Consumado el crimen, es posible que los asesinos se separaran muy felices por la gesta, que pudieron haber sellado con besos satánicos. Así en 1898 el diario ‘La Región Extremeña’ informaba del asesinato de un ciudadano español hallado muerto en la frontera con Portugal. Más allá de la teoría satánica de los periodistas, detrás de esa muerte había una historia de amor y celos.
En 1898, tanto en Badajoz como en Elvas, ya se celebraba el Carnaval y una de las fechas era el Domingo Gordo, es decir, el domingo medio de esta fiesta. La prensa calificó el festival como un tiempo de libertad, ya que había un salvoconducto para poder hacer cosas y burlarse de cosas que eran impensables para el resto del año. Eso sí, los diarios criticaron el hecho de que algunos abusaran de la libertad de decir “blasfemias y tonterías”. Pero, en general, el Carnaval gustó. «Las huellas imborrables del placer, el insomnio y las libaciones repetidas (…) ¿Carnaval? Pues es un momento de sensaciones y ya nos está permitido disfrutar”, publicó el diario ‘La Región Extremeña’.
Ese año, el Domingo Gordo cayó el 20 de febrero y hubo fiesta, pero las noticias de los días siguientes no hablaban solo de Carnaval, sino de un crimen que sonaba de ambos lados de la frontera. Era la muerte del tío Frasco.
Zio Frasco era el apodo de un español de 50 años que vivía en Elvas y trabajaba como guardia en la frontera de Caya. Aunque soltero, vivía con una jerezana de los Caballeros a la que la prensa no describió con generosidad. «Vivía con María del Carmen, una mujer bastante fea, de más de treinta años».
Aunque los diarios de la época aseguraban que María del Carmen, apodada ‘la Carmen’, no era una belleza, fue su belleza la que provocó los males del tío Frasco, según revelaron las investigaciones policiales. “Hace unos meses el tío Frasco creyó notar que su amante era bastante equívoca con Juan S. (…) y ese descubrimiento generó celos, cuestionamientos y alguna bofetada de la amante”. Juan era de Elvas y rondaba los 40 años. Su amante, ‘Carmen’, le pidió que la liberara del tío Franco «que ya no podía sufrir más», según declaró ella más tarde. A la pareja de enamorados se unió la tía de Juan, Catalina C., quien decidió ayudar a su sobrino ya María del Carmen por motivos que se desconocen.
tentativa de asesinato
El primer ataque al español se produjo unos días antes del Carnaval, según revelaron luego las investigaciones, pero la víctima sospechó de las intenciones del trío homicida y logró escapar.
Según los diarios españoles y portugueses, la idea fue de Catalina, «quien, contenta de que su sobrino hiciera el amor con ‘Carmen’, le propuso hacer una bebida que hiciera desaparecer del mundo de los vivos al infeliz Frasco». La pareja de enamorados aceptó la propuesta y en una reunión, dado que todos vivían en la misma zona, le ofrecieron un trago a su tío Frasco.
El intento de envenenamiento también se produjo el domingo, pero el español rechazó la invitación. Según declaraciones posteriores de los conspiradores, se dio cuenta de que taparon mucho el vaso que le ofrecieron. «No lo acepto porque lo que quieres es matarme», le dijo a su amante.
Como el envenenamiento no funcionó, decidieron cambiar a métodos más drásticos. El domingo de Carnaval, a las siete de la noche, Zio Frasco dejó a Elvas a pie para ir a la frontera, donde trabajaría como guardia de seguridad. Tras salir por la puerta de San Vicente, se le unió María del Carmen y caminaron juntos. Poco después se adelantó la mujer, quizás para avisar a su amado que lo esperaba con una podadera y que lo acompañaba la tía Catalina.
Después de pasar una posada, la víctima recibió un golpe en la cabeza con un garrote y cayó al suelo. Acostado, fue atacado por mujeres y hombres. Lo golpearon en la cabeza mientras Juan le clavaba el cuchillo en el cuello dos veces.
Cuando apareció el cuerpo, hubo gran agitación a ambos lados del Rayo. Los medios de comunicación dieron amplia cobertura al asesinato y los diarios españoles destacaron el buen hacer de las autoridades portuguesas. Fueron un secretario municipal de Elvas y un carcelero quienes investigaron y detuvieron a los tres implicados apenas dos días después de los hechos. El miércoles ya se habían confesado «con todos sus horribles detalles», según recoge el diario portugués ‘O Elvense’.
‘O Elvense’ también cubrió el juicio que tuvo lugar tres meses después del crimen. Los tres implicados fueron condenados y lo que llama la atención es que fueron condenados a prisión y exilio. Esto era común en ese momento. Según un estudio de la Universidad de Sevilla, la pena de exilio se ha aplicado ampliamente en Portugal para repoblar sus colonias en Brasil, África y Asia y también para eliminar a los delincuentes de sus localidades.
En algunos juicios, además, los condenados podían elegir entre la prisión o el destierro. Ese fue el caso con este crimen. Juan y María del Carmen, los amantes, fueron condenados a ocho años de prisión seguidos de 12 años de exilio en África o, en su defecto, 26 años de exilio. La tía Catalina fue sentenciada a seis años de prisión seguidos de 10 años de exilio o 20 años de exilio si quería evitar la cárcel.
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