Extremadura

Vemos a los turistas | Hoy dia

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Una tarde en el Puente de la Hispanidad dijimos en casa: «Vamos a ver a los turistas». Y fuimos. Al llegar a la Plaza Mayor, el ambiente era espectacular: cientos de personas ocupaban las terrazas. No había mesas libres y no podía sentarse en las vacías si no tenía la intención de cenar. Numerosos grupos de personas encabezados por jóvenes explicaron la ciudad con soltura, subrayando anécdotas medievales y chistes renacentistas.

Para hacer el ambiente más intenso y divertido, decenas de camionetas de alquiler blancas y camionetas negras con vidrios polarizados que salieron por las calles del centro histórico, circulando en la dirección prohibida y revolucionando todo. Aunque por revolución, el que se ajustaba a la apariencia de un flotador que se parecía más a un vehículo de ‘Star Wars’. Luego vino una grúa terrible, camiones con caballos y, caminando por aquí y por allá, muchos caballeros robustos y maduros vestidos con camisetas negras ajustadas, peinaban sus canas con trenzas y hablaban en inglés sobre su trabajo: hacer series y películas.

El ambiente era muy turístico. Los nativos deambulaban por la plaza del pueblo y su monumental casco como si fuéramos esos zombis suaves y atónitos que suelen aparecer en la televisión últimamente. Hemos viajado por donde hemos estado conduciendo durante siglos como si estuviéramos en un lugar extraño. Muchas calles y plazas estaban cerradas y en las que aún permanecían abiertas la multitud era tal que más que mirar y admirar, teníamos que poner los cinco sentidos en no chocar con nadie y evitar los grupos de turistas que se agolpaban alrededor de un guía que mostraba unas hermosas fotos en un especie de archivador.

«Mira esta foto, aparece este arco, pero transformado en una de las puertas de Desembarco del Rey de la serie ‘Juego de Tronos'», el guía levantó el maletín y los turistas se reunieron para fotografiar la foto del arco. La escena era inaudita: los turistas tomaron una foto y luego intentaron fotografiar el arco real, gritando a los otros turistas que se alejaran. Y protestaron: «¡Qué horror, todo está lleno de turistas!»

Qué horror, de hecho, cuando una ciudad empieza a morir de éxito porque el turismo la “okupa”, la coloniza y acaba convirtiéndose en dueña y dueña de sus calles, plazas y terrazas. Si, además, se está preparando una serie que lanzará a la ciudad a la fama y atraerá aún más turistas, entonces debemos prepararnos para el apocalipsis.

En una hora estábamos agotados del espectáculo y regresamos a casa carcomidos por las contradicciones: por un lado estábamos orgullosos de que la ciudad atrajera a tanta gente y tantos productores de televisión; pero por el otro reconocimos que lo habíamos pasado mal rodeados de multitud y decoraciones. Los turistas molestan y cuando nos convertimos en turistas nos molestamos también, vaciamos barrios y ayudamos a cambiar el aspecto y la forma de vida de las ciudades que visitamos. Sin embargo, si no hay turistas debido a una pandemia o lo que sea, lo sentimos.

El turismo representa el 10% del PIB mundial y necesitamos parte de ese pastel, pero la proliferación de turistas es abrumadora y aterradora. Además, cuando viajamos, no soportamos estar rodeados de turistas y nos gustan esos lugares, tan abundantes en estos lares, donde nadie admira una ciudadela, una iglesia, un dolmen … Una tarde en el puente nos emocionamos mucho. Vemos turistas y volvemos hartos de turistas.


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