Extremadura

Un juez militar absuelve a ocho comandantes por un accidente de caza

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Los restos del caza F-5 estrellado en Badajoz y vídeo del accidente. / RC

Juzgados y Fiscalía Militar avalan la prescripción y la falta de pruebas para enterrar las irregularidades del incidente de 2012 en Badajoz, en el que murió un comandante y sobrevivió milagrosamente un guardiamarina

Mateo Balín

Un tribunal militar ha propuesto al Tribunal Militar Central el sobreseimiento total y definitivo de la causa contra ocho comandantes del Ejército del Aire por el accidente de un caza F-5. Los agentes están acusados ​​de las supuestas irregularidades cometidas en el accidente, que tuvo lugar el 2 de noviembre de 2012 en la base aérea de Talavera de la Real (Badajoz). Murió el comandante Ángel Álvarez Reigada, jefe del Escuadrón 231 del 23° Stormo de la Escuela de Caza y Ataque y resultó gravemente herido el estudiante guardiamarina Sergio Santamaría.

El titular del juzgado militar central número dos, el auditor coronel Álvaro Lafita, descartó en un automóvil el cúmulo de pruebas delictivas recabadas durante seis años de instrucción por la comandante Patricia Moncada, del despojado juzgado territorial número 12 de Madrid. La investigación del oficial eliminó la base de la dirección del Ejército del Aire y llegó hasta el Gobierno del PP, que desclasificó el informe de seguridad de los vuelos de caza en 2015.

Moncada tuvo que abstenerse del órgano superior en abril de 2020 cuando apreció los señalamientos contra los oficiales, pero antes redactó una detallada resolución de 274 folios (ver documento adjunto) en la que detalló los delitos presuntamente cometidos: alevosía, denegación de auxilio y contra el servicio de eficacia (homicidio).

Los oficiales involucrados son dos coroneles, dos tenientes coroneles, un capitán, un comandante y un teniente. Fueron citados como imputados por el juez Lafita, quien, luego de 20 meses de investigación, revocó las conclusiones de su compañero. Se concluye que siete de los imputados gozan de prescripción y el octavo, coronel JC, lo exonera por falta de prueba penal.

El «silencio» del coronel

Previo al accidente, el caza F-5 se averió y permaneció en órbita durante 17 minutos y 56 segundos sobre la base aérea, pero en lugar de lanzarse en paracaídas, el comandante Álvarez Raigada intentó un aterrizaje de emergencia, lo que provocó que el avión se estrellara antes de llegar a la pista. . Como se trata de una misión de entrenamiento, fue seguida en directo desde la sala de operaciones de la base, donde se reproducen todos los parámetros de vuelo, pero nadie intentó disuadirle de intentar la maniobra. Ni siquiera el Coronel JC, máximo rango y piloto con más horas de vuelo internacional del modelo F-5.

La ordenanza justifica que el «silencio» del coronel, encerrado tras un mostrador aquella fatídica mañana de otoño, en lugar de violar un deber de garante, «lo que hizo fue no entorpecer las labores de socorro que estaba dando desde la habitación al difunto». Sobre las demás irregularidades descubiertas por Moncada, el juez Lafita, con el apoyo del Fiscal Militar, las expulsa con la concurrencia de la prescripción, aunque agrega que, en todo caso, no constituyen delito, pues la El acusado no ha violado sus deberes ni ha dejado de cumplir con sus obligaciones, ya sea por acción o por omisión.»Su desempeño no fue la causa del fatal accidente», dice.

Esto quiere decir que no ve irregularidades en otras causas del accidente, como la rotura de una parte del motor izquierdo a los pocos segundos de iniciar el vuelo, que debía llevarlos a la base de Albacete. Era un disco de rotor de turbina (ver galería de fotos), que sufría de «fatiga de material» y tenía una fisura de ensanchamiento antes de 2009 y nunca fue detectado porque no se aplicaron los procedimientos adecuados. El jefe de taller, Commander AB, no realizó ningún cambio en la pieza a pesar de haber superado su vida útil, según la orden técnica del fabricante General Electric, que es de obligado cumplimiento.

Fragmento del disco del rotor de la turbina cortado por «fatiga del material» (imagen inferior derecha), daños en el fuselaje causados ​​por la rotura de esta parte (imagen superior) y en el motor izquierdo dañado del caza (imagen inferior izquierda). RC

Sin embargo, la orden de sobreseimiento explica que el día del accidente no se habían superado los 3.000 ciclos de vida y, por tanto, no fue necesario desmontar el motor. Que el mantenimiento fuera correcto y que no hubiera zonas sospechosas de estar rotas. Por tanto, según el juez, no hubo negligencia profesional ni omisión de la inspección.

Plan de formación insuficiente

En cualquier caso, la avería en vuelo obligó a apagar el motor izquierdo, pero quedó el otro, por lo que el dramático desenlace se podría haber evitado si la emergencia se hubiera gestionado correctamente. Pero en lugar de llevar a cabo una «prueba de controlabilidad» que demostraría que el F-5 no estaba en condiciones de aterrizar, el comandante se esforzó por hacerlo.

Esto a pesar de que la palanca de dirección de la aeronave también falló, ya que se acortó su movimiento longitudinal. Además, se arrojaron fragmentos de la rueda de la turbina y mellaron el fuselaje y la placa que protegía el sistema de profundidad de la aeronave, denominado cangrejo, que quedó atascado en posición de picado, lo que provocó la caída del morro de la aeronave.

Álvarez Reigada obtuvo la máxima puntuación como conductor e instructor. Sin embargo, un trastorno renal lo mantuvo fuera de control durante varios meses y perdió su aptitud como piloto de F-5. Esto le obligó a hacer un breve plan de adaptación. De su expediente surge que de las siete misiones del simulador previstas ha completado solo una y durante su estadía anterior en Estados Unidos completó cinco en un año cuando el 23° Stormo tiene que realizar 12. Pero tras escuchar al coronel acusado el pasado mes de junio, el juez estimó que su habilitación le permitía pilotar el caza, a pesar de que nadie había evaluado sus conocimientos teóricos.

La operación de rescate también tuvo agujeros negros, el alférez Santamaría, que entonces tenía 23 años, salió disparado del F-5 y se estrelló contra el suelo de la base, sufriendo graves heridas en la columna, mientras que el comandante, aún con vida, permaneció entre los restos calcinados. del dispositivo Los equipos de rescate tardaron en llegar y mientras aplicaban el líquido extintor, el oficial finalmente se escapó, chocando contra uno de los vehículos de los bomberos, muriendo instantáneamente.

A pesar de que todos estos hechos fueron recogidos como prueba penal por el juez Moncada, su colega Lafita y la Fiscalía Militar ahora piden al Juzgado Militar Central que cierre el caso para siempre y exonere a los ocho oficiales de la Fuerza Aérea.


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