Un monstruo terrible e hipnótico: así es la versión teatral de "La fiesta del chivo", que se proyectará en Oviedo
La adaptación de la novela de Vargas Llosa corrió a cargo de un viejo conocido del sector cultural asturiano: Natalio Grueso. El exdirector del Centro Niemeyer, que se ha concentrado en el campo literario en los últimos años, pudo completar la adaptación de la novela gracias a la colaboración de dos viejos conocidos. Grueso conoce a Vargas Llosa desde hace años y tuvo un estrecho contacto con él durante su etapa al frente del teatro madrileño (2012-2014) cuando se estrenaron dos obras Premio Nobel: "La Chunga" con Aitana Sánchez-Gijón al frente de la elenco y "El loco de los balcones" con José Sacristán.
Otro viejo amigo de Grueso se encargaría de la dirección: nada menos que Carlos Saura, uno de los cineastas clave del último franquismo y la transición, que también tiene una larga carrera como director de teatro. La amistad entre Grueso y Saura existe desde hace más de dos décadas Hace una década Grueso mostró una exposición fotográfica de Saura, “La luz”, para inaugurar el Niemeyer.
Entre Grueso y Saura lograron entrelazar la complejidad de las relaciones que conectan a los personajes de “La fiesta del chivo”. Al igual que en la novela, la versión teatral se centra en Urania Cabral (interpretada por Lucía Quintana), quien regresa a República Dominicana más de tres décadas después de verse obligada a abandonar el país cuando era adolescente. Estos son los últimos momentos del dictador Trujillo, personaje que dio forma a la vida de Urania y de toda su familia.
Para cerrar el círculo de una adaptación exitosa, se necesitaba un animal de la escena para hacerse pasar por el dictador. Juan Echanove, un intérprete con más tablas que Nao Victoria, encarna a un dictador grotesco y miserable, una interpretación que los críticos dicen hipnótica para el espectador.
"Es una historia enorme de maltrato y humillación, y no solo hacia un personaje, hacia Urania, sino hacia toda la ciudad", dijo Echanove durante la presentación de la obra. Al construir el personaje, Echanove prescinde de medias tintas: “Trujillo cree que es Dios. Con eso creo que todo está dicho. Cuando una persona se cree Dios, es egoísta, es arrogante, es muy caprichoso emocionalmente, es muy ciclotímico y al mismo tiempo es un personaje con doble o triple personalidad. Tiene una enfermedad de poder ". Un monstruo llamado para apoderarse de la escena de Campoamor el próximo mes de junio. Las entradas para estas dos actuaciones, la primera de la obra en Asturias, ya están a la venta y no parece que vayan a durar mucho.
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