La tramitación de la norma, que actualiza la adoptada en 2010, se produce tras amargas denuncias en un amplio consenso
En principio, la cuestión desencadena un consenso sin fisuras de todos los grupos políticos de la Cámara y la votación final de 99 votos a favor, seis abstenciones y ningún voto en contra debería reflejar esto. Sin embargo, la reforma de la ley andaluza de ayudas y atención a las víctimas del terrorismo fue ayer el pretexto para un enorme litigio parlamentario, en el que todas las facciones intercambiaron alegaciones de alto calibre.
Durante el debate han salido a la luz los acuerdos parlamentarios del Gobierno central con Bildu, los méritos que cada uno se atribuye a la derrota de ETA, las dudas sobre si la banda terrorista fue realmente derrotada, la insensibilidad de algunos grupos ante las represalias del franquismo, el derecho de las víctimas del terrorismo distintas de ETA e incluso la falta de empatía hacia los refugiados que no son de países europeos. Todo esto en medio de un constante escándalo de voces, interrupciones y llamados de atención, la mayoría impotentes, de la Mesa de la Cámara. En la galería invitada, los representantes de la Asociación Andaluza de Víctimas del Terrorismo quedaron maravillados con el espectáculo.
Es precisamente esta asociación la que impulsó los cambios contenidos en la reforma de ley propuesta a la Cámara por el Grupo Ciudadanos y defendida en la Cámara por el diputado Enrique Moreno.
Los cambios fueron promovidos por la Asociación Andaluza de Víctimas del Terrorismo y recogidos de los ciudadanos
La norma, que inicia su trámite parlamentario, supone una reforma a la ley vigente, aprobada por unanimidad en 2010, y propone como novedades la simplificación de la acreditación de víctimas para los familiares en segundo grado de consanguinidad y el fomento de la atención psicológica y psiquiátrica. También presentará novedades relacionadas con la reinserción laboral de las víctimas de un atentado terrorista y sus familias.
Prácticamente ninguno de estos temas formó parte del debate del pleno, que se redujo a un intercambio de reproches iniciado por el diputado de Vox Benito Morillo, que comenzó su intervención desacreditando a las facciones de izquierda con los acuerdos alcanzados en la Cámara de Representantes y sus formaciones educativas. Morillo llegó a afirmar en su discurso que ETA no había sido derrotada pero que había conseguido su objetivo de estar presente en las instituciones «para incidir en un Gobierno débil y sin principios». El diputado también apuntó sus flechas al Partido Popular, al que atribuyó una conducta de «encubrimiento de las verdaderas víctimas», actitud a la que atribuyó la dimisión de José Antonio Ortega Lara y María San Gil de ese partido.
acusaciones cruzadas
La diputada Unidas Podemos Ana Naranjo aludió al contenido de la ley. Justificó la abstención de su grupo señalando fallas técnicas en el texto y el argumento de que la reforma no aportaría nada a la norma ya vigente, pero insistió en acusar al bloque de derechas de desatender a las víctimas del franquismo.
Ángela Hidalgo intercedió en favor del PP, que, tras señalar la necesidad de consenso en estos temas, acusó a los socialistas de haber «pactado con los herederos de ETA mantener la presidencia». Sin embargo, llamó a «la unidad de los grupos con las víctimas» ya la generosidad con las víctimas «para librarnos de luchas partidistas estériles».
La última intervención fue la de la socialista Soledad Pérez, que aseguró que su grupo nunca se había opuesto al tema del terrorismo, para luego justificar la labor de Rodríguez Zapatero y Pérez Rubalcaba en la derrota de ETA. Pérez lamentó la lucha en el Parlamento «por ver quién tiene más muertos y qué partidos han sufrido más».
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