Madrid
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Para muchos, con auto y amante de la apariencia juvenil, la crisis de los años 50 ha terminado. Ninguna de estas opciones era válida para carlos bugallal (53 años): «Estoy muy contento con mi mujer y no me veo en un descapotable». Según algunos estudios, la nueva crisis de los años 50 se salda ahora con la renuncia al trabajo. En el caso de Carlos, esta era su oportunidad. Su crisis fue más profunda, pues 20 años como agente inmobiliario ha resentido su salud y provocó que cambiara sus prioridades: “Claro que el dinero es importante, pero no lo es todo en esta vida. No podemos dejar de luchar por nuestros sueños. No debemos rendirnos, después de todo somos sobrevivientes.
Lo sabe bien porque ha superado un tumor cerebral y sintió que la vida se le escapaba sin pisar un escenario, su verdadera pasión: «Me lo pintaste todo de muerte, pero la operación salió bien. El que resultó cambiado fui yo porque entendí que no quería envejecer porque me arrepentía de no haber hecho lo que realmente quería.
En 2019 aprovechó un ERE para salir del banco donde trabajaba, respiró al tener un pequeño colchón para pasear, se guardó el traje y la corbata, también empezó en La cripta enbrujada del Café Gijón -un lugar emblemático del Madrid intelectualidad -conocida por sus tertulias pero por un escenario teatral sin precedentes- y experimentó un cambio de vida que sus hijas pudieron apreciar al ver a su padre en casa más horas de lo normal. Ya no era un aburrido agente inmobiliario que se pasaba el día al teléfono, era un actor que sentía el calor del público cada noche.
A pesar de todo, esta aventura no pilló desprevenido a Carlos. Durante años compaginó el oficio con los estudios de doblaje, interpretación y expresión corporal: «Eso casi me cuesta el matrimonio porque mi mujer no me veía el pelo en todo el día». Lo que le sorprendió fue el éxito de su actuación, un unipersonal que ahora llega al Teatro Lara: «Reencuentro», la historia de dos amigos que no se ven desde hace años y cuyas vidas se saldan con el karma como cuentas, ha dado lugar a situaciones diferentes a las anteriores.
chico de oro
Carlos es, como él mismo reconoce, «un culo inquieto». Estudió en Estados Unidos, donde trabajó para CEOE y fue mentor de empresarios españoles que cruzaron el charco para promocionar la marca España: “Fue en los 90, todavía había algunos que venían a Paco Martínez Soria y pedían ir a clubes de striptease. y acariciar a las niñas mientras los guardias de seguridad saltaban como una fuente… ¡Me arrastraban a todos los líos!”, recuerda divertido Carlos, que volvió a España convertido en “chico de oro” para la embajada americana: el mismo trabajo que hacía allí, pero ahora en Madrid. Ya sabes, jamón y tablao para todos. Gracias a English se le abrieron las puertas del negocio, pasando de vender acciones a un “trabajo estresante y poco creativo que requiere una atención brutal y mueve mucho dinero. No es como en las películas”. Después de todo, Carlos no es recordado como Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street, sino como Harrison Ford en Working Girl: Vamos, un agente de bienes raíces con corazón. Claramente, eso es lo suyo. No es el parquet, sino las mesas.
Los ves
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