Curiosidades

Esta prueba puede cambiar las entrevistas de trabajo y hacerlas aún más estresantes

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Nunca seré quarterback. No tengo las habilidades necesarias para serlo. Soy demasiado bajito y tengo asma, por lo que mis pulmones sufren tras unos minutos de esfuerzo físico. En el instituto, los únicos grupos universitarios que se interesaron por mí, fueron las bandas de música.

No obstante, hace poco me sometí a la evaluación de jugadores más importante de la NFL, y resultó que tengo varias aptitudes que buscan los equipos profesionales. De hecho, superé a casi todos los candidatos al draft en algunas categorías de esta prueba, y solo fallé en una. ¿Y lo mejor? No tuve ni que sudar.

Hice el examen sentado en una silla de oficina en la sede una empresa de pruebas llamada S2 Cognition, situada en Tennesse, Estados Unidos. La prueba se presenta como la «única evaluación deportiva que mide científicamente las capacidades cognitivas de un deportista a la velocidad del juego, a un nivel de milisegundos», y parece un cruce entre jugar al Pong y que te examinen la vista. Sin embargo, se ha convertido en un test esencial para que muchos ojeadores encuentren al próximo deportista de élite. Más de 52 universidades y 16 de los 32 equipos de la NFL pagan a S2 para que gestione las pruebas de los posibles fichajes y mantenga la confidencialidad de los resultados.

Jack Marucci, responsable deportivo de la prestigiosa Universidad de Luisiana, afirma que ese test le ayuda a identificar las fortalezas y debilidades naturales de los deportistas y a diseñar entrenamientos personalizados para lograr el máximo rendimiento posible. «Aquí tenemos muchos Maseratis, pero tenemos que afinar un poco el motor y averiguar qué es lo que va a hacer que rindan al máximo», señala.

Aunque otros han cuestionado la supuesta eficacia de la prueba de S2, la empresa se está expandiendo a sectores más allá del deportivo, como en los cuerpos de seguridad, el ejército e incluso en las salas de juntas. En un futuro no muy lejano, a medida que se va actualizando el proceso de contratación de las empresas para averiguar todo lo posible de los candidatos, es posible que te veas realizando uno de estos test para conseguir tu próximo trabajo.

Esto es lo que me trajo a Nashville, Tennessee. Puede que mi genética me haya condenado a no ser deportista profesional, pero quizá los resultados del test de S2 puedan ayudarme a llegar a la élite de la industria tecnológica. De alguna manera, me resulta un poco más fácil creerlo.

Happy hour trabajo ilustración

Cuando llegué a las flamantes oficinas de S2 en primavera, aún sin decorar, me recibieron sus fundadores, Brandon Ally y Scott Wylie, dos deportistas universitarios que ahora son neurocientíficos. Tras dedicar el inicio de sus carreras a investigar las diferencias individuales en el deterioro cognitivo (Ally estudió el Alzheimer y Wylie el Parkinson), fundaron S2 en 2015 y decidieron que podían aplicar su trabajo al estudio de las diferencias individuales en la función cognitiva de deportistas de talla mundial. «Esencialmente, trabajamos en ambos extremos del espectro, desde el deterioro hasta la expresión de élite de los sistemas cognitivos», explica Ally.

Despertaron interés por su trabajo con los quarterbacks, ya que se mide su velocidad en el campo. La diferencia entre lanzar un touchdown y sufrir un brutal sack (cuando los defensores placan al quarterback) puede depender de esa décima de segundo extra que el quarterback tarde en reaccionar. Para calibrar si tiene la capacidad mental para manejar la presión y el ruido, S2 ha diseñado una secuencia de pruebas que miden su tiempo de reacción, el control de sus impulsos y la velocidad de procesamiento, entre otros rasgos.

En 2016, S2 encontró un gran nicho en la NFL. Para los responsables, la selección de jugadores es una decisión de alto riesgo, en las que se juegan no solo cientos de millones, sino su propio empleo. Elegir al quarterback equivocado puede hacer retroceder años a un equipo, mientras que hacerse con el próximo Patrick Mahomes o Lamar Jackson (ninguno de los cuales fue el primer quarterback drafteado de su promoción) puede llevarlos a luchar por la Super Bowl. Por tanto, no es de extrañar que paguen grandes cantidades por esta prueba, que promete darles una ventaja en la toma de decisión.

