“Aquí viven ahora cuatro familias”

Cuando Tibor Strausz y Maikee Geurts, informáticos residentes en Ámsterdam, llegaron a Bárcena de Bureba, un pueblo al norte de Burgos abandonado hace más de 40 años, se enamoraron de sus colinas, del color arcilloso de la tierra, del río que serpenteaba por una de las vegas del pueblo. La localidad, o más bien lo que quedaba de ella, medio centenar de casas arrumbadas por el paso del tiempo y el olvido, se vendía por algo más de 350.000 euros. Ellos querían desde hace tiempo darle un giro a su vida y no lo dudaron. Lo compraron.
Vista de la yurta donde vive una de las familias holandesas que se trasladaron a Bárcena de Bureba mientras repara una de las casas medio destruidas. / ALBA VIGARAY
Ahora, más de año y medio después, Tibor, Maikee y sus dos hijas -Trisa y Riva (10 y ocho años)- ya se han mudado definitivamente a vivir a Burgos tras una etapa donde han combinado periodos aquí y allá. "Ya estamos aquí para quedarnos para siempre, esperamos. Estamos muy contentos, y las niñas también. Van a un colegio bilingüe en Briviesca, donde tenemos un piso, y se están adaptando muy bien", cuenta por teléfono exultante Maikee porque el proyecto -levantar una ecoaldea sostenible gracias a un bosque frutal- está empezando a dar sus frutos.
En diciembre va a nacer un bebé de una de las parejas holandesas que se han instalado en el pueblo
El nombre puesto a este ambicioso plan es 'Arbdol', que mezcla la palabra castellana “árbol” y “tierra” en holandés y busca demostrar que "las cosas se pueden hacer de otra manera".
"Estamos muy contentos, nuestra idea es quedarnos aquí ya para siempre", explican
"Ya somos cuatro familias viviendo en Bárcena, y en diciembre va a nacer un bebé de una de las parejas holandesas que se han venido aquí", señala sobre el éxito de su llamamiento a crear un lugar autosuficiente, donde se generará el propio alimento gracias a un bosque frutal -"lo estamos empezando a plantar en dos enormes parcelas que hay al lado de la iglesia" [de estilo románico y también medio derruida]- y usarlo el agua que se recoge del río y se potabiliza.
Maikee posa con Rick y Mirthe, una de las familias holandesas afincadas en Bárcena de Bureba. / EL PERIÓDICO
Maikee ha dejado su trabajo de analista de datos y Tibor teletrabajará como programador desde Burgos durante un tiempo. "En el pueblo la cobertura es buena, pero su trabajo es flexible y trabajará en el piso de Birviesca", relata Maikee, que asegura que necesitan tiempo para ir dándole forma al huerto y seguramente atraer a más familias, "quizá algunas españolas también".
Una pareja holandesa, un matrimonio del mismo país con una niña pequeña y otra que vendrá pronto -"van a tener un bebé en diciembre"- y Carlos, un jubilado con antepasados del pueblo que compró una casa hace tiempo y se vino a vivir cuando supo que estarían Maikee y Tibor, completan la vecindad de Bárcena, por cuyas calles sin asfaltar vuelve a escucharse la algarabía de la infancia.
Trabajos de limpieza de una finca de Bárcena de Bureba. / ALBA VIGARAY
Placas solares para generar energía
"La burocracia es complicada, pero Carlos nos está ayudando mucho con las gestiones", afirma Maikee, que entremezcla el inglés con un cada vez mejor castellano.
Por ahora una de las familias vive en una furgoneta y la otra en una yurta, una estructura de madera y lonas desmontable que es usada por los nómadas en las estepas de Asia Central, mientras adecentan las casas de piedra abandonadas donde van a vivir. La energía está asegurada gracias a las decenas de placas solares que Maikee y Tibor repartieron por el pueblo los primeros meses después de comprarlo.
Maikee y sus dos hijas observan cómo su esposo Tibor transporta paneles solares en una camioneta para el proyecto de ecoaldea en Bárcena de Bureba. / ALBA VIGARAY
"Tenemos baterías muy grandes y la idea es que nos ayuden a tener calor en invierno", revela Maikee. "La verdad es que estamos consiguiendo poco a poco cambiar el pueblo".
Una de las claves dentro del proyecto son los plantones de paulonia, el que llaman “árbol del futuro”, caracterizado por su gran tamaño y rápido crecimiento. Su madera es resistente y ligera. “En poco tiempo vamos a tener mucha madera”, dice la pareja, cuyo proyecto de energía sostenible está siendo monitorizado y cuenta con la ayuda de una universidad holandesa.
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