El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía acaba de aprobar la tramitación del anteproyecto para autorizar la Universidad Tecnológica del Atlántico-Mediterráneo (UTAMED), la primera de carácter online en la región, con un catálogo inicial de titulaciones basado en la digitalización y el humanismo. Paco Ávila, presidente de esta nueva institución, que aterriza de la mano de la multinacional especializada en fondos de inversión KKR, considera que el proyecto «eliminará las barreras» del sistema educativo clásico, lastrado por «no optimizar» las posibilidades tecnológicas y vivir «de espaldas al mercado laboral». Entre los compromisos adelantados por Ávila destacan las líneas de investigación y un programa de transferencia de conocimiento que pondrá en contacto al alumnado con mentores e inversores y una accesibilidad total: «Nuestro objetivo es que las becas puedan cubrir el precio de la matrícula, que nadie se quede sin estudiar por una cuestión económica».
–¿Por qué pone en marcha una universidad online ahora?
–En Andalucía necesitamos una universidad online desde hace 25 años, cuando aprobaron, por ejemplo, la Oberta de Catalunya. Hay un porcentaje alto de población que, por tiempo, condiciones laborales o personales o distancia, no puede acceder a la educación superior presencial. Son personas que están trabajando, que viven en el interior o que por diferentes circunstancias no pueden acudir a diario a una facultad. También hay alumnos que prefieren estudiar en línea y mantener una formación continua más personalizada y adaptada a sus necesidades. Y hay un problema: la legislación permite estudiar a distancia pero no examinarse, aunque con la pandemia se haya acelerado la implantación de exámenes online. Hay andaluces matriculados en la Oberta que tienen que viajar a Cataluña cada trimestre para examinarse. Por eso no creo que la pertinencia de una universidad online sea cuestionable. Me parece algo fundamental para el desarrollo de cualquier región. Llegamos un poco tarde, pero al menos llegamos.
–¿Siempre tuvo claro que debía ser online?
–Sí, porque nuestro principal objetivo consiste en facilitar el acceso al conocimiento y transformar el capital humano a nivel global, aunque estemos orgullosos de ser andaluces y españoles. Para alcanzar ese objetivo hay que mejorar la accesibilidad y romper barreras de entrada como el precio y la distancia. Y la aplicación de la tecnología que ya tenemos desarrollada nos permitirá alcanzar esos objetivos.
–La UTAMED se presenta como «asequible». ¿No contradice eso su naturaleza privada?
–La educación mantiene un modelo tradicional que es muy costoso. No ha aprovechado la optimización que permite la tecnología. Como he dicho, adaptaremos los precios aprovechando esa tecnología que apenas se ha aplicado a la formación superior. Pero, si somos sinceros, tampoco podemos pretender ofrecer una educación asequible, con el reto de la calidad y la excelencia, y querer unos altos beneficios. Hay que reducir ese margen de beneficio si queremos tener el impacto social que nos hemos planteado, y eso se hace cuando crees en el proyecto. Y nosotros creemos en esto. Nuestra intención es que quienes no tengan ingresos puedan pagar la matrícula con una beca. Por eso no vamos a poner matrículas de 15.000 euros, ni mucho menos. Sería imposible que fuese asequible con esos precios.
–¿Y cuáles serán los precios, entonces?
–Aún los estamos estudiando, pero insisto: nuestro objetivo es que nadie se quede sin estudiar por una cuestión económica y la cobertura de ayudas y becas es muy amplia.
–El catálogo de titulaciones, centrado en el ámbito digital, rompe con la oferta tradicional. ¿Habrá demanda suficiente?
–No creo que sea tan rupturista. Está a mitad de un catálogo convencional, analógico, y de uno puramente tecnológico. Hay profesiones tradicionales que tienen poca formación en tecnología. Impartiremos disciplinas como periodismo, economía y derecho pero desde enfoques digitales. La revolución tecnológica ha provocado que también la educación se quede obsoleta: lo que aprendes a menudo no sirve en cuatro, cinco o seis años. Eso aumenta la demanda y la necesidad de formación continua.
–¿Hasta qué punto es realista el programa de transferencia de conocimiento?, ¿en qué momento tendrá acceso el alumnado a mentores e inversores?
–El sistema educativo vivió, por lo general, de espaldas al mercado laboral. Esto está cambiando en los últimos años. Hay universidades públicas andaluzas que han dado importantes pasos para acercarse al mundo empresarial, como la de Málaga o Granada, pero hay que seguir trabajando en esa relación. Hemos previsto espacio, medios y recursos para que los inversores analicen los proyectos, para que el alumnado y sus docentes presenten sus propuestas. En definitiva, para fomentar esa transferencia de conocimiento. Estamos convencidos de la necesidad de atraer a inversores y por eso hemos cerrado acuerdos con algunas empresas y con algunos de los emprendedores de más éxito de este país. Potenciaremos la investigación aplicada. Es un modelo americano bastante maduro y tenemos hueco para implantarlo. Además, estamos enfocados a la necesaria colaboración con otras universidades andaluzas, públicas y privadas, e internacionales.
