Cataluña

«En Francia la inmersión lingüística no es inconstitucional»- NIUS

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  • Este diputado del partido centrista Movimiento Demócrata (MoDem) explica a NIUS la situación de las lenguas regionales en Francia, donde el Consejo Constitucional ha vetado la inmersión lingüística


  • En abril se aprobó la ley relativa a la protección de las lenguas regionales y su promoción


  • El Consejo constitucional ha vetado la ley y ahora se trabaja para una nueva que contemple otra figura «con menos inmersión»

“La lengua de la República es el francés”. Ese era el recordatorio que hacía a finales del pasado mes de mayo el Consejo Constitucional de Francia a los diputados de la Asamblea Nacional. Éstos, por una clara mayoría – 247 votos a favor y 76 en contra de 323 emitidos –, aprobaron en abril la ley relativa a la protección de las lenguas regionales y su promoción. Dicho texto abría las puertas en Francia a que la enseñanza se realizara en lenguas regionales como el bretón, el catalán o el euskera.

Sin embargo, el Consejo Constitucional, según explica a NIUS en esta entrevista el diputado francés David Corceiro (Saint-Denis, 1977), vetó “el método de la inmersión” porque “no es constitucional”. Corceiro, integrante del Grupo Parlamentario del Movimiento Demócrata (MoDem), votó en abril en contra de la ley. El Movimiento Demócrata es un partido político creado desde la Unión para la Democracia Francesa, partido centrista social liberal. Este partido político es fuertemente europeísta, y defiende el federalismo europeo. Sólo seis diputados de los 58 de su grupo se pronunciaron en contra.

Corceiro y compañía no votaron en contra por su desacuerdo con la inmersión, sino por cuestiones de orden económico. “La gran mayoría de los diputados que votaron en contra, no votaron en contra de la ley. Votaron contra un artículo de esa ley que precisaba que eran los municipios o comunidades locales los responsables de pagar el sobreprecio que planteaba implementar la ley”, apunta este diputado centrista, también miembro de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional.

Ahora, sin embargo, Corceiro y compañía tienen que «retrabajar» una ley que parecía haber promovido con éxito el diputado bretón Paul Molac, integrante del partido presidencial La República en Marcha (LRM). A buen seguro, en esas tareas de reescritura, los diputados franceses tratarán de “preservar el patrimonio”, que es lo que Corceiro entiende que se hace cuando se legisla sobre las lenguas regionales.

Ahora bien, la nueva ley tendrá que respetar lo que él recuerda que el Consejo Constitucional ha puesto sobre la mesa: “el método francés”. Éste consiste en, “primero, el aprendizaje del francés”, según Corceiro.

P: ¿Por qué votó usted contra la ley de Paul Molac sobre las lenguas regionales?

La gran mayoría de los diputados que votaron en contra, no votaron en contra de la ley. Votaron contra un artículo de esa ley que precisaba que eran los municipios o comunidades locales los responsables de pagar el sobreprecio que planteaba implementar la ley. Y aquí entra en juego una gran complicación. A saber, que no se puede pedir al municipio, al alcalde de cada ciudad, que obligue a cada habitante a hacer un esfuerzo económico y pague por una especificidad regional. Esto es lo que ha hecho que hubiera muchos diputados que no quisieran votar a favor de este texto.

P: O sea, que para políticos como usted, la ley no planteaba grandes problemas.

Exacto, la ley, en sí, no planteaba problemas. Lo problemático era el modo de financiación para su implementación. Porque, a ver, es como si, en Madrid, se obliga a pagar un euro más a todos los madrileños para que se pueda aprender, por ejemplo, el francés. La financiación de los textos de la ley Molac implicaba algo que, en mi opinión, no podíamos hacer. No podemos pedir a los alcaldes poner una financiación específica para el beneficio de sólo un 3% o un 4% de la gente que vive en la ciudad.

P: No deja de ser curioso que, entre los 76 diputados que votaron en contra de esta ley, un total de 57 pertenecieran al partido del presidente Emmanuel Macron. ¿ Había otros argumentos para votar en contra de la ley ?

