En la cueva de Zugarramurdi (Navarra), cuando el aquelarre quiso nombrar a una nueva bruja, el aspirante se untó todo el cuerpo con una poción. Entonces apareció el diablo y se sentó en un trono “y lo adoró besando su mano izquierda, boca, pecho y partes íntimas; el demonio se vuelve y muestra su trasero, que el hechicero también debe besar». Así se describe en 1610 uno de los hechos que llevó a la Inquisición a procesar a treinta personas por brujería. Once de ellos fueron condenados a la hoguera.
Se quemaron poco después, pero no los once. Solo seis de ellos llegaron a enfrentar el fuego, los otros cinco fueron quemados en efigies, es decir, figuras quemadas en su lugar porque habían muerto antes. Era habitual en los que se enfrentaban a un interrogatorio del Santo Oficio.
Pero después de este caso no hubo muchos más en España. Se salvaron muchas mujeres acusadas de ser brujas. Fue gracias a un extremeño, el humanista Pedro de Valencia, que supo combatir las supersticiones con lápiz y papel. Para lograr esto, utilizó la lógica. Por ejemplo, preguntó: «Si las brujas pueden volar, ¿por qué no se escapan de la prisión en lugar de esperar la hoguera?».
El Auto de Fe por el caso Zugarramurdi fue terrible, pero no representa el trato de la Inquisición española a los casos de brujería. A diferencia de otros países, especialmente del norte de Europa donde fueron ejecutadas unas 60.000 brujas, en España no se juzgó este tipo de hechos (hubo unas 300) y solo hay documentados 59 casos en los que se quemó a brujas y brujos en la hoguera. .
¿Fue la Inquisición española menos dura? No mucho menos. En sus 356 años de historia, no fue abolido hasta 1834, alrededor de 150.000 personas fueron procesadas. El número de muertos aún confunde a los historiadores que continúan estudiando los archivos históricos, pero se cree que entre 3.000 y 10.000 ejecutados. Sin embargo, entre 1540 y 1700, los años de mayor actividad de la corte del Santo Oficio, sólo el 8% de los juicios en España fueron por brujería.
¿Y por qué no hubo más condenas en España si los tribunales eran muy activos en perseguir a judíos o herejes? Hay varias teorías. Una de ellas es que en el caso de las mujeres acusadas de prácticas mágicas, la iglesia española prefirió la conversión. Eso es eliminar su comportamiento y acercarlos a los ritos cristianos. Una vez «convertidos», ya no estaban en peligro.
Pero otra causa fue la crítica de algunos estudiosos y humanistas, especialmente tras los hechos ocurridos en Zugarramurdi. Entre ellos, la intervención de Pedro de Valencia fue fundamental. Este humanista escribió un informe tras leer el Auto de Fe de Navarra en el que negaba que se tratara de brujería y que hubiera podido evitar muchas muertes en el futuro.
Pedro de Valencia nació en Zafra en 1555, en pleno Siglo de Oro y cuando el municipio era un referente económico. Según José María Moreno, cronista de esta ciudad, era hijo y nieto de judíos conversos y su padre era un rico comerciante. Esto le permitió estudiar en la Universidad de Salamanca y entrar en contacto con Arias Montano, entre otros. “Cuando pasó lo de Zugarramurdi, él estaba en los juzgados y tenía acceso al Auto de Fe. El ambiente en esos espacios era sugerente y el problema era el desconocimiento”, explica Moreno.
primera bruja
En 1498 se juzgó en Jaca (Aragón) el primer caso documentado de brujería en España. La acusada era Gracia del Valle o Guirandana de Lay. Esta mujer vivía en un pueblo algo aislado del Alto Aragón, y según ella misma confesó que su intención era ayudar a sus vecinos enfermos. Probablemente utilizó remedios naturales, pero sus prácticas fueron clasificadas como brujería. Se cree que fue víctima del rencor de uno de sus vecinos. Aunque se arrepintió durante el juicio, fue condenada a morir en la hoguera, no sin antes pagar las costas del juicio.
La caza de brujas había comenzado en Europa solo 14 años antes. Fue promovida por el Papa Inocencio VIII con una bula. “Muchas personas de ambos sexos se han entregado a demonios, íncubos y súcubos, y con sus hechizos han matado niños aún en el vientre materno, destruido ganado y cultivos, atormentado a hombres y mujeres e impedido que conciban”, indicó el documento que inició una persecución contra la brujería.
Pedro de Valencia ya era cronista del rey Felipe III cuando se produjo en España el juicio por brujería más grave. La quema de muchas brujas a la vez causó gran revuelo y el Inquisidor General pidió información a varias personas, entre ellas al humanista de Zafra.
Además de la presencia del demonio, los acusados fueron acusados de hablar idiomas extraños, comportamiento irregular y organizar orgías al aire libre. Hoy en Zugarramurdi se recrea cada año lo que ocurría en la cueva donde tenían lugar las supuestas congregaciones. Se cree que la psicosis fue provocada por una vecina que había vivido en Francia, donde se contagió de miedo.
Pero verlo ahora es fácil. Pedro de Valencia, sin embargo, lo entendió al mismo tiempo. Explicó que muchas de las conductas observadas en los imputados fueron resultado de enfermedades mentales, drogas o simplemente histeria colectiva. También usó argumentos para debilitar las acusaciones hasta el punto de hacerlas casi ridículas. Por ejemplo: “Decir que tienen como parientes a sapos habitados por el diablo es, sin más, una estupidez monumental y ridícula”, dijo.
“Matan niños para hacer ungüentos. Pero los niños encontrados muertos (la mayoría de las veces asfixiados) aparecen enteros, sin que a sus cuerpos les falte nada. Es más, dicha muerte, ¿no la ha podido provocar la madre o la madrastra y culpar a las brujas?”, razonó el extremeño, que incluso utilizó el humor para intentar imponer la razón: “Si pueden entrar en las casas sin ser vistos ¿por qué? t tomar oro y plata, ¿cuál es más rentable?’
Durante mucho tiempo la figura de Pedro de Valencia no fue muy conocida, pero hoy en día ya hay mucha información sobre este humanista. Una de las ediciones de sus jornadas de historia local estuvo dedicada a Zafra y su imagen también estuvo representada en el festival ‘De la luna al fuego’. Además, la Universidad de León ha recopilado toda su obra en varios volúmenes y ha analizado la labor realizada por este extremeño que no sabe cuántas vidas ha salvado.
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