Durante muchos años, el estándar para evaluar el cerebro de los jugadores de la NFL fue el Wonderlic, un breve test de inteligencia con una serie de preguntas cada vez más difíciles. Aunque se sigue utilizando en el mundo empresarial, a menudo como parte del proceso de entrevista, ya no se usa en el deporte profesional, ya que las investigaciones indican que sus resultados no están estadísticamente correlacionados con el rendimiento deportivo. Además, el Wonderlic ha recibido críticas por perpetuar prejuicios raciales y socioeconómicos.

«Siempre vivimos bajo el fantasma del Wonderlic. La gente cree relaciona esa prueba con la nuestra, creyendo que mide solo el coeficiente intelectual», comenta Ally. Para S2, añade, convencer a los posibles clientes de que «hay cosas en el cerebro, y que el cerebro hace, que pueden correlacionarse con el rendimiento en el deporte, es un reto de marketing». John Michel, profesor asociado de gestión y organizaciones en la Universidad Loyola de Maryland, que ha estudiado a fondo la eficacia de las pruebas en el lugar de trabajo, está de acuerdo en que sin test distintos. Mientras que el Wonderlic, dice, solo evalúa la inteligencia cristalizada (¿Cómo de bien puedes recordar algo que has aprendido?), el test de S2 mide la inteligencia fluida (¿Cómo de bien puedes observar múltiples objetos moviéndose a la vez en el espacio? ¿Hasta qué punto puede seguir la pista de las cosas?).

¿Puede una prueba diseñada para deportistas ayudar realmente a las empresas a evaluar candidatos y acelerar el acceso de posibles directivos?

Pero no todo el mundo está convencido de que la prueba de S2 sea una solución. En abril de 2023, un periodista independiente publicó los resultados filtrados de la prueba del quarterback de Ohio C.J. Stroud, entonces favorito para ser el primer jugador seleccionado en el draft de la NFL, por delante del quarterback de Alabama Bryce Young. El informe indicaba que Stroud había clavado la S2, con una puntuación de 18, mientras que Young obtuvo una puntuación de 98, muy superior. Una semana después, Young fue drafteado primero en la general, y Stroud cayó al segundo puesto. Pero entonces Stroud, el supuestamente menos inteligente, tuvo una de las mejores campañas de novato de todos los quarterbacks de la NFL, mientras que Young no rindió tan bien. 

En aquel momento, la prensa se llenó de titulares que calificaban a S2 como un nuevo Wonderlic, o como una auténtica farsa.

Aunque el S2 no quiere hablar públicamente de los detalles de los resultados de Stroud, Ally sí explica que la puntuación comunicada por Stroud «no era legítima». El propio Stroud pareció admitir que no se esforzó al máximo en la prueba: «En algunas cosas me aplico, en otras no», declaró a The Athletic.

Sin embargo, la reacción ha continuado este año. En febrero, la destacada agencia deportiva Athletes First, que representa a Stroud, al quarterback de los Jets Aaron Rodgers y a muchos otros jugadores de élite, dio instrucciones a sus clientes para que se saltaran las evaluaciones cognitivas, entre ellas el S2 y el Athletic Intelligence Quotient, un test rival.

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Volviendo a mi visita a la empresa S2, llegó el momento de hacer la prueba. A diferencia del Wonderlic, el test no se parece en nada a un examen estandarizado: se trata de una batería rápida de simulaciones visuales llenas de presión que requieren una toma de decisiones en fracciones de segundo, realizadas en un portátil o en una consola Xbox conectada a un teclado hipersensible. «Me da igual que tengas un coeficiente intelectual de nivel Einstein o que roces el aprobado. Para esta prueba, es irrelevante», me dijo Wylie justo antes de empezar.

Acordamos que no divulgaría los detalles de la prueba, pero sí puedo decir que consta de ocho módulos de cinco minutos: uno evalúa tu velocidad de percepción, otro tu capacidad de seguimiento y otro tus habilidades para intuir un patrón sobre la marcha. Muchos incluyen puntos que vuelan por una pantalla o parpadean ante tus ojos, y exigen una reacción instantánea pulsando un botón o una flecha.

El test es agotador, requiere una concentración intensa y mantener la vista fija. Puede que no estuviese en un campo de fútbol, pero pude sentir la presión. En determinados momentos estaba muy concentrado, y en otros había algún impulso subconsciente que desviaba mi atención, afectando a mi destreza para pulsar botones. Al final, me sentí agotado y estaba seguro de haber fracasado.

 

Sin inmutarse por la polémica sobre Stroud, S2 ha empezado a vender sus pruebas a otros sectores. Los diversos organismos policiales y los grupos militares de operaciones especiales con los que se ha asociado hasta ahora parecen una extensión natural: las personas que trabajan en ambos campos suelen necesitar la misma capacidad de toma de decisiones en fracciones de segundo que los deportistas.

