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La recomposición de los lazos entre el presidente y su ex mano derecha comenzó antes del 4-M. Ambos se vieron en la Moncloa y siguieron hablando
«Hace unos días», López llamó a Hernando para ofrecerle el puesto de dos del Gabinete. Este se decidió a regresar a la primera línea, aunque en el ‘backstage’
Una carta. Escrita a ordenador, «muy personal«. Enviada allá por «marzo o primeros de abril» por correo postal a la Moncloa. No por mail.
Esa misiva fue la llave, el puente que permitió reconstruir las relaciones de Pedro Sánchez y Antonio Hernando. Una recomposición que se fue afianzando bajo el radar durante meses y que desembocó en la sorpresiva recuperación del exportavoz socialista para la Moncloa. Hernando será, desde este martes, nuevo director adjunto de Gabinete del presidente. El relevo de Llanos Castellanos, que ahora se volcará en su trabajo en la nueva ejecutiva socialista.
Fue Hernando quien se decidió a escribir aquella carta. Lo había pensado mucho. Como cuentan fuentes de su entorno, quería retomar la relación personal con el presidente. Le tenía «mucho afecto» porque ambos habían sido muy amigos en el pasado y sentía «esa espinita», que no todo podía acabar así, abruptamente y para siempre. Pese a todo lo que había pasado. Pese a que Sánchez había sentido como traición que aceptara ser portavoz en el Congreso con la gestora al mando de Ferraz y defendiera la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, en aquel aciago octubre de 2016.
Hernando le había dado muchas vueltas y quien más le animó fue quien era entonces el director adjunto de Gabinete de la Moncloa, el sevillano Paco Salazar. El número de Iván Redondo. Los dos mantienen una «gran amistad» desde hace años. «Escríbele, escríbele«, le apremiaba el dirigente andaluz. Lo hizo. Remitió la carta y «enseguida» le citaron en el complejo presidencial. Tuvieron una reunión «larga, muy cordial, en tono muy personal«. De sus familias, de sus vidas. De descargo después de años de incomunicación. De reconciliación.
El sevillano Paco Salazar apremió a Hernando a escribir al líder. También ejerció de puente, «desde siempre», la madrileña Isaura Leal
También había remado mucho a favor de esa cita una «gran amiga» de los dos, la diputada Isaura Leal, actual presidenta de la gestora del PSOE-M. Ella había intentado acercarlos «desde siempre, desde el principio». «Es una mujer conciliadora, que quiere bien a los dos, y que buscó que recompusieran sus lazos», la defienden fuentes conocedoras del proceso.
Aquel encuentro entre los dos dirigentes fue anterior a las elecciones madrileñas del 4 de mayo, las que funcionaron como un punto de inflexión para el presidente. Las que le dieron de bruces con la realidad y las que le obligaron a cambiar poco a poco el rumbo. Después precipitaría la remodelación de su Gobierno. La caída de Redondo y Salazar. El fichaje de Óscar López como nuevo director de Gabinete y de Llanos Castellanos como dos de este.
Con esta salida, deseamos de todo corazón mucho éxito a Antonio en su nueva y apasionante etapa profesional. Nos abandona un gran compañero, pero la administración pública gana un gran profesional y sobre todo una gran persona. @acento_ap siempre será tu casa. https://t.co/SGPP4VwfuO
— ACENTO (@acento_ap) 18 de octubre de 2021
Baja en Acento desde el pasado viernes
Sánchez y Hernando siguieron cruzándose mensajes en estos meses. Y «hace unos días» el exportavoz recibió una llamada de López, con quien sí había mantenido la relación todos estos años. Quería sumarlo al Gabinete. El presidente había decidido que Castellanos pasara a la dirección socialista como secretaria de Justicia, Relaciones Institucionales y Función Pública, y quería que tuviera dedicación completa al partido. A Hernando le «sorprendió» la oferta, porque no la esperaba ni la había pedido. Él era socio, administrador y director general de la consultora política Acento Public Affairs, la que en octubre de 2019 montó con José Blanco. Le iba bien.
