Galicia

¿Hay ciclos de FP de hombres y ciclos de mujeres? Desmontamos esos prejuicios

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Alumnado del ciclo medio de Obras de interior, decoración e rehabilitación del CIFP Coroso, de Ribeira CARMELA QUEIJEIRO

Estudiar no entiende de género. Pero por si aún tienes dudas, en este reportaje te presentamos a alumnas que arreglan coches, alumnos que diseñan ropa, chicas que dominan motosierras o chicos que quieren educar a niños

08 mar 2023 . Actualizado a las 16:50 h.

¿Crees que hay estudios o profesiones de chicos y otros de chicas? ¿Te gusta un ciclo de FP, pero estás dudando en hacerlo porque te parece demasiado femenino o masculino? ¡Cambia el chip! Quienes estudian y trabajan no son los hombres o las mujeres, son las personas. Y aunque algunas familias de Formación Profesional tienen más alumnado de uno u otro género, las cosas están cambiando En estas páginas te lo vamos a demostrar con muchos ejemplos. ¡Fuera prejuicios! 

Una alumna del ciclo de Xestión Forestal e do Medio Natural del IES de Arzúa manejando un simulador cedido por Lugo Madera Sandra Alonso

LUCÍA RODRÍGUEZ – Alumna de Xestión Forestal e do Medio Natural

«Gústame a maquinaria, incluso a motoserra»

A Nerea le encanta manejar tractores. Aroa es un as de la trepa para hacer tala de árboles. Y a Lucía no le tiembla el brazo a la hora de usar una motosierra. Son tres de las alumnas que cursan ciclos de la familia agraria en el IES de Arzúa. El resto de sus compañeros son hombres, pero todas se sienten cómodas. «Iso de que un ciclo é cousa de homes está na cabeza de cada un. Ti tes que facer o que che gusta, ¿que máis dá que sexas a única rapaza da clase se estás desfrutando co que fas», dice segura Míriam Fuentes, de 20 años, que primero barajó hacer la carrera de Matemáticas, pero que finalmente se decantó por el ciclo superior de Xestión Forestal e do Medio Natural: «Vivo na aldea, dende sempre me gustou isto, vino na casa dende pequena, e sei que estes estudos teñen moitas saídas», explica.

Ángela Liñares, de 18 años, cursa el mismo ciclo. Entró con la idea de opositar a agente forestal, igual que otras tres compañeras, pero todas han ido descubriendo otras posibilidades que también las conquistan. «Empecé a ver el trabajo con maquinaria y me encanta», cuenta Lucía Rodríguez (18 años). «El simulador de la procesadora me gustó mucho, también la pala, y el tractor ya me gustaba», dice Nerea Noval (21 años). El ciclo les da muchas opciones: desde servicios antiincendios hasta la apicultura, pasando por trabajar con la resina o incluso en temas turísticos, la opción que más convence a Paula Mumary (18 años), a la que le encantaría trabajar en el Parque Nacional de las Illas Atlánticas.


Otra alumna manejando un simulador Sandra Alonso

La presencia femenina dentro de los ciclos de la familia agraria del instituto de Arzúa incluye también a Carmen Martínez, de 54 años y alumna del ciclo medio de Produción agroecolóxica, y a Aroa Segade, de 16, en el medio de Aproveitamento e conservación do medio natural, aunque su intención es acceder al superior de Gandaría e asistencia en sanidade animal.

«Os da familia agraria son ciclos masculinizados, no que toca ao alumnado, porque no profesorado si hai moitas mulleres», reconoce Carlos Iglesias, uno de los profesores. Y continúa: «Son roles asumidos, ás veces pensan que a muller non vai ter capacidade ou forza para manexar a maquinaria, pero a día de hoxe é moi lixeira, a maioría non require nada de forza. E as empresas xa están levando rapazas: para viveiros, como motoserristas, xefas de brigada…».


Alumnas de ciclos de la familia agraria de FP en el IES Arzúa Sandra Alonso

El alumnado ya ha podido visitar explotaciones y empresas, gracias a la colaboración con Lugo Madera, que también les cede unos simuladores de los que el centro carece. Allí han podido comprobar que las mujeres están presentes en el sector y han llegado para quedarse.

Mario Lorenzo, alumno de Confección e Moda, en la máquina de coser CARLOS CORTÉS

mario lorenzo – Alumno de Confección e Moda

«Sabía que ía ser minoría entre mulleres, e nunca me importou»

«Sempre o tiven clarísimo, antes de dar un paso xa sabía que quería facer deseño de moda, sempre me gustou vestir á xente. E tiña claro que ía ser minoría entre mulleres, pero nunca me importou», dice rotundo Mario Lorenzo, un moañés de 17 años que estudia el ciclo medio de Confección e Moda en el IES A Pinguela, de Monforte, donde comparte clase con diez chicas y otro chico.


