Vaya lo rápido que vaya, el vehículo de infantería ruso no es capaz de dejar atrás al pequeño dron ucraniano que lo sigue por un campo devastado. Esta peculiar arma es un artefacto explosivo volador de alta velocidad y gran maniobrabilidad. Finalmente, el dron impacta contra el blindado y provoca una explosión. Los soldados en el interior se apresuran a abandonar el vehículo, sabiendo bien lo que viene a continuación. Un segundo dron se abalanza sobre él y lo destruye con una explosión aún mayor.
Esta escena de un ataque con drones en abril, cuyas imágenes compartió el Ministerio de Defensa ucraniano, es una de las muchas que demuestran que el tan esperado futuro de la guerra sin pilotos ha llegado, y es aterrador.
En Ucrania, estas máquinas no solo vigilan a los soldados en todo momento. También los matan. Los drones cargados de explosivos destruyen vehículos, vuelan por las escotillas abiertas de los tanques, persiguen a las tropas en las trincheras y lanzan bombas sobre enemigos desprevenidos.
Las tropas de tierra intenta hacerles frente con todo lo que tienen. Están soldando jaulas cada vez más elaboradas en tanques y vehículos blindados, recurriendo a sistemas de guerra electrónica como inhibidores de frecuencia, e incluso intentando hacerse con escopetas de bombeo para derribar a las máquinas a corta distancia.
Pero los drones siguen dominando el campo de batalla, recorriendo las líneas del frente y eliminando tropas y equipos. La evolución de la guerra con drones, que ha saltado a la palestra mundial a raíz de la guerra de Ucrania, ha obligado al Ejército estadounidense a examinar detenidamente sus capacidades para contrarrestarlos.
En Ucrania, estos sistemas han superado las estrategias terrestres, forzando a ambos bandos a librar mortíferas batallas de desgaste y posicionales, un tipo de combate inadecuado para los ejércitos occidentales. Las tropas se esconden en trincheras y se mueven de noche para evitar la amenaza de los drones, pero incluso así, hay objetos no tripulados con sistemas térmicos que cazan en la oscuridad.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos se ha puesto manos a la obra y está trabajando en iniciativas para hacer frente a la amenaza de los drones, pero el Ejército estadounidense no parece aún preparado para enfrentarse a este desafío en constante evolución, especialmente a la escala vista en Ucrania.
Este mismo año, tres soldados estadounidenses murieron en Jordania por la explosión de un dron. Según algunas estimaciones, miles de estos sistemas aéreos no tripulados (UAS por sus siglas en inglés) sobrevuelan los campos de batalla de Ucrania.
El próximo gran conflicto armado del Ejército estadounidense podría ser contra miles de drones. Estos aparatos autónomos avanzan sin parar a medida que el aprendizaje automático y la inteligencia artificial se afianzan en los sistemas militares modernos.
Sin embargo, Estados Unidos tiene sin duda la capacidad de construir defensas adecuadas contra los drones, según declara a Business Insider Mick Ryan, general de división y estratega retirado del ejército australiano. Lo que no sabe es «si alguien que no haya combatido en Ucrania está totalmente preparado».
«No se puede entender ese entorno a menos que se haya luchado realmente en él. Estados Unidos no ha tenido ese tipo de experiencia, por lo que tiene mucho que aprender», señala.
Los drones refuerzan a los ejércitos más débiles con potencia aérea de bajo coste
El Ejército estadounidense lleva mucho tiempo utilizando drones grandes y sofisticados como el Predator, el Reaper y el Global Hawk, para realizar ataques y vigilar a los adversarios durante el combate. Hace aproximadamente una década, empezó a enfrentarse a drones de ataque rudimentarios en combate.
A mediados de la década de 2010, el Estado Islámico comenzó a convertir en armas los drones pequeños, baratos y disponibles en el mercado, acoplándoles explosivos o modificándolos para lanzar municiones sobre objetivos enemigos. Esa amenaza se ha generalizado y ahora es casi rutinario ver ataques unidireccionales en Oriente Próximo, sobre todo de intermediarios iraníes.