No es una cuestión de argumentos. Es una cuestión de democracia. Y de saber que ya hay regiones en Francia muy endeudadas respecto a las otras. Por eso, tratar de añadir más deuda para el beneficio de unos pocos suponía añadir una capa más de endeudamiento. En la Asamblea Nacional, lo que más se argumentó en contra fue la cuestión de endeudar más a regiones ya endeudadas con esta ley. También por eso hubo en el grupo de la mayoría parlamentaria [el de la República en Marcha que lidera Macron, ndlr.] quienes votaron en contra.

P: Me habla usted de cuestiones financieras para oponerse a la ley. Pero el Consejo Constitucional ha vetado la ley por contemplar la inmersión, recordando que la lengua de la República es el francés. El Consejo Constitucional no atiende a eso que usted argumenta en contra de la ley.

Exacto. El Consejo Constitucional rige el funcionamiento de la democracia y de sus instituciones. Como garante de las instituciones, no tumbó la ley en sí, sino el método de la inmersión que no es constitucional. Vino a decir que no podemos cambiar para algunos casos el método tradicional en Francia. Para el Consejo Constitucional el método inmersivo de aprendizaje es algo que no está claro.

P: ¿Y a usted no le plantea problema el concepto de la inmersión?

Lo que ha salido a apuntar el Consejo Constitucional es lo que se podría llamar el ‘buen método’. A saber, que se puede continuar preservando el patrimonio teniendo lenguas regionales, pero respetando el método tradicional francés con, primero, un aprendizaje del francés y, luego, para los que lo desean, lenguas regionales. Pero no al revés.

P: Usted decía antes del inicio de esta entrevista que tiene hijos escolarizados en un centro francés en Cataluña. ¿Sabía usted que en España hay padres que denuncian tener problemas para hacer que sus hijos estudien íntegramente en español debido a la inmersión?

Yo soy diputado francés, representante de la República francesa, no diputado en España. Si no me equivoco, ustedes tienen un reparto regional de las competencias de educación. En Francia, el reparto no es regional, sino nacional. Y esto es totalmente diferente. Por eso, cuando en Francia da una regla el Ministerio de Educación, esa regla es impuesta en todas partes. Y no puede ni cambiarse ni aligerarse. Pero ustedes, en España, tienen un funcionamiento distinto y yo lo respeto, porque la democracia en su país se expresa así.

Hoy, en Francia, las lenguas regionales se ven como patrimonio cultural que hay que preservar. Están en uso en algunas regiones pero, siempre teniéndose claro el principio que la lengua francesa es la más hablada, la que tiene que ser mantenida en la escuela. Pero, además, quien lo deseé puede aprender una lengua regional. Ustedes, en España, están en otra configuración. Porque hay lenguas regionales que están siendo privilegiadas respecto al español. Es lo contrario de lo que nosotros tenemos. Pero creo que esto se debe a un tema de organización de la vida democrática.

Pues a que cuando nosotros estamos en el hemiciclo en la Asamblea Nacional, nosotros defendemos la nación. En España, ustedes se defienden por regiones.

P: De haberse aprobado la inmersión en Francia, ¿Pondría eso en riesgo el francés como lengua de la República?

Estamos en un proceso de globalización. La lengua que más se habla es el inglés. Luego, el francés y el español, son lenguas internacionales. En este contexto, es algo tan complicado y ventajoso dominar una lengua que no sea la materna. Dominar una lengua regional también es una ventaja, pero no da una amplitud internacional para trabajar en otro país. Como le vengo diciendo, preservar esas lenguas regionales es preservar el patrimonio. En Francia, todos estamos de acuerdo en esto último.

Hay una particularidad en Francia. Aquí la lengua se aprende por etapas y hace falta tiempo. Lo que ha pasado con las lenguas regionales es que éstas se aprendían en los hogares, pero no había mezcla de las lenguas regionales y el francés en la escuela. Porque en la escuela mandan los valores de la República, como el carácter laico o la igualdad de todos. Por eso, como todos los niños son iguales, partimos del principio de que el francés es lo que permite alcanzar la igualdad. Pero claro, incluyendo la inmersión, eso cambia las cosas. Porque sabemos que hay niños que cuando salen de la escuela, en sus casas, hablan otra lengua. Esto es algo que no le pasa a todos los niños y esto supone una contradicción respecto a la idea de igualdad entre los niños.

