David no ha podido conciliar el sueño durante cuatro días. El motivo radica en la traumática experiencia que vivió el lunes cuando dos ladrones armados irrumpieron en la fábrica donde trabaja. El acto tuvo lugar en la peluquería 3h Ana Lozano, situada en la calle Museo 9, frente al Extremeño y al Museo Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC).
Eran las 11:40 horas cuando uno de los peluqueros que labora en la empresa mostró a dos hombres con mascarillas, gorros y anteojos de sol. Pensó que concertarían una cita para un cliente y no tuvo problema en abrirles la puerta, que suele estar cerrada. “Estaba dentro pero creí haber escuchado una conversación extraña y decidí asomarme afuera para ver qué pasaba”, explica David, quien fue sorprendido por un hombre que apuntaba con un arma a su compañero y otro que, al verlo aparecer, lo dio una orden clara: «Apuntadle».
En ese momento había dos clientes en el ala derecha de la peluquería, donde quedan las mujeres que se lavan el pelo. “Debería haber tomado 10 minutos, pero me tomó 10 horas. Mi pareja les tuvo que dar el dinero (alrededor de 125 euros) que estaba disponible para el resto y también se llevó los móviles y la cartera de los clientes.
En ese momento las cuatro personas que se encontraban en el negocio trataron de mantener la calma para evitar que los maleantes se pusieran nerviosos y esto los llevó a apretar el gatillo del arma negra que uno de ellos sostenía. «Vi que me estaba apuntando, estaba terriblemente asustado», confiesa David. Una vez consumado el robo, los atacantes les pidieron que ingresaran a la trastienda del negocio. “Me dijeron que cerrara la puerta pero en realidad no había puerta porque lo que tenemos es una especie de cortina”.
David recuerda que la escena era aterradora a la vez que surrealista ya que las dos mujeres que se estaban lavando el cabello entraron a esa zona restringida cubriéndose la cabeza con una toalla.
Justo cuando sucedía, la peluquera que les había abierto la puerta se desmayó, por lo que la tensión aumentó. “Nos dijeron que nos quedáramos allí diez minutos, que no pensáramos en dar la alarma. Pero cuando vi que estaba perdiendo el conocimiento, comencé a gritarles que se fueran. Fue mi reacción y los puso en marcha”, dice David.
En ese momento denunciaron el hecho y la Policía Nacional inició una investigación que permitió que unas horas después uno de los delincuentes fuera detenido en un antro. Allí recuperó los dos teléfonos celulares robados, uno de los cuales fue fundamental para marcar la ubicación del ladrón.
En la investigación posterior comprobaron que poco antes de robar a la peluquera habían llamado a la Clínica Dental Alaris, que se encuentra a escasos metros. Allí fueron abiertos por uno de los especialistas, a quien se le preguntó si podía ayudarlos. También pidieron pasar a hablar con el director de la clínica. “Tal vez retrocedieron cuando vieron el sistema de cámaras que tenemos”, indican a la clínica, que quizás fue el primer objetivo de los ladrones.
Tras la detención, el detenido fue enviado a prisión y la Policía Nacional busca ahora a su pareja.
Lo que apareció es la pistola, que no era auténtica sino una réplica falsa que es difícil de distinguir a primera vista de cualquiera que no sea un experto en armas.
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