Los drones también han participado en otros conflictos. Por ejemplo, desempeñaron un papel destacado durante la guerra de varias semanas entre Armenia y Azerbaiyán en 2020.
Sin embargo, la guerra con drones ha alcanzado un nuevo nivel en la guerra de Ucrania. Ambos bandos están utilizando sistemas no tripulados de diverso tamaño y letalidad para realizar todo tipo de tareas y misiones y, en general, causar estragos en el campo de batalla, tanto en tierra como en mar. Puede resultar difícil defenderse de ellos, por lo que son eficaces para atacar vehículos, fortificaciones y personas.
Ucrania y Rusia publican vídeos de sus drones día tras día. Inundan las redes sociales, ofreciendo al mundo una ventana ininterrumpida del conflicto. Se ha convertido en algo habitual ver, a menudo en primera persona, cómo un pequeño dron cuadricóptero que transporta explosivos plásticos o una carga explosiva RPG se estrella contra un tanque enemigo o alcanza tropas desprevenidas con sus granadas.
Estas imágenes han reforzado una dura y nueva realidad: es casi imposible esconderse o llevar a cabo ataques sorpresa, ya que los soldados siempre están vigilados sobre el terreno.
Samuel Bendett, investigador de sistemas no tripulados, explica a Business Insider en una entrevista la amenaza emergente de los drones, afirmando que «cualquier cosa que se mueva, cualquier persona que se mueva, puede ser observada, rastreada y potencialmente abatida con un dron FPV» en Ucrania.
Con los drones de ataque y reconocimiento siempre presentes sobre el campo de batalla, «ahora es más difícil concentrar fuerzas para llevar a cabo un asalto sobre el terreno porque es difícil no ser detectado», afirma Paul Scharre, que ayudó a establecer políticas sobre sistemas autónomos en el Pentágono, y añade que los drones «han dado a ambos bandos un elemento de poder aéreo de bajo coste, en particular justo en las líneas del frente».
En Ucrania, dice, «ha sido increíblemente eficaz y valioso en el conflicto».
Cómo se adapta Estados Unidos a un enemigo en constante evolución
El creciente uso de pequeños aviones no tripulados en la última década ha empujado al Ejército estadounidense (que no ha tenido que preocuparse de los ataques aéreos en décadas) a intentar adaptarse.
A principios de 2020, su ejército creó la Oficina Conjunta de Sistemas Aéreos no Tripulados para coordinar la respuesta del Pentágono, que incluía el desarrollo de tecnologías antidrones y el adiestramiento de soldados para enfrentarse a ellos en combate.
Desde entonces, la oficina ha estado trabajando estrechamente con la industria de defensa y ha celebrado eventos para demostrar varios sistemas que podrían contrarrestar los pequeños aviones no tripulados, también conocidos como sistemas aéreos no tripulados. Las soluciones incluyen misiles y ondas microondas de alta potencia.
Existen varias opciones contra los drones, algunas más eficaces que otras. Los potentes sistemas de guerra electrónica, por ejemplo, son una capacidad de defensa de área que puede inutilizar muchos drones inundando sus frecuencias de control con ruido electrónico o confundiendo su navegación por satélite.
Las fuerzas armadas estadounidenses también han explorado la energía direccionada, probando armas láser contra drones desde barcos y vehículos de combate terrestres.
El Ejército estadounidense también ha atacado, al menos una vez, a un pequeño dron con un misil tierra-aire Patriot, pero es una medida exagerada, algo que el ejército ha reconocido. Las soluciones contra los drones tienen que ser rentables.
En distancias cortas, los drones podrían ser atacados con cañones antiaéreos guiados por radar, como el Flakpanzer Gepard utilizado por Ucrania, o misiles guiados portátiles, como el Stinger. Pero estos pueden ser menos adecuados para atacar a los pequeños, rápidos y altamente maniobrables drones de visión en primera persona. Las defensas de último recurso pueden incluir pistolas aturdidoras portátiles para drones o incluso escopetas.