–Usted ha sido muy crítico con el desprecio histórico a la formación profesional y con la presión que se produce en muchas familias para que los hijos tengan estudios universitarios. ¿Cómo combina ese diagnóstico con su salto a la educación superior?
–Critico un sistema que dificulta la innovación y la investigación. No entiendo que haya universidades que ignoren la investigación, pero tampoco que únicamente haya investigación y olviden la empleabilidad y la adaptación al mercado laboral. Y esto no es responsabilidad exclusiva de las universidades; me consta que en muchos casos universidades públicas y privadas han solicitado nuevas titulaciones cuya autorización tarda cuatro o cinco años en llegar, cuando ya se han quedado medio obsoletas. Habría que disminuir la burocracia. Es cierto que venimos de una tradición heredada, pero esto ya no va de obtener un título y olvidarse. La formación debe ser continua, transformadora.
–¿Era necesaria una nueva universidad en el sistema educativo andaluz?
–En Andalucía hay una universidad por cada 770.000 habitantes mientras la media nacional es de una universidad por cada 570.000. Cuantas más universidades tengamos, mayor capacidad habrá de formar o reorientar a nuestro capital humano y atraer talento. Sólo así podremos aumentar la calidad y la accesibilidad al conocimiento. Porque además Andalucía está a la cola en número de universidades respecto a otras regiones, a pesar de lo cual su nivel de desarrollo de proyectos de I+D+i es muy alta en relación con la financiación. Eso habla muy bien de la universidad pública andaluza, que no ha competido históricamente en igualdad de condiciones. Sólo hace falta empuje, aunque no me gusta quedarme en valores cuantitativos únicamente. Sé que es importante que la ratio suba, pero también será fundamental que haya colaboración público-privada. Yo vengo de la universidad pública, primero como alumno y luego como profesor. Estudié con una beca. Soy un convencido del potencial de las universidades públicas, que están llenas de talento. No queremos vivir de espaldas a eso.
–¿Y en qué consistirá esa relación con la pública?
–Nos hemos reunido con casi todos los rectores de las universidades públicas de Andalucía y la experiencia no ha podido ser más positiva. Somos una universidad nueva, somos conscientes, pero tenemos muy claro nuestro proyecto, que se sustenta en tres pilares fundamentales: investigación, docencia y transferencia de conocimiento. Para que seamos potentes en investigación debemos establecer un marco de colaboración en el que UTAMED puede aportar flexibilidad, recursos económicos y capacidad de acción que la pública tiene más restringidos pero de los que podrá, sin duda, nutrirse. Habrá proyectos conjuntos de investigación, atracción de talento extranjero, tutorización… Venimos con los brazos abiertos, y lo digo con convicción. Lo tenemos claro. Nuestra visión es que UTAMED tenga realmente un impacto social en la educación y accesibilidad al conocimiento en Andalucía.
–Dice el oncólogo Emilio Alba que le parece incomprensible que si un Premio Nobel quisiera dar clase en cualquier universidad pública no podría por una cuestión burocrática.
–El doctor Alba es una eminencia de la que aprender y a la que escuchar. Y es verdad que hay mecanismos para la atracción de talento, pero son lentos y complejos en el sistema público. Nosotros no tenemos techo de contratación y esa puede ser una de nuestras contribuciones para que investigadores con talento se vengan a Andalucía. Esa es una de nuestras capacidades. Podemos contar con quien seamos capaces de convencer, y de ese talento también se beneficiará, sin duda, porque así nos hemos comprometido, la universidad pública.
«¿Los precios? Nuestro objetivo es que nadie se quede sin estudiar por una cuestión económica»
–¿Dónde estará la sede de la Utamed? En el imaginario colectivo parece haberse instalado la idea de que las universidades online apenas tienen estructura física.
–La sede estará en la antiguas rotativas de SUR. Tendremos salón de actos, laboratorios, departamentos, aulas, despachos… Los docentes investigarán allí y organizarmeos actividades no regladas y presenciales que dinamicen la formación. Presentaremos los proyectos, los alumnos podrán defender sus ideas de forma online y presencial ante los inversores… Claro que habrá una estructura física. Tenemos proyectada una expansión en la zona colindante porque en cuatro o cinco años, si va bien, la sede se nos habrá quedado pequeña.
–¿En qué perfil de alumno han pensado?
