En septiembre, mes del Día de Extremadura, cuando tanto reflexionamos sobre la Extremadura que fue y será, visitamos aquellas ciudades de la región que alguna vez fueron importantes y hoy han disminuido. Su historia es una demostración de que, en gran medida, las circunstancias y no Extremadura son la causa del desarrollo regional o del estancamiento.
Hoy vamos a Puebla de Alcocer y Trujillo. Empecemos por la capital histórica de Siberia, centro de repoblación en la Edad Media y moneda de cambio: Rodrigo, arzobispo de Toledo, vendió Puebla de Alcocer al rey Fernando III, que luego la vendió a Toledo. Pasó a manos del Vizconde de Cabrera, volvió a ser Toledo y, en 1441, ya transformada en ciudad, fue entregada al maestro de la Orden de Alcántara.
Cuando se establecieron las provincias en 1833, Siberia se incluyó en la de Badajoz y dos jefes del partido judicial se establecieron en Herrera del Duque y Puebla de Alcocer. Durante la guerra civil, Puebla fue la capital de la Extremadura republicana desde el 13 de agosto del 38 hasta finales del 39 de marzo, cuando las tropas de Franco conquistaron la región.
Pero llegaron los embalses, que inundaron las mejores tierras de Siberia, dejando solo cinco hectáreas de regadío en la región. De Puebla de Alcocer 650 jóvenes emigraron repentinamente a ciudades de colonización como Entrerríos, Torrefresneda, Zurbarán o Hernán Cortés. Esta brutal pérdida de población significó que, el 1 de noviembre de 1965, el gobierno eliminó la condición de jefe del partido judicial que ostentaba Puebla de Alcocer. Desde entonces han desaparecido el tribunal de primera instancia, el juez, funcionarios y algunos servicios. Puebla de Alcocer perdió su condición de centro burocrático y comercial de la zona y, como anécdota, también fue robada de la ciudad la colección completa del diccionario enciclopédico Espasa.
Vayamos a Trujillo, que hoy disfruta de una actividad turística inusual. En los últimos años se han instalado industrias importantes como Navidul y el futuro parece prometedor si el proyecto de la fábrica de diamantes se convierte en realidad. Trujillo llegó a competir con Cáceres y Plasencia como la ciudad más importante de la provincia. Para empezar, su condición de ciudad se remonta a mucho tiempo, desde 1430, es decir, 450 años antes de que Cáceres alcanzara esa condición.
Se cree que Trujillo fue la primera capital del reino porque los reyes Isabel y Fernando firmaron allí el 29 de diciembre de 1479 su primer documento como rey de España. La ciudad era la capital virtual de una «provincia» que incluía 22 ciudades y limitaba con las tierras de Toledo, Talavera, Cáceres, Plasencia y Medellín.
Pero los altibajos del siglo XIX acabaron con el liderazgo de Trujillo. Así, durante la llamada Guerra de la Independencia, mientras Cáceres hacía un pacto con los franceses y se mantenía intacto, Antonio Martín Rivas, el valiente alcalde de Trujillo, atendía al llamamiento del alcalde de Móstoles, alistaba voluntarios, formaba un pequeño ejército, Se enfrentó a los franceses y el resultado fue que las tropas de Napoleón destruyeron Trujillo y diezmaron su población.
Trujillo sufrió entonces un notable declive, su territorio se diluyó en las provincias de Cáceres y Badajoz, los esfuerzos por tener una línea ferroviaria fueron en vano y la ciudad cayó en decadencia hasta que, de la mano del turismo y los nuevos proyectos industriales, se vivió una época de esperanza y renacimiento. Trujillo, una transcripción de Extremadura, un ejemplo de lo que fue y en lo que puede llegar a ser.
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