Los líderes militares estadounidenses han insistido repetidamente en que no existe una solución milagrosa para derrotar a estos aparatos. El coronel Mike Parent, jefe de la división de adquisición y recursos de la Oficina Conjunta de Sistemas de Aeronaves no Tripuladas, afirma que es necesario un enfoque de sistema de sistemas por capas para proporcionar la mejor defensa posible contra amenazas inciertas.
Proteger una base militar puede ser un poco más fácil porque está equipada con defensas fijas, según explica a Business Insider.
«Eso se ve mucho en Oriente Medio. Sin embargo, cuando no se está tan estático y los soldados están en el campo de batalla moviéndose de un lado a otro, definitivamente se necesita ese enfoque completo del sistema de sistemas porque realmente no sabes lo que el adversario lanzará contra ti», puntualiza.
Estados Unidos ha aprendido mucho observando la actividad de los drones en Oriente Próximo y Ucrania. Una de las lecciones es que las fuerzas hostiles «evolucionan muy rápidamente», según Parent. La tecnología, dice, es cada vez más rápida y autónoma, y si un enemigo «puede identificarte por medios pasivos o activos, te conviertes en objetivo muy fácil».
«Todos los soldados van a tener que tener algún tipo de habilidad o capacidad para llevar a cabo actividades contra pequeños UAS», añade, pero el ejército estadounidense aún no ha llegado a ese punto.
El pasado otoño, el Ejército lanzó otra iniciativa sobre drones, concretamente una formación en la Universidad Conjunta Contramedidas para los Sistemas Aéreos no Tripulados Pequeños (JCU). En Fort Sill, Oklahoma, la JCU consolida la formación en la lucha contra los drones para los miembros de todas las ramas del ejército.
Los alumnos pasan allí varias semanas aprendiendo a identificar, atacar y derrotar pequeños drones. La formación consiste en trabajar con radares de alerta temprana para detectar las aeronaves y utilizar dispositivos portátiles, incluidos sistemas de guerra electrónica y de tiro inteligente, para neutralizar las aeronaves no tripuladas.
Los alumnos practican disparando a globos con rifles dotados de una mira de rastreo de drones, pero preocupa que estos esfuerzos y los ejercicios de campo del Ejército estadounidense no tengan en cuenta la magnitud de la amenaza, que puede consistir en una gran masa de bombas voladoras.
El Ejército también ha incorporado la amenaza de los drones a determinados ejercicios de adiestramiento. Los soldados del Centro Nacional de Entrenamiento de California, por ejemplo, han practicado la defensa contra enjambres de drones varias veces en un mismo día.
Estados Unidos, por su parte, sigue invirtiendo en tecnologías nuevas y existentes para vencer este creciente desafío.
Doug Bush, Subsecretario del Ejército para Adquisiciones, Logística y Tecnología, dijo a la prensa a principios de mayo que en el proyecto de presupuesto para el próximo año fiscal, el servicio tenía previsto asignar 447 millones de dólares para el gasto en programas de registro contra los UAS.
El teniente coronel Moseph Sauda, director de la JCU, no cree que Estados Unidos se esté quedando rezagado en su formación contra los drones. «La cuestión es que se puede tener tanto éxito que no se continúe con el desarrollo», dijo a Business Insider durante una visita a Fort Sill a principios de este año, haciendo hincapié en la importancia de mantenerse ágil y flexible.
«Si nos fijamos en el futuro de la guerra, si tuviéramos que luchar y ganar hoy en este entorno actual con lo que está pasando en vuelo, todavía ganaríamos. Pero el enemigo va a seguir evolucionando», dijo Sauda.
Lo que venga después, como los enjambres autónomos u otra amenaza, probablemente a una escala nunca vista, podría ser mucho más desalentador.
Estados Unidos aún no está preparado para enfrentarse a drones en combate
La próxima guerra de Estados Unidos podría no parecerse exactamente a la de Ucrania y ser, en cambio, un horror único. El conflicto con China, que algunos funcionarios han advertido que es posible, probablemente se desarrollaría predominantemente en un vasto dominio marítimo. Pero los sistemas no tripulados, incluidos los pequeños drones, podrían ser un factor a tener en cuenta.
