Hay varios megaproyectos que provocan rechazo social, pero en algunos casos también rechazo político, cuya aprobación también va al Departamento de Cambio Ambiental y Desafíos Demográficos si superan los 50 megavatios. Para Mollà, la apuesta por la fotovoltaica en el medio rural debe estar condicionada de tal forma que no se produzca a expensas del territorio. En este sentido, el departamento que dirige intenta que «no se produzcan choques» con esta necesaria transición energética, que debe ser justa y resiliente.
La determinación de Mollà en este tema se corresponde con el compromiso del Botànic de dar un salto hacia la neutralidad marcada por la Unión Europea para 2050. Sin excluir el importante nicho empresarial y laboral que representa la vía verde. De este capítulo trata la Ley de Cambio Climático Autonómico y Cambio Ecológico, cuyo borrador vio la luz el pasado verano. El desarrollo de las energías limpias en territorio valenciano sigue un plan director con horizonte 2030 y una producción estimada de hasta 6.000 MW en áreas designadas como desarrollo prioritario y alrededor de 12.000 hectáreas en toda la Comunidad Valenciana.
Según Mollà, el mapa elaborado por la Consejería de Cambio Ecológico a través de la Dirección General de Medio Natural no tiene en cuenta los espacios protegidos. El ayuntamiento ha dejado muy claro que la Generalitat será más flexible y preferirá este tipo de instalaciones para el autoconsumo y la creación de comunidades energéticas locales. Precisamente, el valenciano es la primera autonomía que regulará por ley este número de acciones. Esto se aseguró en su época cuando se presentó la futura normativa autonómica.
La macroexplotación de los paneles solares, para la que se requiere la aprobación del gobierno, es muy diferente. El debate surgió con la aprobación por parte de la Generalitat Valenciana del Decreto Legislativo de Medidas para Acelerar el Uso de Energías Renovables. Esta propuesta de los conselios para emergencias climáticas y cambio ecológico; La economía sostenible, los sectores productivos, el comercio y el trabajo, las obras públicas y la política territorial tienen como objetivo multiplicar la energía solar por 16 y la eólica por 4.
Ni cofrentes ni alternativas
Son muchas las voces del Gobierno autonómico que nos recuerdan que no es posible apoyar el cierre de Cofrentes obstaculizando alternativas que no sean de origen fósil o nuclear. La ley valenciana de cambio climático y ecológico prevé como novedad que los nuevos mapas de la ciudad deben reservar una zona dedicada a la producción de energías renovables para garantizar la autosuficiencia. La Comunidad Valenciana aumenta las emisiones hasta en un 42% respecto a 1990, un escenario insostenible.
Las empresas prefieren los grandes parques solares para optimizar costes, mientras que los municipios en manos de la administración autonómica y algunas formaciones políticas abogan por la descentralización de la energía. Es decir, pequeñas instalaciones cercanas a núcleos de población para minimizar las pérdidas de transporte.
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