El espectáculo, delicado y lleno de encanto, hizo reflexionar al público sobre el paso del tiempo, los recuerdos y las ilusiones. En este montaje, Conde crea una atmósfera mágica, muy sugerente e impactante, que fascina a todo tipo de público y edades.
La capacidad fue bastante buena a pesar de las limitaciones debidas al Covid y el actor fue despedido con aplausos por su gran trabajo en una grabación que no es la habitual.
En el trabajo, Marcelino se ha convertido en un experimentado coleccionista de recuerdos, son sus tesoros más valiosos, que guarda, ordena, clasifica, cuida, protege … Siempre recuerda cada uno de esos buenos momentos, esos momentos de alegría, de risa. y felicidad. Eso lo ha convertido en un personaje único, extravagante, delicado y hosco que el espectador descubre con esta obra que hace reír a la gente a medida que avanza su fragilidad.
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