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La etarra Iratxe Sorzábal no reconoce su implicación en dos atentados en Gijón

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Jorge NavasJorge Navas

Madrid

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Hoy se ha celebrado la primera sesión del juicio a la etarra Iratxe Sorzábal, acusada de asistir a dos Atentado junto a una farmacia y los juzgados de Gijónque no cobró vidas en noviembre de 1996, pero causó considerables daños materiales.

El fiscal le pregunta 46 años de prisión18 por cada uno de los dos atentados y otros diez por pertenecer a ETA, además de una Indemnización de más de 300.000 euros para las víctimas, entre las que se encuentran el Ministerio de Justicia (277.962), el Ayuntamiento de Gijón (12.212) y otras personas y entidades afectadas. Esta demanda del Ministerio Público es compartida por el Ministerio Público y la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que persigue la acusación particular.

Sorzábal, que declinó responder a las preguntas de la AVT, admite que fue miembro de ETA, pero no que a pesar de ello estuvo implicado en estos atentados de Gijón Confesó en la Guardia Civil cuando la detuvieron en 2001. Hoy se adhiere a una estrategia de defensa recurrente entre otros etarras: rechazar su primera confesión alegando que no era válida porque creía que la había hecho «bajo tortura».

En eso insistió incluso entre sollozos esta mañana, especialmente durante el turno de preguntas de su abogado. Sin embargo, el fiscal le recordó que tanto un juzgado docente como la Audiencia Provincial de Madrid Ya han presentado denuncias por estas supuestas torturas. No obstante, la etarra confía en que el caso se reabrirá en breve ya que asegura haber facilitado más información.

Date cuenta que era de ETA

Iratxe Sorzábal fue detenida en Francia en 1997 después de que la policía francesa desmantelara dos viviendas en este país que ETA utilizaba, entre otras cosas, para entrenar a futuros miembros de la banda terrorista. sí misma reconoció que ayudaba a los etarras a cruzar la frontera desde el año anterior de Irún, donde vivía y trabajaba como profesora en una iksatola (escuela en euskera) y daba clases particulares en un lugar donde también hospedaba a otro etarra. También afirmó que había alquilado otros locales, por ejemplo en el municipio de Usúrbil, por orden de ETA.

Pasó dos años en una prisión francesa antes de ser expulsada del país por las autoridades francesas a fines de 1999. De regreso a España, se instaló en Hernani y trabajó en las luego proscritas Gestoras Pro Amnistía, donde denunció supuestas torturas a etarras. Hasta que la Guardia Civil la detuvo en 2001, gracias a las investigaciones iniciadas tras las pistas que surgieron en Francia, recogiendo diversas pruebas en el registro de su domicilio, además de llamadas telefónicas, alquilando locales por cantidades sospechosas a alguien con sueldo de profesor e incluso mensajes encriptados en el extinto diario etarra “Egin”.

Otro etarra detenido recientemente, Aitor Olaizola, identificó a Sorzábal como la persona que lo reclutó para unirse a ETA. Enjuiciamiento También la vincularon a un «Talde» (o grupo de apoyo) de la comandancia de Donosti, responsable del atentado en el País Vasco, por lo que denunció todo ello ante la Audiencia Nacional en 1999. Así lo han manifestado agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional implicados en la investigación, detención y primera confesión de esta etarra durante su comparecencia como testigo en el juicio de hoy.

La carta de la «autocrítica»

Gran parte de la primera sesión se centró en una carta escrita por la propia Sorzábal, en la que explica de su puño y letra lo que dijo haber concedido a la Guardia Civil “durante cinco días bajo tortura”. Como explicó uno de los inspectores de la Policía Nacional, Todos los etarras detenidos tenían la ‘obligación imperativa’ e informar por escrito, bajo amenaza de represalias, para que ETA sepa qué datos comprometedores han confesado a las fuerzas de seguridad.

El mismo inspector apunta que la carta de Sorzábal va para ETA «uno de los más detallados» testimoniado en su carrera profesional hasta el punto de que la propia acusada menciona su participación en otros atentados de los que las fuerzas de seguridad desconocían, como el incendio de una tienda de Mapfre en Irun en 1993, tres años antes de la fecha de su presunta entrada en ETA. Por su parte, Sorzábal insistió en que esta carta No es «autocrítica»como se dice en la jerga policial, sino otra forma de denunciar a ETA las supuestas torturas que aseguran les obligaron a confesar.

Mañana continúa el juicio ante la Audiencia Nacional contra Iratxe Sorzábal por las dos explosiones de Gijón y su pertenencia reconocida a ETA.

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