Madrid se prepara para el gran salto y convertirse en la metrópoli más grande del sur de Europa
Recorrer de sur a norte la M-45 –la autopista de titularidad autonómica construida a principios de la década del 2000 para capilarizar el vasto terreno que quedaba entre las dos grandes circunvalaciones de Madrid, la M-40 y la M-50– ofrece una experiencia insólita en este país desde el estallido de la burbuja inmobiliaria. En el margen derecho, el horizonte se ve recortado por una inacabable sucesión de grúas afanándose en levantar los nuevos barrios que Madrid ha proyectado en su flanco suroriental.
En Los Berrocales hay previstas 22.000 viviendas; en Los Ahijones están planificadas 18.000; en El Cañaveral van otras 14.000; pero la palma se la lleva Valdecarros, donde está en marcha la mayor operación urbanística de España en lo que va de siglo: a la vuelta de unos años, los solares que hoy empiezan a remover las excavadoras albergarán 51.000 nuevos hogares.
En el extremo opuesto de la ciudad, la Operación Campamento, largamente retrasada pero ya desatascada, levantará 10.500 viviendas sobre antiguos terrenos propiedad del Ejército. Cuando estén listas, sus habitantes se beneficiarán del soterramiento de la A-5, la autovía de Extremadura, que pronto esconderá los coches bajo un gran parque lineal, y de la prolongación de la línea 11 del metro, que en 2028 cruzará la ciudad de suroeste a noreste en diagonal.
Pero la joya de la corona del 'Madrid de las hormigoneras' que se avecina se sitúa en su zona más septentrional: la Operación Nuevo Norte va a convertir las vías abandonadas y los aledaños de la estación de Chamartín en un gran distrito de negocios de 2,3 millones de metros cuadrados publicitado por el Ayuntamiento como “el mayor proyecto de regeneración urbanística de Europa”.
El estirón urbanístico que Madrid ha empezado a trasladar de los planos al cemento es uno de los rostros –quizá el más visible– del imponente empujón económico que la capital y toda su Comunidad han estado experimentando en los últimos años, y el que esperan dar. El gobierno regional presume de ser la autonomía que más aporta a la riqueza nacional –un 19,6%-, trono que ocupa desde que apeó de él a Catalunya en 2017, y de que su brecha sobre el resto de comunidades es cada vez mayor: casi uno de cada cinco euros de PIB estatal tiene hoy origen madrileño. En Madrid Investment Forum, el foro organizado en noviembre por la Comunidad para vender Madrid como tierra de prodigios sacaban pecho de un dato llamativo: el 62,8% de la inversión extranjera entre 2019 y 2023 se quedó en la capital; le sigue Catalunya, que solo captó el 12,7%.
Población disparada
Madrid crece. Crece su mapa urbano, crece su economía y crece su población, que en 2023 superó la cifra de siete millones de habitantes fruto, sobre todo, de la llegada de extranjeros, especialmente de Latinoamérica. Uno de cada siete madrileños es hoy originario de países americanos de habla hispana.
El dato hace referencia a toda la Comunidad, pero es que en Madrid, por su diseño y su dinámica, cada vez es más difícil distinguir dónde acaba la capital y empieza la provincia, abocada a convertirse en su conjunto en una gran área metropolitana. El Instituto Nacional de Estadística calcula que en 2037 la población madrileña rebasará los ocho millones de habitantes, y hay quienes van más allá y ya prevén una gran zona urbana de 10 millones de personas para 2050. ¿Madrid, de villa y corte a gran metrópoli?
