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Gijón
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No es fácil llegar allí. De las aproximadamente 560 galerías de arte que existen en España, sólo el diez por ciento se encuentran en ARCOMadrid. Y es que la ATM gijonesa ha conseguido pasar el filtro en multitud de ocasiones para consolidarse como única representante del Principado de Asturias en esta prestigiosa feria. Eso sí, gran parte del mérito es del trabajo de su director: Diego Suárez.
¿De dónde viene la abreviatura cajero automático?
Mi conexión con esta profesión es familiar. Mi padre comenzó su trabajo como galerista en 1958 con la Galería Altamira. El nombre proviene de un homenaje que rinde al personaje de Rafael Altamira. Y ATM es la abreviatura.
Su objetivo siempre ha sido modernizar la galería sin quitarle su esencia.
Como una cuestión de hecho. Recoger lo histórico, pero también contextualizarlo a otro tiempo ya otra persona: yo. Me pareció que así era como él, en cierto modo, no violaba la memoria preservada. El cambio de nombre fue emocionalmente muy difícil.; Tuve que ponerme al día con un poco de lentitud, un trabajo y una experiencia en la que estaba involucrado emocionalmente.
¿Y cómo definirías tu trabajo como galerista?
Creo firmemente que hay una vocación porque muchas de las acciones se adaptan a registros estéticos futuros y por eso esa creencia es necesaria en este trabajo. El gran secreto es poner el corazón y el alma en el trabajo. Trabajo, constancia, gestión del tiempo, recursos y por supuesto motivación.
¿Fueron difíciles los comienzos?
Como dije, cambiar el nombre de la galería fue muy difícil. Siempre empieza con incertidumbres, miedos y complejidades que tú le proporcionas motivaciones, con ese deseo y ese anhelo. Ven menos los peligros y los problemas que las ambiciones.
Estos últimos fueron los motivos que te impulsaron a abrir tu propio espacio en 2013. ¿Qué crees que has aportado al mundo del arte desde entonces?
Solo en uno: mira las referencias e intenta imitar y consolidar estas buenas prácticas.
¿Cuáles, por ejemplo?
Básicamente saber acompañar a un artista en su carrera. Esta es la esencia de mi trabajo. No solo contribuimos a la creación de su marca, sino que también tratamos de contribuir a su desarrollo. Estamos comprometidos con los programas internacionales de residencia de artistas. con el objetivo de evitar el estancamiento en la superficie sistémica y sumergirse en la esencia de las cosas.
¿Por qué tipo de artistas sueles apostar?
Dejamos que la práctica nos guíe mucho y controlemos su trayectoria. A partir de ahí comienza el trabajo. Hay muchas conversaciones previas para saber si estamos a la altura de acompañarlos bien, de enriquecerlos.
Sin duda, el espacio físico donde se ubica ATM (en Deva, Gijón) ofrece un valor añadido.
Era el espacio que esta estructura necesitaba para consolidarse y formalizarse. Necesitábamos un espacio sofisticado y amplio.en el que se pudieran activar los proyectos que los artistas tenían en mente en un ambiente motivador y con una personalidad muy marcada. Pesaba mucho el enriquecimiento de la experiencia contemplativa y era necesario trasladarla del centro de la ciudad a otro en el que estuviera rodeada de naturaleza.
¿Cómo han afectado las limitaciones del contexto local a la ATM?
Fuera de foco, la madurez es más tranquila. Y a veces hay ciertas fases de proyectos que maduran mucho mejor en la periferia. La intensidad de capital tiene aspectos buenos, pero también otros no tan favorables para el desarrollo de proyectos. Entendemos que la ciudad de Madrid reúne las mejores condiciones para la difusión y visibilidad de los proyectos, pero no necesariamente para su producción.
¿Alguna vez te has planteado mudarte a la capital?
No no y no. Nunca. De momento pensamos que hay estructuras en las que participamos de forma efímera e intermitente, como ARCOMadrid. Sin embargo, los cuarteles de invierno [Ríe] estas en el norte en Gijón, donde podemos ser competitivos ya que los costes fijos actuales son mucho más bajos. Esto nos permite una mayor financiación para determinados proyectos impensables en una capital tan importante como Madrid.
Mencionaste ARCOMadrid. ¿Qué significa esto para los cajeros automáticos?
El acceso a determinadas ferias normaliza nuestra forma de trabajar y supone un hito para nosotros. Esta es una motivación adicional y una mayor responsabilidad. Lo que más nos preocupa es mantener un nivel de motivación muy alto durante todo el año. Cuando te relajas, se cometen más errores. En este sector se penaliza más el fracaso que modifica el éxito. Y siempre mantenemos eso en el fondo de nuestras mentes. Para nosotros, cada feria es un proyecto. No es un listado de obras de artistas lo que representa ATM, sino una obra que parte de lo discursivo y emerge lo conceptual. Además, existe una relación entre las distintas ferias. Esto podría considerarse un identificador de cajero automático.
¿Administrar una galería de arte es una pasión o una inversión?
Sin duda es pasión. Estoy seguro de que la rentabilidad económica también se puede conseguir en otras empresas. Pero hay otros retornos no monetarios tan o más importantes que este que solo se pueden conseguir a través de estos espacios.
Finalmente, ¿cómo ve ATM dentro de diez años?
Sin duda, cada vez se especializan más en proyectos muy sólidos, aunque eso signifique producir menos al año.
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