Sánchez, Hernando y López eran «los chicos de Blanco», a los que él reclutó en 2000 y los que colaboraron con él en Organización con Zapatero de secretario general
Hernando lo consultó con su mujer, Anabel Mateos, también con Blanco. Los dos coincidieron en que tenía que decir que sí. «Tardó poco» en decidir. Aceptó, «encantado de poder trabajar de nuevo con Óscar y el presidente». Sentía que tenía que regresar a la política, su vocación de toda la vida. El jueves pasado, Ferraz confirmó que Castellanos marcharía a la ejecutiva, aunque ella supo de su nuevo destino bastante antes, unas dos semanas antes de la clausura del 40º Congreso del PSOE. El líder la quería en Ferraz como una pieza clave en el nuevo engranaje, en la cima del puente de mando, y que se dedicara full time a su nueva secretaría. El viernes 15, en el arranque del cónclave, no se conocía el fichaje de Hernando, pero él ya se había dado de baja en Acento y vendido todas sus acciones en la compañía. Este martes lo nombra director adjunto de Gabinete el Consejo de Ministros.
Se cierra así el círculo. Más de 20 años después. Porque Antonio Hernando (Madrid, 1967) y Pedro Sánchez (Madrid, 1972) no eran solo dos compañeros de partido más. Eran muy amigos. Crecieron personal y profesionalmente juntos, se iban de vacaciones juntos. Ambos habían aterrizado a la vez en Ferraz, en 2000, tras la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero en el 35º Congreso Federal del PSOE, reclutados por el secretario de Organización, Pepe Blanco. Sánchez trabajó primero como asesor en la Secretaría de Internacional que conducía Trinidad Jiménez, y luego en la de Economía que pilotaba Jordi Sevilla. Hernando, madrileño como él, en la de Políticas Sociales y Migratorias, en manos de la almeriense Consuelo Rumí. Óscar López (Madrid, 1973) se integró desde el principio en Organización, al lado de Blanco. Pronto los tres acabaron ayudando al número dos del PSOE —eran llamados «los chicos de Blanco»— y fueron incorporados en listas. Sánchez, en la del Ayuntamiento de Madrid, en 2003, la que lideró Jiménez. Hernando y López, en las candidaturas al Congreso, en 2004.
Su hombre de confianza desde 2014
Sánchez, concejal en el consistorio de la capital, aterrizó en la Cámara baja en 2009, cuando el exvicepresidente Pedro Solbes salió del Ejecutivo y dejó su escaño. Pero en las generales de 2011 no consiguió acta. Se quedó a las puertas. Pero en 2012 Alfredo Pérez Rubalcaba, el secretario general que había vencido a Carme Chacón en el 38º Congreso, en Sevilla, eligió a Cristina Narbona para el Consejo de Seguridad Nuclear, y ese movimiento abrió hueco a Sánchez, que pudo retornar a la carrera de San Jerónimo e incorporarse a los trabajos de la conferencia política que la cúpula estaba preparando para noviembre de 2013.
Sánchez confesó que había sido para él «una decepción personal» y una «lástima» que Hernando emigrara del «no es no» a la abstención con la gestora
La debacle de las europeas de 2014 convenció a Rubalcaba de que debía marcharse y convocar unas primarias. Hernando se alineó con Sánchez. López tenía que guardar la neutralidad, como secretario de Organización saliente. El madrileño venció y designó a su amigo como portavoz en el Congreso. Número tres de las generales de 2015 y 2016, repitió cargo y pilotó las fallidas negociaciones de investidura. López, portavoz en el Senado, había dirigido la estrategia de la última campaña.
Y entonces sobrevino la ruptura. Con el comité federal del 1 de octubre de 2016. Sánchez fue decapitado. La gestora de Javier Fernández, sin embargo, le mantuvo de portavoz en la Cámara baja, pero desplazó a López en el Senado. Fue el madrileño quien tuvo que argumentar en el hemiciclo el viraje del PSOE: del no a la abstención a Rajoy para evitar terceras elecciones. Sánchez lo sintió como una puñalada. Consideró «una decepción personal» su sí a continuar al frente del Grupo Socialista, porque él no era una «correa de transmisión» de su ejecutiva, sino que «participaba de la estrategia» y era por tanto coautor del «no es no». «Me da lástima que tomara esa decisión«, dijo en ‘Salvados’, ante Jordi Évole (La Sexta).