El suyo es uno de esos mundos en los que ellas son mayoría, pero ellos triunfan y se llevan las portadas, como sucede a menudo con los chefs. Sin embargo, Mario sí ve prejuicios a otros niveles: «Aínda hoxe está mal visto que o home estea na máquina. Cando vamos a empresas son as mulleres as que están cortando e cosendo». Con todo, el confía en no encontrarse problemas cuando salga al mundo profesional. Admirador de Chanel o Versace, le gustaría triunfar vistiendo tanto a hombres como a mujeres, y todavía más hacerlo con prendas que no lleven la etiqueta de femeninas o masculinas: «As fronteiras cada vez se desdebuxan máis, eu quero que non as haxa».

Paula Dacal estudia el ciclo de Desenvolvemento de Aplicacións Web en el IES A Pinguela CARLOS CORTÉS

En el mismo centro estudia Paula Dacal, de 26 años y natural de A Pobra do Brollón. En este caso, ella es minoría entre los chicos matriculados en el ciclo superior de Desenvolvemento de Aplicacións Web. «Sempre me gustou a informática e a programación. Estudei a carreira de Bellas Artes, especializándome en ilustración dixital, pero hai poucas posibilidades laborais, e menos sen ir a unha gran cidade, e eu prefiro quedarme en Galicia. Por iso optei por este ciclo, que dá máis oportunidades de traballar en máis empresas», cuenta. Sabía que se encontraría en un «sector de homes», y reconoce que llegó a pensar si tendría problemas a la hora de saltar al mundo laboral por ser mujer. «Pero no instituto organizan charlas e viñeron xa varias mulleres de distintas empresas. O que debe contar é que teñas boa formación e sexas bo profesional», reivindica.


Para Paula, que los estudios de informática sean mayoritariamente masculinos es una cuestión de «costume» y de falta de referentes: «É algo cultural, non ten nada que ver coas habilidades. Hai profesións que se asocian aos homes porque ves que de sempre as fan homes, non tes moitos referentes ou exemplos femininos neses eidos». Si se cumple su sueño de dedicarse a la programación, ella se convertirá en uno.

Tito Senaz en uno de sus trabajos

En el IES A Pinguela también ha cursado Tito Senaz (45 años) su ciclo superior de Estilismo e peiteado. Él lleva ya 25 años en la profesión (tiene una peluquería en Ourense), pero no deja de formarse, y esta ha sido una de las vías. «Empezamos o ciclo dous chicos e rematei eu só», comenta. Es un hecho, pero le gustaría que cambiase. «Eu animo aos rapaces a que fagan estes ciclos.Non debemos permitir que ningunha profesión se focalice nun sexo: que a perruquería sexa de mulleres, a albanelería de homes… Todos temos cabida en todo», defiende.


Alumnas de electromecánica del automóvil del CIFP A Xunqueira, con la profesora Marisa Quintairos CAPOTILLO

JÉSSICA VIDAL – Alumna de Electromecánica de Vehículos Automóbiles

«En las entrevistas de trabajo hay actitudes machistas, pero esto me gusta y voy a luchar»

Aroa, Jéssica y Yanire se enfundan su ropa de trabajo, abren el capó de un coche y lo que hay debajo no tiene secretos para ellas. «Na casa fixen moita mecánica de galpón, sempre me gustou o mundo dos coches e das motos», cuenta Aroa Figueiras, de 17 años, que sueña con ser mecánica de competición. Cursa el primer año del ciclo medio de Electromecánica de Vehículos Automóbiles en el CIFP A Xunqueira de Pontevedra, igual que Jéssica Vidal, de 24 años, aunque ella se sacó primero el básico de Electricidade e electrónica. Con esa titulación bajo el brazo buscó trabajo, pero reconoce que no se lo pusieron fácil, y que en las entrevistas se encontró alguna actitud machista: «Me han dicho cosas como ‘‘Es que yo estoy acostumbrado a trabajar con hombres», ‘‘¿Y tú te subirías a un poste si hace falta? Porque como eres chica…». Y yo les respondía que claro que sí, pero no me cogían. Espero que al acabar este ciclo me vaya mejor, pero aunque tenga dificultades para encontrar trabajo no lo voy a dejar, esto me gusta y voy a luchar por ello. Me gustaría trabajar en un taller», afirma.

Yanire Ubeira (19 años) está en el segundo año de Electromecánica. «Hice el básico de peluquería y estética, pero no me gustó. Mi madre iba a empezar este y me dijo ‘‘vente». Y nos matriculamos las dos. Al principio a los chicos de clase les chocó un poco, pero ahora soy una más del grupo. De hecho, como tengo las manos más pequeñas, a veces me llaman para que les ayude con ciertas cosas», revela. Carmen González (42 años) es su madre, y la culpable de que ambas se metieran en el mundo de la mecánica. «De siempre me gustó, mis hermanos ya hacían cosillas, pero mientras mis hijas fueron pequeñas no pude estudiar. Y ahora era el momento. Quiero seguir formándome y dedicarme profesionalmente a esto: entrar en la ITV o incluso como perito. Cuando tienes un objetivo, hay que ir a por ello».

