En 1801 en Badajoz murieron 200 niños de viruela, enfermedad actualmente erradicada. La esperanza llegó a la capital Badajoz en 1804, cuando se administró la primera vacuna en Extremadura. Meses después se descubrió que no había casos en la ciudad. Durante 217 años, se han incorporado nuevas picaduras de enfermedades. Las vacunas se volvieron normales hasta que una pandemia mundial las devolvió a su valor.
“A las vacunas no se le ha dado mucho valor porque no nos damos cuenta de las cosas que funcionan”, explica Cecilio Venegas, presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Badajoz. Este profesional ha estado investigando vacunas en Extremadura ahora que han sido redescubiertas. Su trabajo fue escuchado recientemente en una conferencia en la Academia Nacional de Farmacia, de la que es miembro. «Como resultado del covid investigué pandemias y luego vacunas».
La investigación de Venegas revela que la primera picadura se produjo en Badajoz en 1804. Fue la primera vacuna en Extremadura y una de las primeras en España.
«Las vacunas no tenían mucho valor hasta la pandemia porque no nos damos cuenta de las cosas que funcionan».
CECILIO VENEGAS
Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz
En 1803 Carlos IV financió la Real Expedición Filantrópica de Vacunas, más conocida como Expedición Balmis, del doctor Francisco Javier Balmis. Durante tres años, un grupo viajó a los países del Imperio español para probar la vacuna contra la viruela, que causaba miles de muertes en niños cada año. Fue un éxito.
En 1804, el Capitán General de Extremadura, Juan Carrafa, trajo la vacuna a la comarca. Este soldado de origen italiano había recibido este puesto de manos de Manuel Godoy, el más ilustre de Badajoz, ya que ambos formaban el regimiento de la Escolta.
El diario Gazeta de Madrid publicó el 28 de julio de 1804 una crónica de esta prueba de vacuna en Extremadura. Al igual que con el coronavirus, hubo cierto temor, pero unos meses después se comprobó su efectividad. “Juan Carrafa (…) introduce la vacuna en esta ciudad de Badajoz, superando las dificultades y quitando las preocupaciones de los padres, practicando él mismo las incisiones en un gran número de niños y muchos adultos”, afirma el diario.
El boletín establece que Carrafa vacunó personalmente a 891 personas en Badajoz y que las dosis también fueron trasladadas a diversas localidades de la provincia. «En esta gran cantidad de personas vacunadas, no se ha vivido la menor desgracia», dijo el diario, que esperó varios meses para ver los resultados y verificar que ese año, a diferencia de otros, no hubo muertes por viruela. “Como amante de la vacuna y del bien de la humanidad, doy estas interesantes advertencias al público, sin dudar que serán útiles y que otros sujetos de carácter imitarán al general extremeño para difundir tan grande y benéfico descubrimiento, cuyos resultados son ventajosos, serán incalculables ».
Manifiesto sobre la vacuna y periódico de 1804. /
En esa primera incursión de la vacunación en Extremadura, también se hizo un experimento para extenderla de forma más segura. La vacuna contra la viruela salió de las costras de los gramos que provocaron las picaduras, una reacción similar a la enfermedad en sí, pero mucho menos violenta. En 1804 en la región verificaron que las costras pulverizadas podían transferirse y luego rehidratarse, esto permitía llevar la vacuna a otros lugares y era más seguro que transferirla a viales de vidrio que podrían degradar su efectividad.
Este experimento imitó al de un médico vienés llamado Uberlacher. “El capitán general hizo un experimento y el 26 de junio vacunó a una niña de 6 años con este método, haciendo cuatro incisiones, dos en cada brazo. Al tercer día salieron dos granos de ternera, uno para cada brazo, y al noveno día se encontraron en las más perfectas condiciones con todos los signos de una vacuna real ». El pus de estas costras se utilizó para vacunar a 30 personas.
«La primera vacuna que se administró en Extremadura fue en 1804 en Badajoz, la de la viruela y fue una de las primeras de España»
CECILIO VENEGAS
Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz
Este método recuerda el origen de la vacuna. Se dice que los primeros en ser inmunizados contra la viruela fueron los ganaderos de la India, que frotaban las costras de los animales para ganar resistencia a la enfermedad. Una historia similar, de una mujer ordeñando vacas, la escuchó el médico inglés Edward Jenner, quien sistematizó la vacuna contra la viruela y es considerado el padre de la inmunología.
En su investigación, Cecilio Venegas encontró un cartel informativo sobre la vacunación contra la viruela. Se utilizó para informar al público en general sobre cómo deberían verse las picaduras días después de la inyección, cuando se ha formado una reacción. La imagen muestra a un niño con ‘botones’ o cuentas de grandeza y la evolución por la que han tenido que pasar.
Después de la viruela, se necesitaron casi 90 años para obtener una nueva vacuna. Fue hacia 1890, cuando se descubrieron los de cólera y rabia.
Ya en el siglo XX el método ha cambiado, según Cecilio Venegas, y la investigación se ha centrado en los microorganismos. Esto permitió la aparición de más vacunas: tifus, tuberculosis, difteria, tos ferina, tifus, polio, paperas, rubéola, sarampión, meningitis, neumonía, hepatitis B o varicela. Ya en el siglo XXI se descubrieron otros, como la vacuna contra el virus del papiloma humano o la malaria y el ébola, los más recientes hasta el covid.
Salud pública
En los últimos años no solo se han descubierto vacunas, sino que se ha creado un sistema para suministrarlas que incluye un departamento de salud pública, es decir, un organismo que no solo se ocupa de inmunizar a la población, sino de promover otro tipo de prevención. Por ejemplo, se creó un instituto provincial de higiene en Badajoz. La sede estaba en la intersección de las calles San Gabriel y Bravo Murillo. Ya no se mantiene, pero se conserva el manifiesto.
Venegas ha recuperado los boletines de este instituto que recogen, por ejemplo, campañas para informar a la población sobre la importancia de contar con instalaciones sanitarias dentro de las casas o sobre la calidad del agua. Uno de esos boletines muestra que a principios del siglo XX, solo 100 años después de la primera vacuna, ya existía un organigrama completo de salud pública. Tenían una sección para sueros y vacunas, pero también para análisis bacteriológicos, análisis químicos, especialmente alimentos, y un departamento veterinario. También se creó una sección de epidemiología.
El último hito fue la rápida implementación de la vacuna covid. «Es un ejemplo de lo que ha cambiado porque antes tardaban años en vacunarse», dice Venegas que destaca otra coincidencia, el centro de salud Los Pinos, en Ronda del Pilar, fue uno de los primeros puntos de vacunación de Badajoz, y durante esta pandemia el Palacio de Congresos, a escasos metros, era uno de los lugares a vacunar.
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