–En cualquier persona que quiera transformarse u orientarse profesionalmente. La edad ya no es determinante en el acceso a la formación. No hay límites. La educación permanente, ese paradigma del ‘lifelong learning’, parecía un lema utópico pero no lo es. Va en serio. Para competir hay que seguir estudiando. Y luego está la propuesta de valor: puedes estudiar sólo porque te apetece, no porque lo necesites.
–Es novedosa la introducción, en un doctorado y una línea de investigación, de la ética en la era digital.
–Las titulaciones tecnológicas son poderosas y tienen un nivel alto de empleabilidad, pero hay que poner el humanismo por delante para dar sentido a todo esto. Lo que llaman competencias emocionales y habilidades blandas ya no son blandas: no importa tanto qué sabes, sino cómo trabajas en equipo, qué nivel de empatía tienes, cómo te enfrentas al estrés… O cultivamos esas habilidades o fracasaremos como sociedad. Siempre hemos tenido claro que queríamos incorporar la ética a las titulaciones tecnológicas.
«La educación permanente parecía utópica, pero no lo es. Para competir hay que estudiar»
«Esperamos que la UTAMED pueda abrir sus puertas en 2023 o, como muy tarde, en 2024»
–¿Qué expectativas de cifras manejan para la UTAMED?
–En los primeros cuatro años aspiramos a tener 10.000 alumnos y 400 profesionales, aunque habrá que ajustar los números. Me parece optimista, pero no ambicioso. Si tenemos tanta gente de nuestra tierra estudiando fuera, si hay tanta gente que necesita transformarse y tantos jóvenes que necesitan acceder al mercado laboral, nos habremos equivocado si no alcanzamos cifras mínimas.
–¿Cuál será el papel del fondo de inversión KKR?
–Es el grupo inversor con experiencia en educación universitaria más importante del mundo. Ha gestionado 80 universidades en todo el mundo y participa en más de una decena de Ed-Tech. Tuvimos propuestas, no le voy a engañar, pero debía ser KKR quien entrase en el proyecto porque es el grupo con mayor experiencia en generación de talento y transformación del conocimiento.
–Pero lo hace a través de un fondo de impacto global. ¿Qué significará eso?
–De una manera sencilla es un grupo de inversores que se han unido con el objetivo de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, en especial, en el ámbito de la educación y de la mejora de la calidad y la accesibilidad. Serán más importantes los datos de impacto social que los de retorno económico. Habrá gente analizando cuál es la renta media de la zona diez años antes y diez años después del proyecto, cuánta gente de clase baja y media accede a la Universidad… Insisto: creo que nos ha tocado la lotería con KKR.
–¿Pero cómo contribuye una universidad privada al cumplimiento de los ODS?
–Garantizando una educación de calidad que elimine las desigualdades y asegure el acceso de personas vulnerables, ofreciendo entornos de aprendizaje seguros y eficaces… Nuestro proyecto elimina la barrera de la distancia y ofrece precios asequibles para facilitar el acceso a conocimientos de calidad que permitan competir en el mercado y mejorar la situación económica de las personas y de los territorios.
–¿Tienen Consejo Académico?
–Sí, desde el principio, pero no podemos adelantar nombres. Son personas de primer nivel procedentes de universidades internacionales públicas y privadas. Necesitamos profesionales con experiencia en transferencia e investigación, capaces de unir el mundo empresarial y el universitario. El Consejo será nuestro faro.
«Esperamos que la UTAMED pueda abrir sus puertas en 2023 o, como muy tarde, en 2024»
–¿Han pensado en algún rector?
–Hay nombres sobre la mesa porque tenemos un proyecto que ilusiona a mucha gente, pero es pronto para decir un nombre.
–¿Cuándo está prevista la apertura de UTAMED?
–Depende de la tramitación. Aún quedan informes sectoriales y del Consejo Consultivo de Andalucía y que la ley se debata en el Parlamento andaluz, pero esperamos empezar el curso en septiembre de 2023 o, como tarde, de 2024.
–¿Qué opina de la reforma de la ley universitaria iniciada por el exministro Manuel Castells?
–Castells conoce bien el sistema porque es catedrático en la Oberta de Catalunya, una universidad privada y online. Creo que es una reforma positiva que coincide con nuestra forma de entender la universidad: amplía el peso de la investigación y eleva la calidad del profesorado y su titulación… Tiene buenas intenciones, pero es tan exigente que por ahora sólo lo cumple el ocho por ciento de las universidades españolas públicas y privadas. Tenemos cinco años para adaptarnos, pero estoy convencido de que supondrá una mejoría sobre todo en Andalucía, con un porcentaje de desempleo juvenil tan alto. No hay un motor más potente para transformar el capital humano que la educación, pero los resultados no serán inmediatos. Necesitamos tiempo.
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