Extremadura

«Deberíamos recuperar el botón ‘apagado’ en nuestros dispositivos»

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Diego Hidalgo Demeusois (París, 1983) habla tanto de su currículum como de su historia familiar y también del listado de empresas que ha recopilado. Es nieto de un exministro de la Segunda República e hijo de Diego Hidalgo Schnur, empresario, filántropo, mecenas creador de la Fundación Maimona y amigo del Rey Emérito Juan Carlos I, Bill Clinton o Gorbachov, entre otros nombres de la historia. Hidalgo Demeusois estudió Filosofía, Política y Economía y tiene una Maestría en Relaciones Internacionales del Instituto de Estudios Políticos de París y otra en Sociología de la Universidad de Cambridge. Como emprendedor, fundó la primera plataforma española de car sharing (Amovens). Y una empresa para compartir espacios profesionales (Spacebee). Y uno para la restauración de edificios antiguos en Madrid y Barcelona (Pontejos). Y un fondo que invierte en empresas sociales (Ballenswort). Además, es mago profesional y habla español, inglés, italiano, alemán y árabe marroquí. Actualmente vive en Rabat, donde trabaja como consejero en la embajada de la orden soberana de Malta en Marruecos. Desde allí viajará hoy a España para presentar su primer libro en Cáceres, Badajoz y Los Santos de Maimonia. Se titula ‘Anestesiado’ (Editorial Catarata, 288 páginas, 18 euros), y su subtítulo anticipa su contenido: ‘La humanidad bajo el dominio de la tecnología’.

– ¿Algunos de nosotros estamos más anestesiados que otros?

-Sí, pero sería un error pensar que los más anestesiados son los adolescentes o las personas que están más inclinadas a dejarse controlar por la tecnología. Las tecnologías tienen una relación extremadamente asimétrica con nosotros. Tienen herramientas muy poderosas para controlarnos sin que nos demos cuenta. Y el primer paso que debemos dar es que cada individuo tome conciencia de su vulnerabilidad para protegerse. Los vulnerables no son solo otros. Todos lo somos.

– ¿Estamos anestesiados o nos auto anestesiamos?

«No creo que estemos anestesiando». Creo que aceptamos que la anestesia es el precio a pagar para beneficiarnos de todo lo positivo que nos aporta la tecnología: su eficiencia, su capacidad para divertirse … Una clave que explica esta situación de la anestesia son los modelos de negocio que roban piezas de nuestra libertad, a cambio de productos y servicios que nos son de gran utilidad. Creo que hay un cierto consenso por nuestra parte sobre esta anestesia, como requisito para someternos a esta operación. Pero muy pocas personas tienen claros los detalles de esta operación. Creo que si supiéramos lo que está en juego en esta operación, no aceptaríamos esta anestesia.

– Por eso escribe que «estamos lejos de comprender el coste real que estamos pagando por el uso de la tecnología digital …».

«No soy tecnófobo en absoluto». De hecho, soy un emprendedor digital. La tecnología nos proporciona excelentes herramientas para muchas cosas, pero mi libro trata sobre la factura que tenemos que pagar para disfrutar de estas herramientas. Es una historia que no nos han explicado bien. Es como si te estuvieran invitando a una cena maravillosa, donde nunca piensas en la factura que tendrás que pagar, y cuando te la traen, no la entiendes. No critico si la cena es buena o mala o si tu experiencia en el restaurante fue mejor o peor, útil o no. Lo que yo critico es la factura oculta, opaca, invisible, dolorosa que te hace pagar por asistir a esa cena.

– ¿Qué fármacos o antídotos tenemos contra esta anestesia?

-No sé si hay varios medicamentos, pero hay tratamientos para intentar despertar de la anestesia, y en el libro propongo algunas pistas, tanto a nivel individual como político. A nivel individual, todo tiene que ver con la incorporación de barreras en el espacio y el tiempo contra las tecnologías digitales en nuestras vidas. Procura que no entren en la totalidad de nuestra existencia y que haya momentos de nuestra vida diaria preservados de la intrusión tecnológica. Debemos reservar momentos para nuestra conciencia, para pensar en nosotros mismos e interactuar con los demás sin la mediación de la tecnología. Esto es lo que yo llamo la reinvención del botón de «apagado». Lo hemos tenido en todos nuestros dispositivos tecnológicos durante toda nuestra vida, pero últimamente está desapareciendo. Lo hace, pero lo usamos poco. Vivimos en un entorno de conexión permanente que nos hace menos libres, porque no somos nosotros quienes usamos la tecnología, sino la tecnología la que nos usa. Esto es exactamente lo que trato de explicar en el libro. La industria de la tecnología tiene medios infinitamente más poderosos que los nuestros como individuos. Y esto la convierte en una batalla absolutamente desigual y puramente individual. Para ello, las autoridades públicas deben actuar. Empoderarnos a nosotros mismos, en el sentido de darnos los medios para preservar nuestra libertad. Los estados regulan cuestiones como el acceso a los juegos en línea, y eso está bien, pero afecta a un pequeño porcentaje de la población. Lo que hace la tecnología constituye un ataque a los seres humanos. Lejos de cualquier radicalismo, deberíamos plantearnos si merece la pena prohibir el modelo de negocio de empresas como Facebook o Google, que básicamente se ocupan de comerciar con piezas de nuestra libertad. Estamos hablando de algo que afecta la dignidad e integridad humana.

– ¿Es esta anestesia un motivo de especial preocupación en los adolescentes?

– Es preocupante, pero no podemos centrar el debate solo en ellos, porque los primeros en anestesiar son los adultos, que muchas veces anestesian a los menores a una edad temprana, poniéndoles un ‘smartphone’ o una tableta en la mano para que puedan salir por un momento. un par de horas. Es muy difícil resistir esta tentación, pero los adultos tienen una gran responsabilidad en este sentido, porque los menores son más vulnerables. Desde el punto de vista neurológico, los niños y adolescentes se encuentran particularmente desamparados ante esta invasión de la tecnología digital. Entre otras razones, por qué los adolescentes tienen menos desarrollado su cerebro social, su capacidad para distanciarse de la presión social. Es menos probable que escapen a la presión de, por ejemplo, las redes sociales. Esta presión de la tecnología digital puede afectar el aprendizaje de idiomas y el entrenamiento neurológico general.

– ¿Cuál es su relación con Extremadura?

–Siempre he tenido un gran cariño por Extremadura. Siempre me ha gustado ir a Los Santos de Maimona, donde tenemos mucha familia, aunque esté lejos. Para mí era impensable no presentar mi libro en Extremadura. Junto a Madrid y Barcelona, ​​era el lugar más natural para ir a presentarlo, como hacían en su día mi padre y mi abuelo.

Las presentaciones

  • En Cáceres
    Lunes 22, a las 20:00 horas en el hotel Barceló V Centenario.

  • En Badajoz
    Martes 23, a las 19:00 horas en la sede de la UBEX (vía Encarnación).

  • En Los Santos de Maimona
    Miércoles 24, a las 19.30 horas en la Casa de la Cultura.


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