Sobre una mesa metálica, abierta y exquisitamente colocada pieza a pieza, reposan los restos de un caballo de Przewalski en uno de los laboratorios de la Facultad de Veterinaria de Cáceres. Impresiona la belleza de su esqueleto, descendiente de los primeros caballos domesticados hace unos 5.000 años en Kazajstán y que procede de las montañas de Salgüero de Juarros, en Burgos, donde se desarrolla el Proyecto Paleolítico Vivo, una iniciativa privada de conservación de la naturaleza. y especies en peligro de extinción. Murió en marzo de 2021 y hace unos meses las investigadoras de la Facultad de Veterinaria de la UEx Ana Mayoral y María Martín se lo llevaron a Cáceres, donde limpiaron y prepararon sus piezas, que permanecerán en este campus universitario. ¿Un caballo ancestral burgalés en Cáceres? ¿Para qué? Mayoral y Martín trabajan junto a otros investigadores como el paleogenético Jaime Lira Garrido o el veterinario Joaquín Jiménez Fragoso y arqueólogos de toda España en dos proyectos: «Iberia a través de sus caballos» y «Estudio de la catástrofe animal en el yacimiento de Casas del Turuñuelo». . La estrecha colaboración del Living Paleolithic con Veterinaria favorece el acceso a estos materiales.
El objetivo de ambos proyectos es el descubrimiento de nuevos datos sobre Tartessus y su forma de vida. La comparación de los caballos sacrificados hace unos 2.500 años en Turuñuelo de Guareña con este caballo, las tomografías computarizadas, que revelan enfermedades o lesiones, y el estudio de los coprolitos, heces fosilizadas que se hidratan para ver si se encuentran huevos o insectos, es el trabajo. celebrada en Cáceres. Los directores de excavaciones del CSIC en Mérida (Sebastián Celestino y Esther Rodríguez) impulsaron estos estudios multidisciplinares.
Los restos de los caballos se someten a una tomografía computarizada para verlos en profundidad. /
El caballo de Przewalski es un ejemplar que ha estado expuesto a la intemperie y ha quedado marcado por la carroña. Aunque los caballos de Przewalski son caballos salvajes originarios de los primeros caballos domésticos, el hecho de que sus restos tengan formas entre un burro y un caballo también proporciona datos anatómicos interesantes que se estudiarán en detalle. De Turuñuelo se extrajeron 42 caballos enteros y hasta 52 restos, además de cerdos, vacas y un perro. Seis de ellos ya han sido analizados en Medicina Veterinaria.
Pieza por pieza, todas han pasado por la tomografía computarizada. “Los metimos en un escáner para hacer reconstrucciones tridimensionales, gracias a ellos podemos saber las patologías que tenían estos caballos sin necesidad de manipular los huesos, que son muy frágiles”, abundan los investigadores. “Son TAC con mucha definición, el propio software te hace la reconstrucción 3D y la ventaja es que todo eso queda archivado y no tienes que volver a manipularlo, queda para el futuro”, explica Joaquín Jiménez, uno de los principales investigadores de los proyectos, que indica que además del estudio genético se realiza un archivo de imágenes de todo el yacimiento.
Los restos de los seis caballos de Turuñuelo fueron analizados en Veterinaria. /
La idea es que a través del estudio de las enfermedades óseas, parasitarias y enfermedades infecciosas se pueda conocer el motivo del sacrificio (una de las tesis más sólidas que explican el descubrimiento de Turuñuelo) y las condiciones socioeconómicas de esa población. . “Si tienen artrosis en una determinada zona, podemos saber qué tipo de trabajo han realizado esos caballos. La idea de estudiar a los caballos es ayudarnos a crear un contexto socioeconómico del mundo tartésico en Extremadura”, explica Martín. La dieta de estos caballos también está siendo estudiada debido a algunos elementos que se encuentran en los dientes.
El estudio del ADN antiguo de huesos y sedimentos se realiza entre el Centro Conjunto UCM-ISCIII de Madrid y la Universidad de Zaragoza, y la secuenciación se realiza en Corea.
Conclusiones
¿Se puede sacar una conclusión de lo estudiado hasta ahora? “Es un poco temprano, porque seis caballos no son representativos de todo el grupo, lo que sabemos es que son muy jóvenes, tienen menos de siete años, lo que nos dice es que debe ser un sacrificio ritual, parece algo preparado, aunque aún no se sabe por qué ni cómo hicieron el sacrificio o qué las llevó a tomar esa decisión en ese momento”, dicen Ana y María. “No hay mucho daño en las extremidades, pero en la columna tenemos encontrar patologías que nos lleven a pensar que podrían ser caballos trabajando en molinos, en un solo sentido.»Además del caballo de Przewalski, trajeron un bisonte».El estudio de este animal nos acercará a conocer un poco mejor cómo funciona nuestro los antepasados explotaban al bisonte, completando el panorama de las actividades cinegéticas en la prehistoria” comenta Jaime Lira Garrido.
“No podemos saber quiénes somos si no sabemos quiénes fuimos. Los caballos que tenemos hoy ciertamente llevan la sangre de estos caballos de Turuñuelo”, concluyen los investigadores, resumiendo la importancia de estos trabajos para conocer el pasado.
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