La pesadilla de la ciudad en la que la mayor urbanización de fantasmas se encuentra en España: "Hay vandalismo, robos, raves, incertidumbre ..."

Y un buen día los vecinos de Buniel, una pequeña población del alfoz de Burgos de entonces apenas 400 habitantes, se quedaron sorprendidos al ver que empezaban a quitar las grúas, que los camiones de la obra se iban, que los fontaneros e instaladores se llevaban materiales ya colocados en los edificios a medio construir, algunos ya acabados. La noticia corrió como la pólvora: “Martinsa-Fadesa ha quebrado, está en concurso de acreedores”.
Martinsa-Fadesa era la promotora del megadesarrollo urbanístico Ciudad Jardín Soto del Real que iba a poner a Buniel en el mapa. 900 viviendas en una primera fase. 1.200 en una segunda al otro lado de la de autovía A-62. Iba a ser la envidia de la comarca. Espacios verdes, piscinas, parcelas para uso dotacional y hasta un centro comercial. Pero la burbuja inmobiliaria estalló y se llevó a la empresa constructora por delante. Ahora, 18 años después, sobre los terrenos solo quedan los esqueletos de cientos de casas, de tejados destartalados, mientras la maleza y los árboles se abren paso entre los muros de ladrillo grafiteados.
Jesús Díez, alcalde de Buniel (Burgos), posa en la urbanización fantasma de la comunidad, la más grande de España. / José Luis Roca
Las viviendas no acogen vecinos, sino conejos y perdices que las cruzan de vez en cuando y, sobre todo, escombros a punta pala. Desde sofás y neveras a materiales de obra y desperdicios. Por momentos, parece que uno está recorriendo un escenario de la serie apocalíptica ‘The last of Us’.
Una escombrera gigante
“Hay gente que incuso ha traído uralita. El desarrollo se ha convertido en una escombrera gigante”, denuncia el alcalde mientras recorremos la urbanización fantasma más grande de España. Dice Jesús Díez que recuerda aquellos días como si fueran ayer. No en vano se abrió entonces una herida enorme que todavía no se ha logrado cerrar en el municipio. “Había viviendas que ya tenían los cerramientos y la climatización y todo, pero todos los profesionales que trabajaban aquí, fontaneros, carpinteros, albañiles, montadores... vinieron a recuperar sus cosas”, recuerda.
Los muebles y los desechos irrumpieron en la parte inferior de la mega urbanización de Buniel, que nunca se llevó a cabo. / José Luis Roca
Durante un año y medio un vigilante de seguridad se encargaba de tener controlado el acceso principal al desarrollo, vallado en su totalidad. “Pasaba más tiempo en el bar que otra cosa”, explica el alcalde, que apunta que cuando se quitó la seguridad “comenzaron a cometerse robos”. Levantaron tejados, suelos, alcantarillas, acometidas de la luz, los cobres... Ahora cuando uno se introduce con el coche por la zona debe de andar con mucho tino no vaya a meter una rueda en los enormes agujeros de las desaparecidas tapas de alcantarilla y quedarse atrancado.
El día que no había nada para robar ya pues la gente empezó a dejar escombros y desperdicios
“El día que no había nada para robar ya pues la gente empezó a dejar escombros y desperdicios. Estamos muy desprotegidos; hay Guardia Civil ahí al lado, que les tenemos mucho que agradecer, pero es que son ocho personas y tienen la demarcación más grande de España. No pueden estar a ver si entran aquí o no”, suelta el alcalde, que afirma que ahora que Martinsa-Fadesa ha hecho una dación en pago de lo último que le quedaba en el desarrollo están buscando reactivar la urbanización para tratar de olvidar “esta desgracia que vivimos desde 2008”.
Reuniones con los fondos buitre
Los fondos buitre que se hicieron con las migajas de la urbanización, que sigue sin recibirse por parte del Ayuntamiento, lo que la deja en un nimbo legal, se han reunido ya con el alcalde a petición de él y, por ahora, al menos, la cosa no pinta bien, ya que le demandan que ejecute los millonarios avales y haga un informe de situación de la obra, algo “imposible” de hacer. Lo primero, porque sería “ilegal porque son avales de una empresa que ya no es propietaria”, y lo segundo porque no tienen capacidad [el pueblo tiene en la actualidad 611 vecinos]. "Desea que creemos un informe sobre lo que es, pero no tenemos a la gente, no el dinero para ello.; ¡Si nuestro presupuesto anual no alcanza un millón de euros! Se queja.
Absorción aérea de la urbanización fantasma de Buniel. / José Luis Roca
Modificaciones urbanísticas
Jesús tiene claro que el Ayuntamiento puede ayudar hasta donde pueda, realizando las “modificaciones urbanísticas necesarias dentro de la legalidad y siempre de la mano de los constructores que tendrán que decidir si le sale rentable o no”. En ese sentido, recuerda la gran demanda de vivienda que hay en el alfoz de Burgos y, más en concreto, en el pueblo. “Todo lo que sale a la venta se vende en días”.
Si aquí se mete alguien y hay una desgracia, ¿quién es el responsable? Nosotros no podemos ni actuar sobre los viales porque la competencia no es nuestra
“Hay que buscar una solución”, insiste el alcalde mientras avanzamos a otra zona del desarrollo y Jesús recuerda que el Consistorio tiene también sus cartas en esta negociación, pudiendo “enviar requerimientos” a los actuales propietarios para “que vallen sus terrenos y pongan el ornato”, como en cualquier otra finca.
El alcalde de Buniel, Jesús Díez, durante un recorrido por la mega ciudad que Martinsa-Fadesa levantaría. / José Luis Roca
“La propiedad tiene que estar vallada, custodiada y limpia, son parcelas que no son municipales”, recuerda el alcalde, que afirma que la urbanización ha acogido de todo, desde “robos y vandalismo a ‘raves’”. “Al menos a los chavales del pueblo no les ha dado por ahora por venir por acá porque las condiciones de seguridad son nulas. Si aquí se mete alguien y hay una desgracia, ¿quién es el responsable? Nosotros no podemos ni siquiera actuar sobre los viales porque la competencia no es nuestra”, declara sobre un desarrollo al que se puede acceder perfectamente desde varios puntos al no haber vallas.
Estructuras de concreto olvidadas en la urbanización fantasma de Buniel. / José Luis Roca
Jesús ha llevado la problemática del pueblo a diferentes administraciones. A la Diputación y a la Junta, y “todos son muy amables”, pero les dicen que el asunto es de competencia del Ayuntamiento, al que la constructora también dejó debiendo 700.000 euros. “Tenemos todos mucho que perder. El escenario ideal sería el desarrollo de la urbanización, estamos abiertos a cambiar normas. Los propietarios están como el perro del hortelano, que ni comen ni dejan comer. Esto no puede seguir siendo un cementerio de estructuras”, concluye el alcalde.
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