que habían encontrado a mi hijo quemado y muerto. Ese fue el peor momento de toda mi vida. Estaba en el trabajo y me llegó un mensaje diciendo que habían encontrado a Mohammad muerto en la playa de la Potabilizadora y quemado. Ya está. Pensé que se caía el mundo encima. 

– Y, ¿cuando le dijeron que se había escapado con su novio?

Me sentí muy mal, si alguien sabe dónde está mi hijo, que está con un novio o una novia, que lo diga. Si mi hijo viera todo esto me llamaría por teléfono, me diría ‘Ma, ¿por qué has hecho todo esto?, yo estoy bien’.

– Si fuera así, ¿no cree que le daría miedo decírselo?

No. Si Mohammad tuviera novio o novia me diría ‘Ma, me voy a ir de casa’. Además, se iría con el dinero que le di y el DNI. Si no, ¿para qué iba a dejar el dinero guardado en la casa? Esa es la duda que tengo yo, dejo el dinero, pasaporte y DNI aquí…

– ¿Piensa que su desaparición pueda estar relacionada con el hecho de ser gay o musulmán?

Mi hijo no tenía nada que esconder. Que mi hijo sea gay o musulmán no tiene nada que ver con su desaparición. Siempre ha sido un chico de estar conmigo y jamás dejarme sola. Alguna vez me ha visto llorar porque mi marido está en la cárcel y me dice: ‘Ma, no llores más que mi padre va a pasar la condena y va a salir, que yo estoy contigo y no te voy a dejar’. Siempre me apoya.

– ¿Y sobre los comentarios que dicen que su hijo aparecerá ahora tras cumplir los 18?

Ojalá. Ojalá. Que Dios los escuche. Si la gente tiene esa información que digan dónde está. Saben todo sobre la vida de mi hijo, todo, pero no saben dónde está. Es imposible. 
 
(En este momento de la entrevista, su madre, fuera del encuadre de la cámara y sentada en uno de los largos sofás típicos de los salones musulmanes, responde por su hija. Y habla sobre los amigos del joven). 

– ¿A quien se refiere?

Son dos hermanos, un chico y una chica. Ellos saben donde están, pero dicen que no han visto a Mohammad. Estuvieron juntos el martes y el miércoles y ¿el jueves no estuvieron con él? Imposible. 

– ¿Ha hablado con ellos?

He hablado con todos sus conocidos y nadie sabe o ha visto algo. Estos dos hermanos dicen que ellos no saben nada de Mohammad. 

– ¿Y de dónde viene esa sospecha, entonces?

Ellos estaban con mi hijo todos los días. El jueves lo llamaron por teléfono y le dijeron: ‘Mohammad, sal, corre’. Y mi hijo se duchó y se fue corriendo, sobre las cinco de la tarde. Imposible que no estuvieran con él. Era de los únicos amigos que solía estar con Mohammad, él me decía: ‘Ma, es el único amigo que tengo yo es este niño’. El chaval es menor, tiene 14, y mi hijo tiene 17. Han dicho que mi hijo tiene más cabeza que ese niño, mentira. Mi hijo no es un chico listo, pero ese sí. Son conflictivos, se meten en muchos problemas. 

– ¿Si Mohamed solía salir con ellos no se metía en los mismos problemas?

No. Yo no sé de problemas que se haya metido mi hijo con ellos. De eso yo no sé nada. Yo solo sé que mi hijo se juntaba con ellos. 

– ¿Qué cree entonces?

Ha pasado un mes y eso lo dice todo. Son muchos días.


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