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Turismo: preocupaciones por la situación económica | Los turistas crecen respecto a 2019, pero la rentabilidad se desploma por la inflación

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Imagen de una Playa de Levante abarrotada / Visita Benidorm

El sector observa con preocupación cómo la situación económica, a pesar de alcanzar niveles previos a la pandemia, amenaza su viabilidad

El reto era y no es fácil. 2019 fue un año histórico desde el punto de vista turístico. El mejor ejercicio económico jamás registrado por el principal sector económico de la Costa Blanca y la Comunidad Valenciana y hasta ese nefasto mes de marzo de 2020, todo hacía indicar que el primer año de la nueva década seguiría la misma senda. Pero todo se canceló y la historia, contada mil veces, es conocida por todos.

Dos años después, cuando a junio le queda sólo una semana para bajar el telón y dar paso a los dos meses más concurridos de la campaña de verano, siendo julio el mes vacacional por excelencia en países como Francia, Bélgica, Holanda o Alemania. entre otros; y agosto con los calendarios de la mayoría de los hogares españoles marcados en rojo, las perspectivas son extremadamente positivas, lo que hace que la industria del turismo sea moderadamente optimista a pesar de los muchos altibajos económicos.

Los datos aún no son definitivos ni oficiales, pero la buena climatología que ha reinado en toda la región durante el mes de junio más caluroso desde que comenzaron los registros y el buen comportamiento del mercado internacional han hecho que las cifras de ocupación de la Costa Blanca, con Benidorm, cada vez más salen como un gran motor al nivel del histórico año anterior a la pandemia, alcanzando promedios semanales de casi el 80%.

El temido «Lo sentimos, no tenemos habitaciones» es una frase que se ha vuelto a escuchar en las recepciones de los establecimientos de la Costa Blanca, para frustración de los turistas y regocijo de los empresarios en determinados días, como los de este puente de promovió San Juan, en el que muchos hoteles han llegado al 100% de sus camas ocupadas, gracias en gran parte al impulso que han generado las reservas de última hora en un mercado nacional que, tras dos años, se ha acostumbrado a este modus operandi acelerando la momento de la Confirmación de la reserva, siempre pendiente de las aplicaciones de previsión meteorológica.

Por ello, y confiando en que todavía habrá muchos que no vayan a realizar viajes de larga distancia este verano, tanto hoteleros como hoteleros de la Costa Blanca confían en que los pocos puntos porcentuales aún se sumen para julio, también en términos matemáticos. , la de la recuperación definitiva, vienen de la mano de estas afirmaciones de «última hora».

Aunque los datos oficiales no se conocerán hasta la primera semana de julio, los hoteleros advierten que los números adelantados marcan una tendencia que podría terminar una vez que el Puente de San Juan lo ayude, con picos de ocupación entre el cinco y el diez por ciento respecto a 2019, un éxito que no solo sería histórico sino que supondría el golpe definitivo a uno de los sectores más golpeados por la pandemia.

A pesar de todos estos buenos datos y pronósticos, las nubes ominosas en forma de fluctuaciones económicas continúan acechando. Con la inflación disparada, los costes de producción cada vez más elevados y, sobre todo, la imposibilidad de trasladar inmediatamente estos incrementos de la posición de coste a los precios, los empresarios tiemblan ante las cuentas que no completan la cuadratura del círculo de la rentabilidad.

El modelo de venta de pernoctaciones, especialmente en el mercado fundamental y mayoritariamente internacional, hace que estos contratos se celebren con más de un año de antelación al momento del consumo, por lo que las estancias realizadas este verano se facturarán en base a los precios de venta 2021 establecidos y , como explica el presidente de Hosbec, Toni Mayor, las manos de los hoteleros también estarán atadas en el próximo otoño e invierno.

Según Mayor, la subida de precios para el consumidor final “llegará el próximo verano. Hay que tener en cuenta que aquí tenemos un espacio de rentabilidad y un espacio desierto. El invierno es un desierto económico. Ya sea turismo español, turismo nacional o Imserso, no superamos un precio medio de 40 euros». Y repite una reflexión que ya compartió con sus compañeros en la reciente reunión anual de la asociación: «No podemos seguir pidiendo lo que pedimos». .»

Una de las soluciones que Mayor ha propuesto dentro de Hosbec, y que ha articulado públicamente, implica un cambio radical en la mentalidad de los empresarios. «Todavía tenemos que cerrar el 15 o el 20 por ciento del complejo hotelero en invierno y repartir este cierre entre todos para que se queden», dice el todavía presidente de los hoteleros, que dimitirá en unos meses tras 14 años son al menos económicamente sostenibles.

A corto plazo, y dado que los empresarios no pueden hacer nada para mantener bajo control los costes que provoca el consumo energético, y más en destinos de costa donde el uso del aire acondicionado no es solo una cuestión de confort sino una necesidad básica para descansar. –, los hosteleros reconocen que están haciendo «un gran esfuerzo y malabarismo económico» para ajustar al máximo artículos como comida, bebida y otros servicios para no verse obligados a renunciar a subidas de precios «sin bajar la calidad del servicio».

Afortunadamente, dice Mayor, la mayoría de los hoteles de la región comenzaron a realizar mejoras de sostenibilidad hace años, lo que les ha ayudado a capear un poco mejor el aumento de energía.

“La sostenibilidad ya es como el agua: todos tenemos que beber de ella y todos tenemos que cuidarla”, subraya Mayor, destacando que además de una derivación económica directa, esta transformación es fundamental para tener un modelo viable en el próximo futuro.

Un esfuerzo que, como asegura el presidente von Hosbec, debe estar liderado no solo por la iniciativa privada sino “sobre todo por la administración. Para entonces ya debería estar la mitad del transporte público, como ya ocurre en muchos lugares”. Y es que “este no es un reto para una industria, para un sector empresarial, para un partido político. Ni siquiera es un desafío del gobierno. Es un desafío para la humanidad. O la humanidad se une o enfrentarán las consecuencias, lo que ya estamos haciendo”.


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