Un momento de la clase, con Marisa atendiendo al alumnado CAPOTILLO

Las cuatro cuentan con un referente potente, Marisa Quintairos. Esta ingeniera fue la segunda mujer en sacar plaza como profesora de secundaria en la rama de Organización e Procesos de Mantemento de Vehículos. Ahora tiene su plaza en A Xunqueira. «Ahora ya tengo una reputación, pero en este mundo tiene sigues teniendo que demostrar mucho más que un hombre, aunque estés más formada que ellos. Parece que en un hombre sea innato saber de automoción», revela. Y es que los roles de género, aunque no deban, siguen vigentes. «Recuerdo un instituto al que llegamos a tomar posesión un profesor y yo. Él para peluquería y estética y yo para automoción. Nos dieron los nombramientos al revés. No se lo creían, y no les gustó mucho que llegara una profesora para esos ciclos», cuenta Marisa.

Ella lleva años derribando estereotipos, y seguirá haciéndolo: «Hay talleres que no quieren mujeres porque creen que son más débiles. Yo nunca he necesitado que nadie me ayude a mover nada en el taller, mis alumnas no faltan más que mis alumnos, ni cogen más bajas. Están muy equivocados, no se trata de ser hombre o mujer, son las ganas. Yo he llegado donde estoy con mi fuerza de voluntad, y una alumna motivada puede llegar a ser lo que quiera», reivindica.







La Voz




Teresa Prado dando indicaciones en una clase del curso de especialización de Fabricación Intelixente, de la familia de Instalación e Mantemento Oscar Vázquez

teresa prado – Profesora del IES Politécnico de Vigo

«Hay empresas que me piden alumnas para incorporar»

Teresa Prado es profesora de Organización de Proxectos de Fabricación Mecánica en el IES Politécnico de Vigo, donde también lleva la relación con las empresas. «Muchas me piden si tenemos alumnas para incorporar, hay muchas que apuestan por la incorporación de la mujer. Te puedes encontrar alguna persona que piense que por ser mujer no vales, pero son pocas, lo que pasa es que hacen mucho ruido», asegura. De hecho, revela que en los procesos de selección de alumnos para el ciclo dual de Mantenimiento Electromecánico (que combina formación en aula y en centros de trabajo, recibiendo un salario) las empresas echaron de menos solicitudes de chicas.

Prado reconoce que hay familias, como la de Fabricación Mecánica, que están masculinizadas, y profesiones en las que todavía se celebra, por excepcional, la presencia de una chica, cuando «debería pasar desapercibido si tu coche lo arregla una mujer o un hombre». Para lograr romper estereotipos, y que ellas se animen a escoger esos ciclos, opina que «lo primero sería dejar de hablar de mujeres o de hombres, y empezar a hablar de personas. Todos somos capaces de hacer de todo. Somos distintos por naturaleza, pero a nivel profesional esas diferencias no tienen que afectar para nada. Por ejemplo, si a un chico le dejas coger peso, deja también a la chica. Si no lo hace, nunca fortalecerá los músculos», defiende. Y no duda en vender las excelencias de sectores como la mecánica. «Yo hice ingeniería industrial por mecánica porque me gusta diseñar y saber cómo funcionan las cosas. La mecánica es creativa, puedes diseñar algo, fabricarlo… Es una profesión de pensar mucho. Para la fuerza ya hay máquinas que te ayudan».

En su centro tiene ejemplos de alumnas que no tienen ningún problema en adentrarse en esas áreas en las que aún —aunque por poco tiempo— ellas son minoría. Lucía Prado, de 19 años, estudia el ciclo superior de Automatización e Robótica Industrial: «En 1.º de ESO tuve Robótica, y hubo un concurso entre institutos. Nosotras éramos cinco mujeres y quedamos subcampeonas de Galicia. Tuve claro que quería dedicarme a esto, y que iba a estudiar lo que me gusta, me da igual que en clase haya mujeres o no». Ella ya ha testado el ambiente laboral en la empresa Emerasa, y no ha encontrado ningún problema por ser chica: «Se han volcado en formarme», cuenta. Ella aventura que la presencia femenina puede ser más baja porque todavía se las orienta hacia estudios más teóricos (—«Yo, sin embargo, tenía claro que no quiero ser la ingeniera que diseñe, quiero ser la que monte», dice—) y eso se suma a que la FP todavía está algo infravalorada: «Si sabes que es un mundo de hombres, no tienes tu interés centrado en algo muy específico y aún encima te dicen que no vayas a FP, es más difícil que te animes. Hay que dar a conocer más caminos y apoyarnos cuando los elegimos», reivindica.

