Todavía no han trabajado durante dos semanas. Tuvieron tiempo para perder el miedo y poco más. Los nuevos MIR (médicos internos residentes) se van adaptando paulatinamente a sus nuevos puestos.
Llegaron a Pediatría al Materno Infantil de Badajoz el lunes 19 y al día siguiente ya formaban parte de la rotación de turno. Son seis: Cristina Raya, Irene Díaz, Inés María Bermejo, Ana Farrona, José Manuel Puyana y Nicolás Palacios. «Pasamos de cuatro el año pasado a seis este año», explica Enrique Galán, jefe del servicio, que destaca la necesidad de ampliar la plantilla.
El comienzo no es fácil. Es su primer año como posgraduados y, a pesar de haber realizado prácticas durante su graduación, no saben qué encontrarán en el día a día de un hospital. “Empieza con mucho mareo y mucho miedo”, reconoce Cristina, que ha caído en Neonatología. Es decir, sus pacientes tienen menos de un mes y tienen patologías con las que hasta ahora no había tenido contacto. «Los primeros días fueron todo un mundo para mí», admite.
Los guardias de la sala de emergencias son uno de los momentos que más temen los residentes de primer año
Como en cualquier trabajo, y gracias al apoyo de los vecinos que llevan varios años allí y los tutores, los nervios quedan atrás a los pocos días. “Nos cubren mucho”, repite el MIR de Pediatría.
En Urgencias, Irene empezó su turno. Un comienzo que, en principio, asusta. “Muchas gastroenteritis, niños con fiebre y algún otro covid”, relata las patologías que se encuentran con mayor frecuencia. A diferencia de sus compañeros, ella a su vez tiene que esperar a que lleguen los pacientes a urgencias, mientras el resto revisa a diario quién está hospitalizado, según Inés, que está en la sala de mayores de dos años. .
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MIR cuenta con Extremadura en el curso académico 2021/22, una cifra que ha ido creciendo en los últimos años y a la que se suman el EIR (enfermería) y el FIR (farmacia) hasta 279; el objetivo es formar más profesionales y mantenerlos trabajando en la región
Irene, en Urgencias, tiene relación con pacientes desde la infancia hasta los 18 años, mientras que en el resto de turnos se centran en grupos de edad más cerrados. «Por ejemplo, me estoy acostumbrando a ver a niños muy pequeños y luego es muy diferente en los guardias», dice Cristina.
Son esos guardias, que sé que se hacen en Urgencias, uno de los momentos que en los primeros días genera mayor preocupación en los residentes de primer año. «Eso es lo que más tememos», dice Ana.
rotaciones
Conforme vayan pasando los meses, todos los residentes irán pasando por todas las áreas de su especialidad. Siempre acompañados de médicos y «residentes mayores», como se refieren al MIR ya en el tercer o cuarto año de residencia. «Por supuesto, sin la ayuda de los tutores no podríamos solucionar algunos de los problemas que enfrentamos, porque también vemos pacientes complejos», dice José Manuel, que está en la sala de hospitalización de mayores de dos años.
Ellos, los MIR, no toman decisiones sobre el tratamiento de los pacientes, pero sus tutores les piden evaluaciones al respecto. Es una forma de aprender. «Veamos cómo están evolucionando y si se necesitan cambios en los tratamientos», comenta Inés sobre los admitidos.
Este método se mantendrá durante los dos primeros años. “Hasta entonces son más empleados, luego intentamos que asuman más responsabilidades”, dice el jefe de servicio.
Contacto
Y, por ahora, los residentes de primer año están teniendo su primer contacto con la profesión. “Estamos en un período de adaptación, nos vamos familiarizando con los programas informáticos y con el resto de tareas”, dice Nicolás, cuyo destino nada más llegar fue el mapa de un mes a dos años.
Para ayudar en este proceso, la mayoría de los días laborales comienzan con la capacitación de un residente de edad avanzada.
Los nuevos MIR no lo notan, pero sus tutores son conscientes de que la pandemia también ha cambiado la enseñanza. “Una residencia precovid no tiene nada que ver con cómo están ahora”, añade María Luisa Moreno, jefa de estudios de la Unidad de Pediatría. Antes todo el mundo podía entrar a una habitación para ver algunos casos y ahora es imposible, solo el médico encargado y un MIR pueden acceder. “La calidad de la enseñanza se pierde y tratamos de remplazarla con más cursos”, agrega.
Otro punto de vista lo aporta Pablo Silvero, a cargo de los residentes de cuarto año. «La estacionalidad de las patologías ha cambiado; hace un par de años, enero y febrero fueron los meses de la bronquiolitis y la estamos teniendo ahora ”, informa esta trabajadora de salud, que cree que es algo que puede enriquecer la formación.
Uno de los aspectos que los tutores transmiten a los residentes es que Pediatría no solo trabaja con los pacientes, sino también con sus familias, como menores.
En las dos semanas que llevan en el hospital, estos seis MIR se están volviendo cada vez más sueltos y consideran que están aprendiendo. Los responsables no tienen ninguna duda de que continuarán haciéndolo durante los próximos cuatro años. «MIR son los mejores registros; todos son excepcionales ”, concluye el jefe del Servicio de Pediatría.
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