Esta es la tesis que defiende el arquitecto y experto en urbanismo Fernando Caballero, autor de 'Madrid DF', ensayo publicado este pasado otoño y que ha armado un cierto revuelo por el pronóstico que hace: "El mundo avanza hacia una mayor concentración de población en potentes núcleos urbanos y Madrid es la gran aportación española a esa dinámica. Está llamada a dar un salto de escala y convertirse en una gran conurbación que le permita competir con las principales metrópolis mundiales y así poder atraer inversiones, población y talento", señala el autor. Según su diagnóstico, el diseño de esa gran área urbana trasciende los límites de la Comunidad y afecta a las provincias limítrofes, abocadas a acabar siendo, según sus cálculos, una prolongación del 'Gran Madrid' que se dibuja en el horizonte.
En realidad, parte de ese fenómeno ya se está produciendo. La alta velocidad ferroviaria ha acercado a Madrid a varias capitales de alrededor, lo que ha redundado en un importante desarrollo de estas urbes. Como Guadalajara, que hoy está a 23 minutos de Atocha en AVE y ha visto crecer su población en un 30% en los últimos 20 años (ya supera los 90.000 habitantes, lo nunca visto en la capital alcarreña). O Segovia, donde se han instalado universidades privadas, como la IE University, aprovechando los escasos 27 minutos que se tarda en llegar desde la estación de Chamartín. O Toledo, que se publicita como ciudad de eventos y convenciones ahora que el AVE la ha puesto a 36 minutos del centro de Madrid.
Madrid colecciona argumentos para crecer y acabar transformándose en ese 'Gran Madrid' que algunos pronostican. "Uno es que dispone de suelo, algo que no pueden decir todas las ciudades. Otro es que cuenta con estabilidad política, que es lo que más aprecian los inversores, al margen del color del partido que gobierne", explica Carolina Roca, presidenta de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid (Asprima), entidad que calcula en 260.000 las viviendas que se podrán edificar en los 33 desarrollos urbanísticos que la ciudad tiene en marcha o pendientes de aprobación, y donde a la vuelta de unos años vivirán 800.000 nuevos madrileños (casi como si se le sumara la ciudad de Valencia). "Y ya estamos tardando. Hay que tener en cuenta que cada año se crean en Madrid 40.000 nuevos hogares. Tendríamos que construir a un ritmo similar para poder atender esa demanda y ofrecerle precios asequibles”, añade Roca.
Política liberal
Madrid lleva tres décadas en manos del PP, que ha aplicado políticas liberales basadas en bajadas de impuestos y mucho apoyo a la construcción, el crecimiento y el dinamismo económico. El "pico y pala" que coreaba como lema Esperanza Aguirre para defender su gestión en los años de la burbuja inmobiliaria es hoy el "Madrid de la libertad y las cañas" que preconiza la actual presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso.
Madrid se promociona en el mundo como lugar de destino tanto para los turistas –en 2023 recibió a 7,8 millones de visitantes extranjeros, un 23% más que el año anterior– como para los nómadas digitales y las grandes fortunas que buscan un lugar seguro, bien comunicado, con buen clima y servicios de calidad para vivir.
A esta llamada ha respondido en los últimos años un buen número de familias acaudaladas latinoamericanas –sobre de todo Venezuela, Colombia, México y Argentina–, que desde antes de la pandemia han hecho importantes inversiones inmobiliarias –principalmente en zonas de alto poder adquisitivo como el barrio de Salamanca, cuyos precios ya superan los 15.000 euros el metro cuadrado– y empresariales.
La fórmula es definida como "un caso de éxito" por la prestigiosa revista económica británica 'The Economist', que a principios de 2024 le dedicaba un reportaje donde aseguraba que Madrid está viviendo "su gran momento" y la presentaba como como una "rival de Miami" en la lucha por ser la capital de Latinoamérica.
"Madrid no tiene puerto ni industria para dedicarse al comercio o la exportación, pero ofrece lujo y calidad de vida. Busca a ese 1% de grandes fortunas que hay en todos los países, muchos de ellos peligrosos o con mal clima, y les propone vivir en una ciudad en la que la gente parece estar siempre yendo a una fiesta o volviendo de ella", resume el periodista y escritor Jorge Dioni, autor de 'El malestar de las ciudades', donde analiza la tendencia que se ha instalado en muchas urbes de focalizarse en el moncultivo del turismo y lo que él denomina como "la industria del movimiento".