El ejército estadounidense es consciente de ello y está estudiando la posibilidad de crear su propia fuerza de aviones no tripulados. El año pasado, el Departamento de Defensa presentó la iniciativa Replicator, un plan de un mes de duración para desplegar miles de sistemas autónomos para contrarrestar a China.
El ejército estadounidense también podría enfrentarse a este tipo de amenaza en una guerra con Rusia en Europa, una posibilidad en caso de que Rusia salga victoriosa en Ucrania, o en un conflicto con Irán, que participa regularmente en actividades como la producción de aviones no tripulados de ataque unidireccional para Rusia y el armamento de fuerzas interpuestas en todo Oriente Próximo.
Pero el ejército estadounidense no está tan preparado para un conflicto de drones a gran escala «como a mucha gente le gustaría que estuviera», afirma Scharre, ahora vicepresidente ejecutivo y director de estudios del think tank Center for a New American Security.
La amenaza de los drones guarda ciertos paralelismos con los combates en Irak y Afganistán, donde las bombas ocultas suponían una tremenda amenaza. Aunque Washington tenía opciones para contrarrestar el problema, los insurgentes a menudo se adaptaban y cambiaban sus tácticas.
Los artefactos explosivos improvisados son amenazas bien conocidas que, a lo largo de los años, han matado y mutilado a innumerables miembros de las fuerzas armadas estadounidenses. El peligro es que los drones explosivos, su equivalente volador, son ahora igualmente baratos y accesibles, incluso para los grupos militantes.
«El ejército estadounidense ha tenido que luchar a menudo para contrarrestar este tipo de herramientas baratas de acoso que están ampliamente disponibles para grupos estatales y no estatales por igua. Puede que eso no impida al ejército estadounidense entrar en una zona, pero puede ralentizarlo y causar bajas», señala Scharre.
Scharre indica además que: «Estas tecnologías crean este entorno que creo que es mucho más transparente y letal, y al que el ejército estadounidense aún no se ha adaptado del todo».
Justin Bronk y Jack Watling, expertos en guerra y miembros del grupo de reflexión londinense Royal United Services Institute, escribieron el mes pasado en un análisis que prepararse para la lucha con drones no solo es importante, sino crítico.
Los ejércitos que no estén preparados para enfrentarse a esta amenaza en el campo de batalla corren el riesgo de entregar a una fuerza enemiga un conocimiento del campo de batalla muy valioso y de hacerse vulnerables a ataques de precisión devastadores, afirmaron.
Estados Unidos parece estar en las primeras fases de asimilación de las lecciones aprendidas en el extranjero y de formación de sus soldados sobre cómo prepararse. Pero los expertos afirman que el ejército aún tiene que aumentar considerablemente sus adquisiciones de defensas contra drones.
Contrarrestar la amenaza de los aviones no tripulados implica «ampliar elementos como la guerra electrónica de una forma que no habíamos hecho antes, ni siquiera en la batalla contra los artefactos explosivos improvisados en Irak y Afganistán», opina Ryan, general de división australiano retirado, y añade: «Más o menos lo hemos hecho, pero tenemos que hacerlo a una escala totalmente nueva».
Estados Unidos también tendrá que incorporar sistemas clave a los regímenes de entrenamiento de cada unidad en el campo de batalla, afirma Ryan. Y el ejército estadounidense necesitará muchas más unidades de defensa con drones, lo que podría significar reducir el número de tanques, artillería, infantería o ingenieros logísticos.
Estados Unidos también tendrá que incorporar sistemas clave a los regímenes de entrenamiento de cada unidad en el campo de batalla. Y el ejército estadounidense necesitará muchas más unidades de defensa con drones, lo que podría significar reducir el número de tanques, artillería, infantería o ingenieros logísticos.
«Habrá que hacer algunas concesiones, y cuando se negocia entre ese tipo de especialidades ocupacionales militares, siempre es difícil. No disponemos de recursos de personal ilimitados», finaliza Ryan. Queda por ver qué tendrá que desaparecer.
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