Con su reforma fiscal, Juanma Moreno sitúa a Andalucía en el centro de la escena política

Si preguntas a los miembros del equipo del presidente de la Junta de Andalucía estos días, es posible que encuentres que el estado de ánimo general va más allá de la satisfacción de estar cerca de los límites de la euforia. El sorpresivo anuncio que hizo este lunes Juanma Moreno sobre la supresión del impuesto sobre el patrimonio tuvo tal repercusión que superó con creces los límites que normalmente alcanza la comunicación de una medida económica en una comunidad autónoma, aunque sea la más poblada de España.

Bastó que el presidente andaluz comunicara la decisión para que el asunto se convirtiera en el tema central de la política nacional. Otras comunidades autónomas anunciaron iniciativas similares, el Gobierno mostró sus fisuras sobre hasta dónde debe llegar la autonomía fiscal de las comunidades, Pedro Sánchez las criticó desde Nueva York y la ministra de Hacienda desveló la posible puesta en marcha de una medida que vaya en sentido contrario a la del anunciado por la junta y que fue rechazado después de que lo propusiéramos: la introducción de un impuesto sobre el patrimonio.

Para resumir cómo transcurrió la semana, baste decir que el lunes Juanma Moreno hizo el anuncio y el viernes cinco ministros socialistas pusieron en sus agendas eventos en Andalucía, un escenario que recuerda a la campaña electoral del 19 de junio.

Desde hace un tiempo, el presidente andaluz reclama protagonismo en el debate político nacional, que corresponde a una comunidad que aglutina casi el 18 por ciento de la población y una proporción similar del territorio. Si ya había conseguido convertirse en el centro de atención, sobre todo tras su contundente victoria electoral, ahora está convencido de que lo ha conseguido por completo. En el Gobierno andaluz querían dar un golpe y nadie duda de que lo han conseguido.

El hecho de que la medida no estuviera incluida en el programa electoral del PP, a pesar de insinuarse sin matices en el constante discurso de Moreno sobre lo que llamó el “infierno financiero andaluz”, sin duda ayudó a que el inesperado impacto fuera mayor. El presidente afirma con orgullo que Andalucía es ya la segunda comunidad autónoma con menor presión fiscal, sólo por detrás de Madrid. En cuanto a los valores que defiende, se trata de un logro sin precedentes y permite a Andalucía competir con las comunidades más ricas por el liderazgo económico.

En el Palacio de San Telmo se coloca una pica en terrenos hasta ahora reservados al eje Madrid-Cataluña y en los que en ocasiones el País Vasco ha podido situarse. El paisaje es parte de la interpretación de lo que Moreno entiende que debe ser un andalusismo de nueva generación, con constantes llamamientos al orgullo andaluz y la oportunidad de situar a la comunidad como la más pujante de España. El Presidente no se cansa de repetir que el principal logro de su gestión de casi cuatro años fue lograr un cambio de mentalidad que apunta en esa dirección.

En este sentido, el Gobierno andaluz está convencido de que el anuncio del impuesto sobre el patrimonio ha funcionado en dos direcciones: por un lado, se ha situado a Andalucía en el centro del debate político; por otro lado, actuar como multiplicador de la medida en el público objetivo en el que se pretende tener efecto. Afirman que los beneficios que ya están empezando a sentir no podrían haberse logrado ni con la mejor campaña publicitaria. Además, no hay que temer posibles contraindicaciones de una medida como la tomada. El discurso de que la junta favorece a los más privilegiados por encima de los intereses de la mayoría se considera inofensivo en la legislatura que acaba de comenzar.

Habrá que esperar al menos un año para saber si la rebaja fiscal consigue los objetivos económicos perseguidos -atraer a inversores y residentes de alto poder adquisitivo y compensar con creces los ingresos en la hacienda andaluza de nuevos contribuyentes que declaran su IRPF en Andalucía. Los ojos están puestos principalmente en los mercados internacionales, con los británicos en primer lugar y más después de que el Brexit haya obligado a aquellos que pasan largas temporadas en España a formalizar sus permisos de residencia en un país de la Unión y también a nivel nacional.

Ante un panorama económico mundial lleno de incertidumbres, la apuesta es convertir Andalucía en un refugio que ofrezca certezas. Dos condiciones son necesarias para ello en el análisis del gobierno andaluz: estabilidad política y baja fiscalidad.

El objetivo no es competir con el Madrid. En primer lugar porque no hay argumento para oponerse al poder de seducción de una ciudad que concentra el capital político, económico y cultural del país, pero también porque el perfil de residentes con alto poder adquisitivo puede elegir Andalucía No tiene alternativa a una gran ciudad, sino a las costas portuguesas, francesas o incluso marroquíes. El litoral mediterráneo es, por tanto, el principal activo de esta apuesta.

El otro gran target se centra en el mercado nacional, especialmente el catalán. Durante la pandemia, Andalucía se ha convertido en un punto focal para el teletrabajo y nuestro objetivo es capitalizar este impulso. Y también está el tema político catalán, al que Juanma Moreno le ha prestado especial atención. El presidente agradece enormemente la oportunidad de desafiar a Cataluña por el estatus de segundo municipio más rico de España. La atención se centra tanto en el nivel económico como en el político. Entiende que la política impulsada por la sucesión de gobiernos independentistas y de izquierdas ha reducido el potencial económico de esta comunidad, y no teme entrar en la competencia. El ordago que empezó es grave. No es una linterna.