Madrid es un alumno aventajado de ese modelo. Es difícil encontrar una calle del centro que no ponga a disposición de los visitantes algún piso turístico, su oferta hotelera de alta gama se ha disparado en el último lustro –la ciudad cuenta con 39 hoteles de cinco estrellas, siete de ellos abiertos en los dos últimos años, y tres más proyectados para la próxima temporada–, sus 32 restaurantes con estrellas Michelín acumulan 40 galardones en este exigente ranking de la alta gastronomía, y sus espacios para espectáculos, a los que acaba de añadir el remodelado Santiago Bernabéu, recaudaron en 2023 casi la mitad –el 49,1%, exactamente– de todo el taquillaje nacional: 78 millones de euros.
"Es un modelo de éxito que cuenta con apoyo electoral y es envidiado por muchas ciudades, pero tiene un doble problema: genera desigualdad y es muy frágil. El empleo que crea es precario, centrado en servir a los que disfrutan de la fiesta, y necesita estar siempre en movimiento para sostenerse. Si se para, se viene abajo", avisa Dioni.
Los desequilibrios que un prominente impulso de Madrid podría causar en el resto del país figuran en el 'debe' de su fórmula de éxito. "Madrid vive a costa de centripetar y desangrar lo que tiene a su alrededor. Ha vaciado España y ahora dice: si queréis vivir mejor, tenéis que apoyar que yo sea la conexión del país con el resto del mundo", reflexiona Germà Bel. El economista y ex político publicó en 2012 el ensayo 'España capital París', donde avisaba de los desajustes que podía ocasionar el diseño marcadamente radial de las comunicaciones españolas, y cree que el tiempo le ha dado la razón.
"Cuando oigo hablar de Madrid DF, siento un 'déjà vu', porque esto ya lo he vivido. No puedo evitar recordar a Rafael Arias Salgado, ministro de Fomento del primer Gobierno de Aznar, reclamando en 1997 desde la Moncloa que las inversiones priorizaran a Madrid y a los 200 kilómetros de su alrededor para convertirla en la capital de Latinoamérica. Esto es lo mismo con otro nombre, y la culminación de aquel proyecto", afirma Bel.
En 1982, el programa de Televisión Española 'La clave' dedicó uno de sus míticos debates a analizar el lugar que debía ocupar Madrid en la España de las autonomías y se titulaba, precisamente, así: 'Madrid, distrito federal'. Desde entonces, la ciudad y su entorno han venido beneficiándose del 'efecto capitalidad', ése que le permite albergar la mayoría de las instituciones estatales –incluida la sede de Puertos del Estado, a pesar de no tener mar–, ser lugar de residencia de 160.000 funcionarios de la Administración Central –un 30% de toda la plantilla pública– y destino de la mayoría de las inversiones del Gobierno, lo que le brinda un margen mayor que el resto de comunidades para poder bajar impuestos, como denunciaba recientemente en EL PERIÓDICO el conseller de la Presidència de la Generalitat, Albert Dalmau.
Sin embargo, Fernando Delgado cree que el resto de España haría mal si decide "cortarle las alas" a Madrid por recelos. "Al contrario: a Barcelona, a Bilbao y a Vigo y les irá mejor si Madrid crece y le va bien. Necesitamos que se convierta en la gran capital del sur de Europa porque el futuro va a estar marcado por la competición entre grandes núcleos urbanos internacionales", opina. Pero hace una salvedad: "Madrid DF será un éxito si se convierte a en una metrópoli con núcleos urbanos a su alrededor e irradia riqueza hacia el resto del país. Si deriva en una megalópolis concéntrica al estilo de París o Buenos Aires, con toda la riqueza en el centro y muchos problemas en el extrarradio, será un fracaso. Y ese destino aún no está claro".
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