Como le gusta decir, empezó pegando carteles en Sanxenxo, fue concejal, diputado autonómico, diputado nacional, ministro de varias carteras, vicepresidente del Gobierno, jefe de la oposición y presidente. «Joder, que alguien pare, coño», pide un emocionado Rajoy.
En la prensa y en los informativos nacionales, el nombre de Feijoo aparece como el gran favorito en todas las quinielas para suceder al líder. […]
Jueves, 7 de junio
Feijoo es interrogado en su comparecencia tras un Consello de la Xunta. El líder gallego intenta marcar los tiempos: «El congreso del Partido Popular no está convocado. Cuando se convoque, todos los afiliados tienen que dar su opinión, yo también, y tomaré mi decisión. Pero no será en esta sala, porque aquí toca hablar de los asuntos del Gobierno de Galicia. No hay novedad», zanja.
Desde esa misma sala, se dirige con retranca a algunos periodistas de medios nacionales que habitualmente no cubren este tipo de comparecencias semanales. «Me agrada verles, pero no se desplacen conmigo (siguiendo todos los actos de su apretada agenda oficial) porque no van a encontrar una respuesta distinta, tengan la seguridad. Los voy a convocar para ello», aconseja. […]
Una vez más Feijoo vuelve a ser preguntado sobre el proceso de primarias. «Daré mi opinión a lo largo del plazo que marque la junta directiva que convoque el congreso. Me posicionaré, porque es mi obligación como presidente del PPdeG y como militante, y es lo que voy a hacer», afirma, pero solicita «sosiego para pensar y acertar, porque sobra ansiedad. Intento ser coherente y responsable, pero tampoco oculto que no es fácil», reconoce.
Viernes, 8 de junio
Al día siguiente de este bombardeo Feijoo coincide con Ana Pastor en Vigo. Ambos vuelven a ser interpelados con insistencia, pero ni el uno ni la otra sueltan prenda. Los movimientos se producen en la trastienda. El viernes es un día de apagón informativo. El politólogo Xosé Luís Barreiro, uno de los columnistas de referencia de La Voz de Galicia, se refiere en su artículo del día al proceso del PP. «Le veo librando una dura y generosa batalla entre su interés personal —que le exige terminar su mandato y retirarse a una cómoda vida privada—, o ponerse otra vez al servicio de España, asumir la dura e incierta tarea de revitalizar el PP, y cargar con otros quince o veinte años de exposición al manoseo de la opinión pública que le devolverán a Galicia viejo, cansado de alfombras y oropeles, y soportando en sus carnes el fin de otro ciclo de sacrificios que nadie le va a agradecer».
Mientras tanto, en el PSOE continúan los días de euforia tras la exitosa moción de censura. Pedro Sánchez preside la primera reunión de su «consejo de ministras». El líder socialista telefonea a Feijoo, con quien conviene en buscar una fecha en verano para reunirse en Moncloa. Una de las pocas licencias televisivas que se permitió Feijoo fue convertirse en el invitado estrella de Land Rober, un programa nocturno emitido en la TVG que arrasa en audiencia. Lo hizo en septiembre de 2016, tan solo un par de días después de haberse impuesto por tercera vez en las elecciones. Roberto Vilar, el presentador, que tras triunfar en la televisión gallega con un característico sentido del humor fue fichado por una cadena nacional, le pregunta por su futuro político.
—¿Va a ir a Madrid?
—Estuve el pasado lunes en Antena 3.
—Pues le voy a decir una cosa. Yo fui, en concreto a Telecinco, y me di una hostia criminal. Yo era aquí el rey, el campeón del mundo; me pagaron una cantidad de dinero tremenda y no me dio tiempo ni a llevarlo a Panamá.
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