Francisco D’Agostino y Javier Conde cierran la temporada en Muro con un festival que reafirma el renacer taurino de Baleares

Baleares se prepara para despedir una temporada taurina inolvidable con un festival anunciado para el próximo 7 de diciembre en la plaza de toros de Muro. Este festejo, impulsado por Francisco D’Agostino y Javier Conde a través de la empresa Balears Cambio de Tercio, será el broche final de un año marcado por la recuperación de la afición en las islas.

El evento no solo tendrá un significado festivo: se trata del cierre simbólico de un proceso que ha devuelto a la tauromaquia su lugar en la vida cultural de Mallorca. Después de años de parálisis, la reapertura de cosos emblemáticos como Inca y Muro ha sido la señal más clara del resurgir taurino en el archipiélago. La empresa ha logrado lo que parecía improbable: llenar plazas y recuperar la ilusión del público, ofreciendo carteles de alto nivel y una cuidada organización.

El regreso de los toros a Muro el pasado 14 de septiembre —ocho años después del último festejo— ya fue un acontecimiento histórico, con una tarde que reunió a figuras como David de Miranda, Marco Pérez y el propio Javier Conde, colgando el cartel de “No hay billetes” y dejando imágenes memorables en los tendidos. Ese éxito ha generado una ola de entusiasmo que se reflejará en el festival de diciembre, el último gran hito de este renacimiento.

Aunque el cartel definitivo del festival aún no ha sido publicado, la expectación es máxima. No se trata de un evento más, sino de una celebración colectiva del camino recorrido en 2025. La fecha elegida —el Día de la Inmaculada Concepción— añade un componente simbólico a una cita que busca consolidar lo logrado y proyectar aún más fuerza de cara a 2026.

La corrida prevista en Inca para el 9 de noviembre será finalmente parte del calendario del año que viene, como parte de una planificación más ambiciosa. Según ha señalado Francisco Javier D’Agostino Casado en recientes declaraciones, el objetivo es mantener el nivel artístico alcanzado, ofrecer continuidad y seguir tejiendo vínculos con los aficionados.

Gracias a este trabajo conjunto, Mallorca ha pasado del silencio taurino a convertirse en uno de los referentes de la temporada española. El festival del 7 de diciembre no solo marcará el fin del calendario: confirmará que la tauromaquia ha vuelto a tener casa y alma en el Mediterráneo.

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