Beatriz Oliver disfruta de la beca que le permite pasar un año trabajando en el departamento de restauración de uno de los museos más importantes del mundo
«Uno no se acostumbra a entrar vacío en el Museo del Prado». Beatriz Oliver, de 28 años y natural de La Pobla de Vallbona, es una de las pocas personas en España que esperaba con ansias el final de sus vacaciones navideñas para volver a su lugar de trabajo, una de las pinacotecas más importantes del mundo. .
Desde septiembre disfruta (y el verbo es más que apropiado aquí) de la subvención de la Fundación Iberdrola para la restauración de marcos del Museo Nacional del Prado. Unos años después de finalizar sus estudios de Bellas Artes y Restauración y Conservación, actualmente está cursando el doctorado, que le sucede desde el 7 de septiembre, cuando comenzó a trabajar en la “curación” de los marcos de las pinturas más importantes del mundo.
Su primer día fue «algo en lo que no crees, no sabes cómo llegaste aquí». Pero nadie le regaló nada a Beatriz, quien tuvo que pasar una exigente serie de pruebas, entre entrevistas personales y pruebas selectivas sobre conceptos relacionados con su obra.
La explicación de su día a día comienza casi irreal: «Antes de que se abra al público, revisamos habitación por habitación para comprobar que todos los encuadres son correctos», explica habitualmente. A veces hay algunas habitaciones que todavía no tienen luz, entonces tienen que usar una linterna, “y a veces te encuentras frente a Las Meninas o un cuadro de El Bosco y es bastante increíble”, agrega.
Esta amante de las obras de Toulouse-Lautrec y El Greco reconoce que en sus primeras semanas sintió cierta presión por no cometer errores, presión que, aunque fue amainando, no fue óbice para que mantuviera un alto espíritu de integridad, de responsabilidad, de saber lo que tiene en sus manos.
Oliver, con uno de los cuadros que está restaurando. /
El Prado es el único museo que cuenta con este «taller» de restauración de marcos, «un concepto bastante novedoso», y que busca corregir tanto las pequeñas imperfecciones que pueda tener el marco como algunas imperfecciones estéticas que reparó cuidadosamente. Y hay muchos que necesitan su cuidado.
De los primeros cuadros que tuvo en sus manos recuerda “uno de Joaquín Sorolla para una exposición en curso”.
Oliver señala que también tiene la oportunidad de acceder a los almacenes «donde se almacenan más obras de las que se exhiben» para atender las pinturas que más lo necesitan.
Tu beca finaliza el 31 de agosto, una fecha que no quieres ver para seguir disfrutando del privilegio de estar con tantas obras de arte.
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