PAMPLONA, 3 de noviembre (PRENSA EUROPA) –
Acosar o controlar el teléfono celular de la pareja, interrumpir las relaciones de las mujeres con otras personas en línea o espiar sus teléfonos celulares son algunos de los comportamientos más comunes de la ciberviolencia masculina contra las mujeres.
Así lo ha señalado Miguel Ruiz-Marfany, jefe del Grupo de Delitos Informáticos de la Policía Foral, durante su intervención en las II Jornadas sobre Ciberviolencia, organizadas por el Instituto Navarro para la Igualdad, que reunió a unos 70 profesionales en su primera sesión . Es una sala de formación dirigida a quienes trabajan en el ámbito de la violencia contra la mujer (despacho jurídico, psicología, educación y trabajo social, fuerzas y cuerpos de seguridad, sanidad, igualdad, etc.) y adquieren competencias para atender a las mujeres víctimas de esto de preocuparse por la realidad.
Miguel Ruiz-Marfany señaló que los hombres suelen pedir a sus parejas que les muestren chats, compartan sus contraseñas personales o censuren sus actividades en las redes sociales, generalmente fotos.
El inspector ha destacado que existe un “número negro” sobre la prevalencia de la ciberviolencia (delitos no cuantificados porque no se denuncian y no hay datos) por diversas razones. Entre estos citó la “vergüenza” de la víctima, las presiones sociales y familiares, la falta de confianza en el sistema judicial/policial por temor a la revictimización o temor a represalias por parte del agresor.
Asimismo, Marfany compartió con los asistentes el Plan de Prevención de Ciberdelincuencia que la Policía Foral debe hacer frente a esta realidad. Está en línea con el plan de ciberdelincuencia del Ministerio del Interior e incluye la sensibilización en los centros educativos; campañas de información; y la colaboración con diversas instituciones y organizaciones. Para finalizar, Marfany ha explicado algunas medidas que se pueden tomar contra las apps espía y cómo borrar la “huella dactilar”.
La directora ejecutiva del INAI-NABI, Eva Istúriz, inauguró la jornada, que contó con la atención de la Inspectora Provincial de Policía, Amparo Díaz, abogada especialista en violencia contra la mujer, y Paola Fernández, psicóloga e implementadora y coordinadora de recursos.
En su intervención, Istúriz ha destacado los retos a los que se enfrentan los recursos de atención a las víctimas, dada la especificidad de este fenómeno, “dar a las mujeres que sufren este tipo de violencia en Navarra una respuesta integral y lo más beneficiosa posible para la víctima”. “Es necesario conocer las particularidades de este tipo de agresiones, qué hacer y qué no hacer, para recabar pruebas y buscar la idoneidad de nuevas conductas, pero ya tipificadas como modalidad delictiva en el código penal”, explicó. .
En este sentido, Istúriz destacó las estrategias que está utilizando el Gobierno de Navarra para intentar erradicar este fenómeno: la prevención (a través de campañas de sensibilización y educación), la persecución de los delitos y la atención integral a las víctimas. En este contexto, mencionó el futuro centro de crisis 24 horas de atención especializada en violencia sexual que se abrirá en Navarra tras una inversión de 1,3 millones de euros de los fondos europeos Next Generation EU y en el marco del plan de recuperación, donde los delitos de ciber La violencia también tendrá un lugar.
Para finalizar, la directora agradeció el apoyo de los distintos profesionales “que refleja la necesidad de formación que existe en los ámbitos que atraviesan este fenómeno y cuyo trabajo contribuye a la eliminación de la violencia contra las mujeres y la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres”.
APLICAR EL ENFOQUE TIC: RECOLECCIÓN DE DATOS VIRTUALES
Bajo el título “De la violencia contra la mujer a la ciberviolencia contra la mujer: pautas de intervención para la recuperación de las víctimas”, la abogada especializada en violencia contra la mujer Amparo Díaz ha destacado que la experiencia de la víctima muchas veces no llega o llega muy a menudo por prejuicios y automatismos reducidos a los tribunales.
Por ello, ha recomendado que a la hora de recopilar relatos y datos al recibir denuncias, opiniones, informes de evaluación o similares, se sea detallado y se incluya también el enfoque TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) con el fin de “desvelar los hechos” que brinda la “ Huellas” de la Ciberviolencia “Recoger el relato profundo de la víctima es necesario para su protección, recuperación y esclarecimiento de los hechos”, dijo.
El letrado también ha pedido que otros profesionales tengan en cuenta la compleja dimensión psicológica de las víctimas, «cuyas reacciones y comportamientos pueden ser diferentes en cada momento del proceso, y eviten realizar juicios de opinión que desacrediten su relato». También invitó a los expertos a evaluar “sus propios prejuicios y automatismos así como su nivel de formación”, según indicó.
TRAUMA POR VIOLENCIA CIBERNÉTICA Y TALLERES
Finalmente, Paola Fernández, psicóloga, implementadora y coordinadora de recursos de atención, realizó una presentación sobre “El impacto de la ciberviolencia contra la mujer en la salud mental de las mujeres jóvenes: implicaciones para el trauma”. Fernández ha advertido que las jóvenes tienen dificultades para reconocer situaciones de desigualdad en su vida cotidiana, ya que atribuyen estos comportamientos a las características o modo de relación de su pareja, más que a la desigualdad estructural.
Además, las TIC contribuyen al mantenimiento del sistema de dominación, con particulares consecuencias sociales y personales (reputación dañada, desvalorización social, reacción antisocial – inadaptación social, aislamiento, autocensura, vigilancia constante, etc.).
Según la macroencuesta sobre violencia contra las mujeres realizada por la Delegación del Gobierno contra la violencia de género en 2019, el 18,4% de las mujeres ha sufrido acoso en las redes sociales. El 7,2% recibió imágenes sexualmente explícitas que les hicieron sentirse ofendidos, humillados o intimidados.
El 4,3% de las mujeres que han sido acosadas repetidamente experimentaron que el acosador publicaba fotos, videos o información personal en Internet o redes sociales o los enviaba a terceros a través de servicios digitales. Cuanto menor es la edad, mayor es la incidencia; En menos de una década, los delitos de contacto mediante tecnología con menores de 16 años con fines sexuales se han quintuplicado en España.
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