La inflación y la guerra en Ucrania, superpuestas a la pandemia, han impactado en la economía familiar y disparado necesidades de socorro en Castilla-La Mancha, dificultando que las asociaciones distribuyan alimentos que no cubren las necesidades de las personas a las que atienden.
Actualmente, un millón y medio de personas en España viven en situación de pobreza alimentaria, y la Federación Española de Bancos de Alimentos (Fesbal) prevé un aumento del 20 por ciento en el número de personas que acuden a estos centros en busca de ayuda para 2022.
El aumento de la pobreza no ha ido acompañado de un aumento de las donaciones, cuyo goteo es mucho menor, según Arturo Prieto, presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Ciudad Real.
Antes del brote del coronavirus, esta asociación atendía a unas 170 familias en la provincia, mientras que este año atendía a unas 700 familias, pero su capacidad de distribución ha disminuido en unos 60.000 kilogramos de los 200.000 kilogramos que surtía anteriormente. desde la pandemia hasta los 140.000 kilogramos repartidos el año pasado.
Prieto cree que la subida del precio de las cestas de la compra, la luz o el combustible explica que la gente se «recapacite» y dé con más cautela -sobre todo cuando se trata de donaciones dinerarias-, lo que empeora la atención a los más necesitados.
“Antes cubríamos prácticamente el 70 o 75 por ciento de las necesidades de una familia, ahora somos como mucho el 30 o 35 por ciento”, se queja el voluntario.
La cantidad que recibe la Sociedad de San Vicente de Paúl del Banco de Alimentos de Ciudad Real también se ha resentido y recibirá este año 40.000 kilogramos menos que el año pasado.
Una situación similar vive la organización Chiquitita, que opera en Numancia de la Sagra (Toledo) y cuenta con el apoyo de cinco voluntarios.
Esta ONG ha pasado de unas ocho o 10 familias en la comunidad de Toledo en 2019 a 56 familias, sin contar la lista de espera ni las familias migrantes que migran por la comunidad.
“Antes solo hacíamos víveres para la cantidad de familias, y ahora tenemos que mudarnos y cobrar mucho más que antes”, dijo la presidenta de Chiquitita, Benita Collado.
Ante esta emergencia social, la organización ha recorrido diversas localidades, entre ellas restaurantes que han donado cámaras frigoríficas y freezers para almacenar alimentos, y una camioneta que utilizan para recolectar los alimentos donados por los supermercados.
Sin embargo, todos sus gastos salen de sus bolsillos. En 2021 su factura era de 2.900 euros y este año no saben cómo pagar el local donde atienden familias: «Organizaremos un mercadillo solidario y veremos qué podemos conseguir», ha comentado Collado.
En 2021, el Banco de Alimentos de Toledo les entregó 5.000 kilos y en total repartieron unos 40.000 kilos de alimentos.
Collado, que ha afirmado que está comprometida con la causa «los 365 días del año, las 24 horas del día», también coincide en que la gente es «más reticente y reacia a donar», ha recordado, por el contexto económico actual de crisis. «nos afectó a todos».
A pesar de ello, el líder de la asociación ha señalado que «dar es más gratificante que recibir» y ha señalado que las familias a las que ayuda lo devuelven con «mucha gratitud» y se preparan platos de comida compartidos con la comida recibida porque «ellos no puede pagar de otra manera.
“Somos muy críticos -mencionó- y no conocemos las circunstancias de cada uno”.
Ambas asociaciones coinciden en que el producto que más echan de menos es la leche y los productos de limpieza.
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