multitud, calidez y alegría. Ese sería el telegrama para todo aquel que quiera saber cómo se desarrolló la Procesión Cívica de este domingo con motivo del 9 de octubre en Valencia. Por primera vez sin restricciones desde 2019, una vez pasado el espíritu del Covid, con verdadera aglomeración en las calles, favorecida por la colocación de las vallas más cerca del centro de la calle.
La calle San Vicente Mártir, por ejemplo, era un «túnel» por el que entraba el abanderado de este año Sergi Campillo rodeado de multitud. El aplauso fue la nota dominante con algunas palabrotas dispersas. De hecho, el único foco de protesta fue unos metros antes, en la Plaza del Ayuntamiento, cerca de la fuente, cuando unos grupos insultaron violentamente a las autoridades políticas sin mayores consecuencias.
Como de costumbre, el tren de los ciudadanos partió un poco tarde. Dieciocho minutos después los agentes municipales bajaron a la Real Senyera por el balcón municipal, cogida con dos cuerdas y con todas las precauciones. De pie, como manda la tradición, hasta que estuvo al alcance de las manos de la gente que esperaba abajo para dárselo a Campillo. Representantes de grupos comunitarios y una secretaria tomaron las borlas para estar cerca en caso de una caída, para poder ayudar.
Pero por suerte no llegó a eso. A la espera de que saliera la procesión, el alcalde Joan Ribó aprovechó para responder a las preguntas de los medios de comunicación y dijo que este domingo era fiesta para los valencianos, aunque también exigente. Recordó aspectos como la necesidad de mejorar la infraestructura ferroviaria. “Estamos muy atrasados”, dijo sobre este tipo de proyectos, para mencionar las cercanías o canal de acceso al Parque Central y el Corredor Mediterráneo. En la misma línea, habló de la necesidad de políticas ambientales y de protección costera.
La vicealcaldesa Sandra Gómez prefirió enfocarse en reformar el sistema de financiamiento. «Todos debemos tener las mismas oportunidades», dijo, para pedir un «acuerdo de todas las autonomías» tras reconocer que el tema es «complejo». El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que también estuvo presente en la marcha ciudadana, explicó este mensaje, que ya había utilizado unas horas antes en el Palau para la entrega anual de premios.
Por parte del PP, la portavoz del Ayuntamiento y Les Corts, María José Catalá, ha destacado que el 9 de octubre es “muy importante para mostrar las “señas de identidad” y el “respeto a nuestra configuración territorial, a nuestra historia, a nuestras tradiciones”. y exigir y exigir». , sobre todo que estamos muy orgullosos de esta gente que tenemos, fuerte y honesta».
Por su parte, el ponente de Ciudadanos en el Consistorio, Fernando Giner, explicó que la sesión de ayer “fue un día para celebrar nuestras señas de identidad, cultura y tradiciones. Pero también, lo que es justo, reivindicar nuestro peso en toda España y reivindicar la calidad de vida que nos merecemos. Pedimos al gobierno todas las inversiones, que siempre están dormidas”, denunció.
Mientras tanto, las calles de los alrededores se llenaban de más y más gente. Salieron los colores, la bandera y sobre todo el sentimiento. Todos los incorporaron a su ropa lo mejor que pudieron; desde camisetas de Valencia hasta banderas anudadas al cuello a modo de capa, también enrolladas a modo de vestido y llevadas en la cabeza a modo de diadema o accesorio hasta por los más pretenciosos. “Venimos todos los años y este no podía faltar después de la pandemia. Después nos gusta ver la mascletà y quedarnos aquí en el centro a comer, es toda una tradición para nosotros”, explica Andrea, acompañada de tres amigas.
Mientras la procesión aún no había salido de la plaza, junto al monumento a Francesc de Vinatea, un grupo con banderas de Falange se dedicó a gritar, abuchear e insultar a los miembros de la administración municipal. Con gestos y palabras groseras intentaban llamar la atención de los políticos, sobre todo cuando pasaban los miembros del Comprom, a los que trataban con más contundencia. También hubo insultos para los medios. Fueron rodeados por agentes de la Policía Nacional que los revisaron en todo momento.
El gobierno de la ciudad ha movido las vallas más cerca del medio de la calle en algunas calles, lo que ha aumentado la percepción de proximidad del público.
Como siempre, el foco de los insultos a los políticos estuvo a la altura de la fuente de la plaza del Ayuntamiento
El calor era sofocante y las calles sombreadas eran bienvenidas. Parte del público, cobijado bajo el ágora del diseño, la instalación efímera que se asienta donde se planta el fracaso comunal. Pronto llegó la parte más amable de la ruta, alejada del sol, que se estaba poniendo con fuerza justo después del mediodía.
La temperatura subía a medida que avanzaba el recorrido y eso ayudaba al ambiente. En la Calle de la Paz, el público siguió el desfile con abanicos, paraguas a modo de parasoles y gorras, pero sin parar los aplausos. “Vine con mi marido y mi hijo porque es algo que nos gusta, es la fiesta, poder ver la Senyera y disfrutarla en familia, hasta es emocionante”, comentó Julia.
En el Casino Agrícola de la calle Comedias, los aplausos aumentaron al paso de los dirigentes del PP, encabezados por Carlos Mazón y María José Catalá. El edificio se decoró íntegramente con banderas españolas y valencianas.