En el Politécnico de Vigo estudió también Anabel Muíños (29 años), primero el ciclo medio de Mecanizado, y después el superior de Programación da Produción Mecánica. Reconoce que le sorprendió encontrarse con más piedras de las que esperaba en el camino de trabajar en lo que le gusta —«No pensé que aún hubiera tanto machismo», dice—, pero lleva ya cuatro años trabajando en taller, que es lo que ella quería, primero en una empresa de Vigo, y ahora en una de O Porriño: «A las chicas siempre intentan derivarnos hacia oficina técnica, pero a mí me gusta trabajar con las manos y hacer piña con mis compañeros, y lo he conseguido».

Brais Rodríguez y Juan Cuenca, profesor y alumno del ciclo de Educación Infantil del CIFP A Xunqueira CAPOTILLO

BRAIS RODRÍGUEZ – Profesor del ciclo de Educación Infantil

«Hai que acabar cos estereotipos que asocian os coidados á muller»

En el CIFP A Xunqueira hay más de cincuenta personas estudiando Educación Infantil. Solo cuatro son chicos. Uno de ellos es Juan Cuenca, un pontevedrés de 20 años. «Me encanta tratar con la gente, con niños, soy muy dinámico, me gusta la actividad física… Mis características encajan bien con el perfil de mi profesión. A mi familia le pareció genial mi elección de estudios, y tengo amigos haciendo Educación Infantil en la universidad. Se está empezando a introducir la figura del educador hombre sin mayor problema», cuenta.

Brais Rodríguez, uno de sus profesores, confirma que sus alumnos no suelen tener problema para integrarse en el mercado laboral, a pesar de que en la sociedad en general todavía perviven ciertos estereotipos: «Aínda se asocian os coidados coa muller, é algo co que hai que rachar. E hai outro factor clave: vese o sector servizos como mal remunerado, e aos homes aínda se lles encamiña para que escollan profesións consideradas de éxito», analiza. Frente a esto, Rodríguez, educador social de formación, defiende que la sociedad debe entender que «todos os traballos son igualmente valiosos e necesarios, e que todas as persoas, independentemente do seu xénero ou procedencia pode facer o que desexe; é unha cuestión de capacidades, non de xénero».

Una clase del ciclo superior de Técnico en Promoción de Igualdade de Xénero en el CIFP Leixa JOSE PARDO

FÁTIMA MARTÍN – Profesora del ciclo de Promoción en Igualdade de Xénero

Formando expertos en igualdad de género

Del CIFP Leixa, en Ferrol, saldrá este año su primera promoción de técnicos superiores en igualdad de género. Llevan desde el año 2020 ofreciendo este ciclo, que en Galicia se estrenó en el 2017 con su implantación en el CIFP A Xunqueira. «Es un ciclo en el que se aprende a programar y llevar a cabo intervenciones relacionadas con la promoción de la igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres, aplicando estrategias y técnicas del ámbito de la intervención social, detectando situaciones de riesgo de discriminación por razón de sexo y potenciando la participación social de las mujeres», resume Fátima Martín, que imparte el módulo de Prevención en violencia de género.

Explica que el alumnado responde a un perfil de gente que «tiene muy claro su interés por la rama social y que está muy comprometida con el servicio a la comunidad». Entre primero y segundo suman unos 35 estudiantes, y reconoce que aumentar la representación masculina es una asignatura pendiente: «En segundo hay dos chicos, en primero ya son seis», explica.

Aitor López (21 años, Cabanas), es uno de ellos. «Ía encamiñado cara o terreo social, e apareceu esta formación nova que me pareceu moi interesante. Cheguei a dubidar se me competía ou se estaba ocupando un terreo que lles competía ás compañeiras, pero faleino con elas e este ciclo tamén é interesante para o tema de novas masculinidades, de desconstruírse como home, pode levarse a ese terreo, facendo dinamización de grupos, por exemplo».

Andrea Souto, otra alumna de 20 años, destaca la importancia de estos estudios «para crecer social y personalmente. Vivimos en una sociedad patriarcal, y este ciclo nos ayuda a verlo y a luchar contra ello. La educación es la base», destaca esta ferrolana de 20 años a la que le gustaría aplicar lo aprendido al ámbito deportivo.

«Es una profesión de futuro, tiene salidas profesionales tanto en el ámbito público como privado: puede trabajarse en asociaciones, instituciones, sindicatos, empresas, consultorías…. Animo a la juventud a involucrarse y a profesionalizarse en este ámbito de la igualdad afectiva», resume la profesora.





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