Afortunadamente, Hortensia se encuentra en un lugar seguro, en un gallinero construido por los propios alumnos en forma de prisma triangular, dentro de un programa que les ayuda a desarrollar su independencia social y económica y donde aprenden a cuidar su entorno y sobre todo. todo cómo funciona la sociedad, como explica la directora Ana Barreiro. Las niñas y los niños cuidan bien a los animales e incluso invirtieron dinero el año pasado para que una de las gallinas sobreviva a la neumonía. Así que a Hortensia le espera una vida larga y feliz, aunque entre los ancianos su nombre evoca recuerdos del devastador huracán que asoló Galicia en octubre de 1984, episodio que sonará a chino a quienes la quieren.
Hortensia tampoco se parece al animal que inspiró el cuento de Clarice Lispector, la gallina estúpida, tímida y libre en la que se inspira la autora para retratar el maltrato a la mujer y el machismo imperante en la sociedad, que pone huevos como metáfora de tener hijos y que, tras una vida atormentada e infeliz dejada a la educación y al servilismo, es asesinado. Hortensia representa otra cosa. Esto lo aseguran quienes se preocupan por ellos, quienes luchan por un mundo mejor. Hortensia ya ha puesto dos huevos para deleite de sus cuidadores, pero le quedan unos cuantos más para volverse como la gallina turuleca.
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