Y es que en Madrid no van con respeto y la secretaría general del partido que controla Teodoro García Egea ha lanzado una ofensiva que lleva a Bonig a dar un paso atrás y renunciar a la candidatura en el próximo congreso autonómico.
En esos días en los que, a medida que avanza el Levante-EMV, Bonig ha congelado su agenda pública para ponderar qué hacer, el líder habría repasado los costes personales y políticos que puede conllevar unirse a uno Facing Génova, que ya ha demostrado en otros. áreas en las que este es el caso, no se da la mano. El periódico se enteró de que varios funcionarios locales han recibido llamadas advirtiendo que podría haber consecuencias por la asistencia de Bonig.
Fuentes cercanas a Bonig aseguran que la presidenta no tomó la decisión y que esperará hasta que esté claro antes de hablar sobre lo que podría ser antes de las elecciones de Madrid. Bonig, que no tenía agenda desde el viernes (el día en que se habría realizado la visita a Génova), esquivó ayer a la prensa y no asistió al pleno de las Corts esa mañana, durante el cual la vicepresidenta Mónica Oltra hizo declaraciones sobre el caso de abusos sexuales. de un menor por el que su exmarido fue condenado.
Ayer fue un día importante para el PP, pero Bonig no estaba en su asiento y solo su mano derecha, Eva Ortiz, apareció en semicírculo durante unos minutos. Según fuentes oficiales, tuvo reuniones en el partido y en las oficinas de las Corts. El mandatario regional fue a comer a la cámara pero no fue visto por la prensa. Hoy el presidente Puig tiene que volver a comparecer en la reunión de control, pero tiene la intención de guardar silencio.
Sin embargo, el hecho es que el fideicomisario igualmente popular se siente cada vez más solo. Hay una opinión generalizada en el PP valenciano de que es un suicidio político que Bonig ignore Génova y arranque su candidatura porque carece del apoyo clave: el de las estructuras provinciales que ha ido perdiendo poco a poco desde la llegada de Pablo Casado a Génova.
Primero fue Alicante, luego Valencia y más recientemente Castelló, zona donde Bonig vio de primera mano las dificultades de una candidatura alternativa a oficial. En esta provincia, la presión contra la candidata Carmina Ballester fue enorme, dicen fuentes populares. Hasta hace unos días, Bonig le aseguraba que no tendría ningún problema en luchar por una candidatura en las primarias. Siempre los ha defendido, pero la realidad es que la fórmula implementada en el partido es una trampa ya que la última palabra la tienen los compromisos y compromisos que pueden ser controlados por la dirección provincial.
Dada la pandemia y las limitaciones de capacidad, la votación telemática (que finalmente se finalizó en Castelló) elimina los votos vacíos de la ecuación, mientras que el uso de una aplicación que controla Génova proporciona menos anonimato por seguridad que votar en persona.
Bonig tampoco tuvo nunca el ejército con el que había soñado cuando tomó las riendas del partido, y aunque logró ciertas complicaciones con el tiempo, nunca tuvo la influencia y el control que tenían otros. También ha visto volver al escenario al ex presidente Francisco Camps y alentar otra candidatura que podría exacerbar el descontento de aquellos sectores del partido que temen un desembarco en Alicante y rechazan el «dedo» de Génova.
Dado que hay pocas oportunidades para retener la presidencia, la decisión de Bonig se expresa en otros parámetros: el de principios. Para la cúpula autonómica, pero también es una opinión compartida por otras voces, Bonig no merece tal final, sobre todo cuando la restauración de la Generalitat puede estar más cerca que nunca. Quienes defienden su continuidad apuntan a la erosión que está sufriendo esta travesía del desierto de un año en oposición al líder del partido que ha sido devastado por los casos de corrupción.
Rechazo del Senador Territorial
El otro elemento que está sobre la mesa es más prosaico: su encaje en el juego una vez que se completa el relevo. Génova siempre se ha preocupado por la valiosa salida que se le dio. Los movimientos en Castelló y la promesa al expresidente Alberto Fabra de encabezar la lista del Senado habrían dejado vacante el cargo de Senador Territorial, pero es un desenlace que Bonig no quiere.
Otro problema que queda por resolver es si, si tira la toalla, aceptará continuar como fideicomisaria en las Corts, es decir, seguir cargando con el peso de la oposición, sabiendo que los frutos de esa labor no lo harán. se recogen de ella.
El eslabón más débil del plan de Génova es precisamente la falta de visibilidad de Mazón en el centro neurálgico de la política, es decir, en el parlamento valenciano con un grupo que también está muy a la medida del presidente Bonig.
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