Mirando hacia arriba se podían ver balcones llenos de gente aplaudiendo, gritando y divirtiéndose también. “A ver, este abucheo parece un poco descortés, pero también te puedes expresar con libertad y al final hasta es divertido”, confesó Antonio, un joven que había venido con sus amigos solo para verlos pasar, porque eso es lo que les pasa. Los persiguen a lo que ellos llaman «lo importante», es decir, a criticar a los políticos. “Entonces a tomarnos todos un trago juntos y celebrar el día”, dijo.
Peor le fue a un joven sudamericano que amenazó con saltar una de las vallas, que la policía lo detuvo porque pasaba la Real Senyera. «Tengo que ir a trabajar», suplicó. «Llego tarde», dijo antes de sacar una tarjeta de identificación. Lógicamente, por seguridad, no había manera y tuvo que esperar a que pasaran los últimos miembros de la comitiva ciudadana.
Miembros de las instituciones en la planta baja. /
Lo cierto es que salvo abucheos, insultos o aplausos y vítores, la gente salió a la calle a disfrutar de la festividad. Minutos antes del disparo, la plaza del ayuntamiento estaba abarrotada. “Vinimos adrede a ver la Mascletà, eso es lo que más nos emociona porque es algo muy nuestro y que nos gusta vivir, es como las Fallas”, dijeron Xavi y Neus antes de la Pirotecnia Mediterráneo- Show, la misma compañía responsable del castillo de fuegos artificiales la noche anterior en la gran explanada del campus de Tarongers.
La calle de la Paz estaba sorprendentemente despejada a pesar de haber estado parcialmente cerrada unos días antes por obras del Departamento del Ciclo Integral del Agua para renovar una tubería de agua potable. La decisión fue retirar todo el material posible para que apenas quedara un contenedor y quedara grada cerca de la salida, cerca de la Plaza Alfonso el Magnánimo.
De ahí que la comitiva entrara en los jardines del parterre con relativa facilidad. Mucha gente dominaba en todas partes, y las afueras de la Zona Verde no eran la excepción. La entrada estaba dominada por la valla que rodea al monumental ficus, que el día 7 sufrió un grave incidente por la caída de una gruesa rama, por lo que ya fue aligerado con dos cortes que en conjunto superaban las 25 toneladas. A pesar de ello, se mantienen las precauciones tomadas por los técnicos de la ciudad.
Las ofrendas florales sobre la estatua ecuestre de Jaume I dieron paso a las fotos familiares de los grupos de la comunidad y las despedidas de los representantes del Consell y otras instituciones, encabezadas por Puig, que se despidió para dar un paso al costado y volver a la Generalitat.
La grata sorpresa fue que hubo gran afluencia de público por la calle Pintor Sorolla y la calle Barcas, mientras que lo habitual es que el desfile cívico sea prácticamente ya algo “íntimo” por la poca presencia. Pero cuando cayó el domingo, parece que animó a los vecinos a acercarse a contemplar la Real Senyera, que siguió siendo precedida por los timbaleros hasta llegar al Ayuntamiento.
salvas de pólvora
Como antes, la pancarta fue recibida con una salva pirotécnica antes de ser izada sobre el balcón de la comunidad con los dos himnos y el aplauso unánime de la audiencia. La presencia del ágora del diseño, como pequeña novedad, hizo que la procesión no pasara por el centro de la plaza, sino que bordeara la explanada, donde ya se estaba preparando la mascletà por correos.
A las 13.31 horas, la Real Senyera volvía a ser izada con mucho cuidado, una hora y 13 minutos después de salir a pasear por las calles del centro de Valencia. Y entre fuertes aplausos, hasta que Campillo la recogió de nuevo en el balcón para depositarla en la sala de cristal, por obra del Museo Histórico Municipal, donde se han reformado todas las salas desde el pasado mes de mayo. La pancarta permanecerá en una vitrina en la sala hasta la reapertura, que está prevista para unos meses.
«La Fiesta del 9 de Octubre es de todos, no de los políticos»
El hecho de que se conmemore la fundación del Reino de Valencia y se reivindique el Estatuto de Autonomía de la Comunidad no quita que haya quienes no estén de acuerdo en que los políticos sigan siendo los protagonistas del 9 d’Octubre.
Algunos participantes en la procesión cívica que recorrió las calles del centro de la ciudad con la Senyera a la cabeza expresaron sus opiniones y criticaron quién debería ser el protagonista de este desfile. Para Ricardo lo tiene claro: «Si ya los tenemos en la sopa, con toda la noticia de que también saludan y sonríen, es demasiado». No pocos opinan que se debe dar más espacio a otras formas de asociación que tienen menos que ver con la política y más con la «ayuda, la justificación, porque hoy no pisan la calle y desfilan sin tener idea de cómo lo hacen”. Terrace es, y claro, entonces les gritan, a lo que les gritan, y los abuchean, viven una realidad diferente”, argumenta Tina.
A medida que pasa la procesión, aparece en público un cartel que dice: «El 9 de octubre es del pueblo, no de los políticos». Y eso es exactamente lo que piensan Vicente y Marisa, ellos son los que lo recogen al pasar la procesión.
“Es así, la Fiesta del 9 de Octubre es de todos, no de ellos, y yo creo que es importante la autonomía y la identidad de los valencianos, entiendo que son ellos los que nos gobiernan, pero precisamente por eso están es más de la gente, los ciudadanos deben ser considerados, porque esta fiesta también es nuestra, es de todos”, dice Vicente.
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