No obstante, la expansión de la empresa al sector corporativo supone un cambio más drástico. ¿Puede una prueba diseñada para deportistas ayudar realmente a las empresas a evaluar candidatos y acelerar el acceso de posibles directivos?

Para aquellas empresas que hacen un uso intensivo de las métricas, la prueba de S2 no difiere mucho de las que llevan décadas utilizando para evaluar a los candidatos. Los tests de inteligencia y de personalidad, como los de Myers-Briggs o el Eneagrama, se utilizan desde hace tiempo para evaluar la aptitud, inteligencia y adecuación cultural de los candidatos. Muchas de las principales compañías del mundo, como Goldman Sachs, Boeing, Meta y Alphabet, ya hacen muchas de las cosas que ofrece S2, aunque reuniendo a equipos de psicometristas o expertos en recursos humanos en centros de evaluación. No es de extrañar, por tanto, que empresas de la lista Fortune 500 se hayan puesto en contacto con S2. (La empresa no revela qué clientes tiene de ámbitos no deportivos).

"Me da igual que tengas un coeficiente intelectual de nivel Einstein o que roces el aprobado. Para esta prueba, es irrelevante", me dijo Wylie justo antes de empezar.
«Me da igual que tengas un coeficiente intelectual de nivel Einstein o que roces el aprobado. Para esta prueba, es irrelevante», me dijo Wylie justo antes de empezar.

Alberto Miranda para Business Insider

Hace unos años, S2 puso en marcha un programa piloto en tres empresas de distintos sectores. Wylie afirma que se centró en evaluar a los empleados y debatir con ellos, en lugar de con sus jefes, cómo los resultados les ayudarían a «entenderse a sí mismos un poco mejor, más allá de la personalidad y la dinámica de grupo» y encontrar formas de ajustar su trabajo para mejorar el rendimiento. «Si podemos ayudar a cada individuo a maximizar su rendimiento y eficiencia, elevaremos los departamentos y los equipos», argumenta Wylie. El equipo de S2 se dio cuenta de que algunos trabajadores tenían menos interés que otros en que sus jefes supiesen ciertas cosas.

Cuando Ally y Wylie evalúan a los directivos de la élite, se fijan en los sistemas dinámicos de memoria, incluida la memoria explícita e implícita (recuerdo frente a intuición), y los sistemas cognitivos ejecutivos (como el control de los impulsos y la asunción de riesgos). Algunos de ellos coinciden con las habilidades de un deportista profesional, mientras que otros no.

Michel afirma que un test de inteligencia fluida como el de S2 podría ser útil para decidir si un candidato es el más adecuado para un puesto directivo, pero solo como parte de un conjunto de pruebas y revisiones de su trabajo, o como forma de reducir el número de candidatos a entrevistar.

Wylie y Ally también opinan que sus pruebas deberían funcionar en tándem con otras evaluaciones. Al fin y al cabo, quizá no haya mayor señal de alarma para un trabajador que el hecho de que su futuro jefe confíe en una sola métrica para decidir si encaja, si puede hacer frente al trabajo y estar a la altura de las expectativas. Sé a ciencia cierta que a mí no me gustaría.

 

Después de terminar mi prueba, caminé nerviosamente por el pasillo hasta una sala de conferencias, donde Wylie mostraba mis resultados en la pantalla de un portátil. Para mi sorpresa, sonreía.

Resultó que mi capacidad de seguimiento (mi habilidad para seguir los movimientos alrededor de una pantalla) era casi estelar. Mi velocidad de percepción era bastante media (48), pero mi control de los impulsos era superior a la media (84).

Pero en el aprendizaje instintivo, en el que tenía que confiar en mi instinto, descubrir un patrón y seguirlo a pesar de las distracciones, obtuve una puntuación de 97. La mayoría de la gente se levanta y dice: «Vaya, ha sido difícil. Pero tú dedujiste las respuestas óptimas muy rápidamente, muy eficientemente», me dijo Wylie.

Yo le había comentado que me distraigo con facilidad y que me cuesta concentrarme. Pero obtuve una puntuación de 98 en la prueba de control de la distracción. «No me importa lo que digas: cuando quieres bloquear las distracciones, puedes», concluyó Wylie.

Tal vez sea hora de que yo, como trabajador, modifique mi entorno para encontrar mejores formas de eliminar las distracciones y concentrarme. Cuando por fin lo consiga, las oficinas de la NFL deberían llamarme. No estaré en el campo, pero quizá pueda dirigir un equipo.

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