Lauren, la niña que evitó el cierre definitivo de un colegio en el Bierzo, León: “La ciudad está muy contenta”

Dice Andrés que cuando vivían en Fuenlabrada todo era estrés, ir con prisas a todos lados, perder mucho tiempo para ir a trabajar. "En Madrid sobrevivíamos; aquí, sin embargo, se vive de verdad, se disfruta", cuenta desde Corullón, un bello pueblo de montaña del Bierzo leonés de poco más de 800 habitantes adonde su familia se mudó hace poco más de dos meses.
"Cuando vinimos a visitarlo nos gustó mucho. La naturaleza, que tuviera ambulatorio con consulta todos los días, colegio, farmacia, y una ciudad grande como Ponferrada con todos los servicios a muy poca distancia", recuerda Andrés sobre cómo se fraguó una llegada que ha supuesto una revolución para el pueblo, ya que tanto él como su mujer, Lizeth, auxiliares de enfermería, han reforzado el servicio sanitario de la residencia de ancianos. Además, su hija, Lauren, de apenas cuatro años, ha obrado un pequeño milagro en medio del agujero negro de la despoblación.
De vivir en Fuenlabrada a vivir en Corullón: "En Madrid sobrevivíamos; aquí se vive de verdad"
Gracias a su llegada, el colegio del pueblo no tendrá que cerrar, ya que con ella se ha llegado a la ratio de cinco niños que exige tener la Junta de Castilla y León para que siguiera en marcha el centro educativo. "La gente está muy contenta", revela Andrés, que cree que con este cambio de vida, que llevaban barruntando desde hace tiempo, se les ha abierto un abanico de "oportunidades" muy grande.
Ayuda para 3.000 personas
Todo ha sido gracias a Arraigo, que durante su trayectoria ha acompañado a más de 3.000 personas para conseguir que echen raíces en el mundo rural, buscándoles trabajo y acompañándoles en todo el proceso de adaptación. "En nuestra base de datos tenemos más de 25.000 familias que quieren ir a vivir al pueblo y tener una mayor calidad de vida que permita la concilación", comenta Javier, portavoz de la empresa, que tiene técnicos en numerosos territorios rurales y proyectosva gran escala en algunas de las zonas más castigadas por la despoblación, como Cuenca, León, Burgos y Palencia.
De izquierda a derecha: María, la abuela, Lizeth, Lauren y Andrés, felices en Corullón, en Bierzo, León. / EL PERIÓDICO
"No tenemos una estrategia hecha desde Madrid. Nuestra gente en el terreno habla con los empresarios de la zona, con los alcaldes, viendo las necesidades que hay, los profesionales que hacen falta...", señala Javier, que insiste en que la familia tiene que tener un "interés de verdad" no solo en irse al pueblo, sino en quedarse a vivir allí, en enraizar. Para Arraigo es la "única solución" real a mitigar el efecto de la despoblación.
"Lauren está feliz, todos los días quiere ir al colegio. Al ser menos alumnos, la atención es más personalizada"
Uno de los grandes problemas que se encuentran en Arraigo es la falta de vivienda, ya que hay muchas propiedades en estado de semiabandono, otras que son de varios herederos, lo que dificulta su salida al mercado inmobiliario, y luego está el alto recelo que se tiene a alquilar en los pueblos. Algo parecido ocurrió en este caso, donde la casera al principio era un poco reacia a alquilar la casa de su familia porque tenía muchos recuerdos sentimentales.
"Hay gente que no se va al pueblo por miedo, pero es un cambio de vida enorme para bien"
"Ahora, está muy contenta, vive cerca nuestra", cuenta Andrés, que añade que su hija también es otra desde que está en Corullón. "Está feliz, todos los días quiere ir al colegio. Al ser menos alumnos, la atención es más personalizada", asegura sobre esta nueva llegada al pueblo que se dio de la mano del programa Repuebla León Sostenible que subvenciona la Diputación de León.
Ellos también han ganado en comodidad. "Tenemos el trabajo a una calle. Nos hemos librado de los atascos, del tiempo perdido buscando lugar para aparcar", dice visiblemente contento Andrés, cuya familia, a la que se ha unido su madre, María, también disfruta de comer fruta que se planta en el propio pueblo, más natural: "Uvas, manzanas, peras...".
"A veces nos regalan fruta, la gente está muy contenta porque, claro, sin gente joven nos dicen que no hay servicios", añade este auxiliar de enfermería, que anima a todas las familias que estén pensando dar el salto a las zonas rurales que no lo piensen más y lo hagan: "Hay gente que no se va por miedo, pero es un cambio de vida enorme para bien".
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