Tenía 5 años y en sus 50 recuerda claramente la locura flamenca que vivió de la mano de su padre en la Plaza Alta en homenaje a Porrina. Crecer en el casco antiguo entre los gitanos de Badajoz, de ahí Raúl Valerio, Raulowsky, su pasión por el flamenco y su fascinación por Camarón de la Isla, que hizo del cante Patrimonio de la Humanidad mucho antes de que llegara el título de la UNESCO.
Durante cinco años escuchó una y otra vez sus discos, examinando al detalle cada vídeo, cada documental, cada fotografía y cada actuación del genio gaditano para interiorizar sus rasgos y llevarlos al dibujo, en la que es su primera novela gráfica, obra editado por la editorial Desacord, que antes de ser presentado ya va por su segunda edición.
‘Camarón, dicen de mí’ es el título con el que Raulowsky acerca la vida del artista al cómic, un lenguaje que se corresponde con el que califica como «el gran comunicador del flamenco» porque las viñetas y Camarón comparten, a su juicio, «que ambos son populares y han saltado fronteras.” De hecho, cuando empezó a hacer los primeros bocetos, no había en el mercado cómics sobre el cantante, a los que se cubrieron y dedicaron películas, documentales y libros.
«Se habló de su obra, de que renovó el flamenco, de las drogas, pero no de cómo se enfrentó a su propio mito»
La fascinación que sigue despertando su figura, 30 años después de su muerte, ha retado al badajoz a acercarse a una biografía muy trillada. “Somos conocedores de su vida, fans y admiradores, pero teníamos la responsabilidad de cómo darle la vuelta a todo y encontramos que queríamos hacerlo comparando a Camarón con su propio mito. Se hablaba de su trabajo, de cómo renovó el flamenco, de sus problemas con las drogas, pero no de cómo vivía todo eso en la intimidad. Ya no se trata de contar algo nuevo sobre Camarón, sino de plasmar lo que queda por decir”, explica el ilustrador.
Por eso decidieron poner a José Monje Cruz frente al espejo para contar cómo aquel niño prodigio que soñaba con ser torero logró convertirse en una estrella aclamada en los escenarios de todo el mundo. “Era una persona muy cercana pero muy tímida, que tuvo que ganarse la vida para mantener a su familia debido a la muerte prematura de su padre y lo hizo explotando el don que tenía para el canto”.
El genio en el espejo
Viñeta de Raulowsky que recuerda la actuación de Camarón y Tomatito en el Teatro Romano de Mérida en 1991. /
A lo largo de diez capítulos, que van desde la infancia hasta la muerte, pasando por su vinculación fundamental con Paco de Lucía y Tomatito, su despegue en la Venta de Vargas, su consagración en Madrid o París o la grabación de su obra maestra ‘La leyenda del tiempo’ , el cómic, dice Raulowsky, “cuenta historias famosas pero les estamos dando vueltas para entenderlas mejor y aportar nuestro granito de arena a Camarón, que cantaba así porque tenía un dolor interior. Ese dolor -continúa- era el del pueblo gitano, siempre tan perseguido, pero también el suyo, por la muerte de su padre».
Un dolor que el propio Badajoz supo identificar en el proceso creativo de la novela porque su padre murió mientras dibujaba a Camarón, lo que le ayudó a entender mejor de dónde venía el lamento de sus textos y de su voz. “Cuando tanta gente se identifica con un personaje es porque es universal. Cuando estaba dibujando la novela me di cuenta de que yo también sentía esas dudas y vicisitudes del proceso creativo».
Para las 200 páginas de ‘Camarón, dicen de mí’, el ilustrador badajoz ha realizado más de mil dibujos desde bocetos hasta entintados, todo en blanco y negro porque cree que el color distorsiona el mensaje y distrae la atención de los detalles. , y donde, además de Camarón, otras figuras del flamenco y el entorno familiar del genio, se tomó la licencia de dibujar a su madre, su hermana y sus amigos como extras. Las pintó con la misma impronta que tiene el flamenco, sin rectificar las líneas de la primera inspiración.
El viernes 11 debutará en el Extremeño y en el Museo Iberoamericano de Arte Contemporáneo (Meiac), donde Raulowsky presentará la novela acompañado de Ricardo Pachón, quien fue quien produjo «La leyenda del tiempo», el disco de, entre otros himnos, «Volando voy», que exaltaba a Camarón. Pachón es también quien firma el prólogo de este cómic del que ya se habla en Estados Unidos, Francia o Reino Unido porque suena a flamenco, el género que Camarón ha universalizado.
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