«No van a escuchar nunca salir de mi boca ningún reproche hacia Pedro Sánchez. Jamás. Tengo mucho respecto y mucha consideración y mucho afecto por Pedro Sánchez», respondió Hernando desde el Congreso unos días después, y justificó que igual que creyó que había que votar que no a Rajoy también estaba convencido de que el país no podía ir a unos terceros comicios. La ruptura, sin embargo, era más que política. Era personal. Como lo fue con López, que apostó por el exlendakari en las durísimas primarias de 2017 y fue, de hecho, su director de campaña. Un dato, quizá más que una anécdota: Hernando y su mujer habían pensado en Sánchez como padrino en el bautizo civil de su hija Jara.
En la noche de las primarias, el 21 de mayo de 2017, el madrileño venció y Hernando presentó su dimisión inmediata como portavoz. Desde entonces, fue diputado casi raso. Salió de escena con las generales del 28 de abril de 2019. No repitió en listas, estuvo unos meses dando clases hasta que en octubre de ese año Blanco le propuso montar Acento, una compañía que ha ido creciendo mucho en estos dos años.
La ‘conversión’ de Sánchez
Sánchez recuperó a López el pasado verano. Lo repescó de Paradores de Turismo para su Gabinete. Y ahora rescata a Hernando. De nuevo, los tres juntos. Como hace dos décadas. Entonces, en Ferraz. Hoy, en la Moncloa. «Un convoy que va a funcionar a toda velocidad«, pronostican en el entorno del presidente. Los tres se conocen, han trabajando juntos y se entienden. «Es mérito de ambos que se hayan reconocido para volver a estar juntos. Es lo mejor que nos podía pasar, es bueno para todos, para el Gobierno y para el partido», sentencia una dirigente que conoce muy bien a Sánchez y Hernando. Del exportavoz siempre se ha valorado su habilidad como estrategia y su capacidad comunicativa. Estilo Rubalcaba, su maestro.
En el partido y en el Gobierno indican que el tándem López-Hernando funcionará bien, como un «convoy a toda velocidad»
La sombra de Hernando apenas era perceptible en el Sánchez que ganó las primarias. En ‘Manual de resistencia’ (Península, 2019), su relato de su paso por la primera línea de la política hasta la moción de censura, apenas le menciona en dos ocasiones, para aplaudir su labor como negociador en la fallida investidura de 2016. Igual que cita de pasada a Blanco, que había apoyado a Susana Díaz en las primarias.
Pero, tras la crisis de gobierno de este verano, ministros y barones que han tratado con Sánchez describen esa suerte de evolución psicológica del presidente. Le sienten más «afectuoso», «empático», «liberado». Su relación con Redondo, que se quiebra tras el 4-M de manera definitiva, le había provocado «tensión en el partido, un elemento de dolor», un fardo del que se había desprendido.
La labor de composición de la nueva ejecutiva socialista, de la que participaron Adriana Lastra y Santos Cerdán, los números dos y tres, se ha prolongado en el tiempo. El jefe del Ejecutivo había hablado con los barones. Tenía cerrado el grueso de la dirección a comienzos de esta semana pasada, pero los flecos los acabó ajustando con los líderes territoriales el sábado por la tarde «sin tensiones», de manera «fluida«, sin problemas. Aceptó sus peticiones de integrar a personas de su confianza, como Álvaro Chana (próximo al presidente castellanomanchego, Emiliano García-Page), Marc Pons (muy cercano a la balear Francina Armengol), Arcadi España (de Ximo Puig) o Mayte Pérez (de Javier Lambán). Durante el verano, Sánchez y Felipe González se acercaron, y ambos visibilizaron ese reencuentro durante el cónclave (aviso incluido del expresidente).
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El presidente ha tenido en cuenta la opinión de sus barones a la hora de confeccionar la ejecutiva, a la que este lunes pidió pisar «territorio»
Ahora, ese mensaje de unidad interna se completa con Hernando, un fichaje casi más relevante, en lo simbólico, que el diseño de la cúpula. «Para esta transformación, Pedro necesita a Óscar y Antonio como el aire. Los tres eran los mejores amigos. La combinación de Óscar con Antonio, puro PSOE, va a ser un cañón», sostiene una dirigente que en absoluto pertenecía al círculo del líder. La celebración de la cohesión continúa en la casa socialista. Porque el reto, y eso nadie lo olvida, es ganar el siguiente ciclo electoral. Y no pinta fácil. Por eso el secretario general demandó a su nueva ejecutiva que comunique la labor del Gobierno. Y que pise «territorio», que patee la calle.
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