Extremadura

El irreductible Llerena | Hoy dia

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Os hablaba hace un par de sábados de Arroyomolinos de León, ese pueblo al norte de Huelva que en 1833 se vio obligado a abandonar la provincia de Extremadura y se rebeló porque quería ser de Badajoz. También les hablé de Cañaveral de León, la ciudad ‘matryoshka’, que primero se separó de Fuentes de León y luego vio desgajarse parte de su término municipal, absorbido por la cercana ciudad de Hinojales.

Estas rebeliones no son casos aislados, sino que forman parte de una tradición histórica rebelde y cismática que caracteriza a esta comarca del norte de Huelva y sur de Badajoz, que durante 700 años fue diócesis independiente y cuando una bula papal ordenó que se tuviera que ir y depender sobre la de Badajoz, las autoridades y ciudadanos de esta región se levantaron y dijeron que no.

Estos pueblos pertenecieron al llamado priorato de San Marcos de León, que es una diócesis constituida por la Orden de Santiago (cuyo origen es la orden de Los Fratres de Cáceres), fundada en el convento de San Marcos de León en 1185 y con sede en la iglesia episcopal de Nuestra Señora de Granada de Llerena.

Entre 1185 y 1875, la diócesis de Llerena funcionó con toda su pompa, poder y luz espiritual. Pero en 1873, la bula ‘Quo Gravius’ ordenó que estas ciudades pasaran a la diócesis de Badajoz. Francisco Maesso, administrador de la diócesis de Llerena, no dijo nada, que su obispado estaba muy arraigado en la región, que los fieles no querían cambiar su jurisdicción episcopal, que la bula no había sido autorizada por el gobierno y que, finalmente, verde Han sido segados.

Y empezó el baile, que no fue pequeño porque toda la antigua diócesis se rebeló con los sacerdotes de cada parroquia delante y los ciudadanos detrás. Fue una revolución completa. Aquí no solo hubo protestas documentales como en Arroyomolinos de León cuando 40 años antes los obligaron a ir a Huelva, sino corridas de toros, manifestaciones y, finalmente, un movimiento muy moderno en el que participaron desde Llerena hasta Fuentes de León, desde Arroyomolinos, que pasará luego a la diócesis de Sevilla, hasta Cabeza la Vaca.

Este Francisco Maesso, hombre de armas, expulsó al mismo procurador general de la curia episcopal cuando llegó a la capital de la antigua y actual diócesis, que es Llerena, para tomar posesión del nuevo territorio diocesano de Badajoz. Expulsado el emisario, estalló la revuelta cismática con los fieles encerrados en las iglesias con sus sacerdotes y el pueblo que se manifestaba. No hubo alcalde que no aprobara el cisma de Llerena y su antiguo convento de León e incluso los jueces se sublevaron, apoyaron la revuelta y se negaron a reconocer al obispo de Badajoz.

La situación se complicó en todos aquellos pueblos de apellido León: Calera, Segura, Fuentes, Arroyomolinos, Fuentes… Y las autoridades, que no podían permitir tanta oposición, empezaron a encarcelar a los curas que se negaban a obedecer al obispo por Badajoz.

A pesar de la represión, el cisma duró dos años. Entre 1873 y 1875, Llerena y el convento de León fueron una diócesis independiente e indomable. Pero la Iglesia misma se había tropezado con la Iglesia, el gobierno tomó cartas en el asunto, obligó al gobernador equidistante a ponerse del lado del obispo de Badajoz. No sirvió de nada porque Llerena se amotinó de nuevo. Pero los poderosos han ganado. La rebelde Llerena y sus ciudades «leonesas» fueron devueltas al redil, Maesso se rindió, los curas rebeldes fueron expulsados ​​de sus parroquias y así terminó el cisma en estas irreductibles ciudades.


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