Los nueve meses del Papa Francisco en Madrid para hacer un "maestro" en espiritualidad: "Celebré la vida"

El Papa Francisco ha muerto. Así lo ha anunciado El Vaticano en la mañana de este lunes. A sus 88 años, Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, 1927), nombre secular del exjefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, ha supuesto un antes y un después para la iglesia católica. Se trató del primer Papa jesuíta de la historia y, con su mandato, rompió la tradición de los papas europeos. "Mis hermanos cardenales han ido a buscar al Papa al fin del mundo", destacó en 2013 durante sus primeras palabras. El eclesiástico, que mantenía una cercana relación con el pueblo español, guardaba una conexión especial con Alcalá de Henares, municipio madrileño donde pasó nueve meses de su vida.
Era 8 de abril de 1970 cuando Bergoglio aterrizaba en la capital para ingresar en la Residencia de Jesuitas en Alcalá de Henares. Allí, hasta el 8 de abril de 1971, cursó la Tercera Aprobación, última fase en la formación de cualquier jesuíta. "Tenía entonces 33 años, por lo que ya hace más de medio siglo que pasó por aquí", recuerda el Padre Antolín de la Muñoza, ministro de la congregación en la ciudad madrileña. Él no convivió con Francisco, pues culminó sus estudios tres años después que el fallecido. Sin embargo, alberga infinidad de historias que, con el paso de los años, sus compañeros le compartieron.
"Tenía un grupo de otros 12 jesuítas jóvenes y él era uno más, procedente de Argentina", añade. Durante los nueve meses de formación, el octavo soberano de la Ciudad del Vaticano dejó huella en todas aquellas personas que compartieron pasillos con él: "Han fallecido casi todos, pero siempre decían que era un joven alegre y con un tremendo optimismo. A los 33 años estaba celebrando la vida, recién ordenado sacerdote y habiendo terminado su instrucción". La Tercera Aprobación consiste en un curso de espiritualidad en el que los religiosos mayores instruyen a los recién llegados: "Es como un máster".
"Ha cambiado la iglesia"
Pese a haber tenido que transformar las habitaciones donde habitó el sacerdote, los compañeros y residentes lo recuerdan con cariño. "Es muy importante que haya vivido aquí. Las habitaciones ya no existen debido a la ampliación del colegio San Ignacio de Loyola, que las convirtió en aularios. Han pasado 50 años, pero aquí conservamos el recuerdo", suma. Según narra el Padre Antolín, Bergoglio también guardaba buen recuerdo de su estancia en la capital española, pues, cuando el nuevo obispo de Alcalá de Henares, don Antonio Prieto, fue nombrado, viajó hasta Roma para saludar al Papa.
Fue entonces cuando el recién fallecido, al escuchar de dónde venía, le confesó lo siguiente: "¡Bueno! Yo estuve por allí. Me acuerdo mucho de Alcalá y lo conozco muy bien", explica De la Muñoza. Él mismo fue quien recibió a Prieto en su regreso de Italia y escuchó sus palabras: "Estaba emocionado". Por aquel entonces no era más que un sacerdote "normal y corriente", pues no había sido nombrado obispo aún ni ostentaba un cargo relevante en la iglesia. Eso le permitió disfrutar al máximo de su estancia en la localidad madrileña.
El Padre Antolín de la Muñoza, quien reconoce haberse enterado de la noticia esta misma mañana, señala que desde la Casa de Jesuítas afrontan su muerte "con mucha pena". "Ha sido un hombre y un Papa muy especial. Ha cambiado la iglesia con su espontaneidad y cercanía, con su sentido del humor y hablando con expresiones populares y sencillas. Siempre fue muy cercano a los niños. Ayer mismo se vio como paraba el 'Papamóvil' para saludar a algunos bebés. Era una persona verdaderamente carismática", concluye el sacerdote.
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