P: ¿Demuestra que en la Asamblea Nacional se votará con tanta claridad a favor de la ley de Paul Molac la voluntad de los políticos franceses de tener un gesto hacia las identidades regionales, esas comunidades que hablan otras lenguas que no son las de la República?

Sí. Pero es que estamos hablando de la historia de Francia. La historia de Francia es algo muy valioso que tenemos que proteger. Y la identidad de cada región, ya sea la del bretón o el occitano, es historia de Francia. Hay que evitar que esas lenguas desaparezcan. Francia también es eso. Francia es la riqueza de las regiones, de cada territorio y por eso la ley podría haber logrado un consenso, pero ahí entra la financiación. Y luego está el otro problema que ha puesto de relieve el Consejo Constitucional. Yo creo que si hubiera habido un texto que hubiera hablado sólo de la protección de las lenguas regionales, habría sido adoptado de forma unánime.

Porque en este periodo de crisis sanitaria, hay una concienciación de que la historia es muy importante. Porque la historia nos da muchas lecciones y hay muchas cosas que aprender con la historia.

P:España cuenta con la siguiente experiencia: en Cataluña, también debido a la inmersión, es habitual que para hacer alusión a esa comunidad autónoma se hable de “país” y no de «región» o «comunidad autónoma». ¿No han temido los políticos franceses que la inmersión de lenguas regionales generen otros “países” dentro de Francia?

El sistema francés es realmente diferente al español y esto es importante. Como nosotros tenemos instituciones nacionales que deciden para todo el país, esa dificultad de la que me habla no existe. Hoy, en las escuelas francesas, existe la posibilidad de dar clases de lenguas regionales. Pero cada familia paga para que eso sea posible. Así, hay una voluntad de decir: “el que quiera hacerlo, puede hacerlo”. Pero uno se da cuenta de que sólo un número pequeño de familias están afectadas por esto, porque, en ellas, a través de los abuelos, se ha aprendido esa lengua regional.

Pero en el mundo de hoy, esto ya no pasa tanto. Nuestros mayores ya no están tan presentes en la familia. Por eso, esas lenguas pierden su valor, porque hay menos intercambio entre generaciones. En Francia ocurre que los abuelos hablan la lengua, los hijos no, y luego son los nietos los que la quieren aprender. Ha habido un salto generacional. Yo creo que la crisis sanitaria ha hecho que mucha gente se dé cuenta de que la vida es estupenda y, si uno vive en una región, hay que protegerla, y eso se hace también aprendiendo la lengua regional.

P:La pandemia también obliga vivir de forma más local.

En Francia tenemos el fenómeno de que muchos urbanitas se han ido a vivir al campo por la pandemia. Han dejado las grandes ciudades por el campo. Esto ha hecho también que el tema de las lenguas regionales gane importancia. Porque si uno deja París para irse a vivir a Bretaña, uno quiere empaparse de todas las cosas de esa región, y la lengua juega un papel. A la hora de integrarse en esa región, si los niños hablan bretón, tendrán amigos y demás.

Pero, en realidad, la idea de salvaguardar el patrimonio regional de Francia siempre estuvo ahí, salvo que antes hablábamos menos porque se supone que los abuelos enseñaban a los padres y luego éstos a los hijos. Sin embargo, dado que ha habido ese salto generacional, tenemos la voluntad de hacer que esas lenguas sigan siendo trasmitidas.

P:En cualquier caso, en Francia no hay miedo a que los regionalismos se conviertan en nacionalismos. Eso ya se vio cuando la ley fue aprobada antes de que el Consejo Constitucional la vetara.

Cuando se vota en la Asamblea Nacional se vota con la idea del interés general por encima de todo, no se vota con el interés de oponer los unos frente a los otros.

P:¿Y no teme que la decisión del Consejo Constitucional suponga un empujón político para los partidos que se presentan como más defensores de “lo francés”, como la Agrupación Nacional (AN)?

La AN no es un partido que acepte la diferencia. Es un partido que promueve lo contrario de la diferencia. Lo que quieren es que todo el mundo lleve la misma etiqueta. Ni siquiera participaron a la votación de las ley sobre las lenguas regionales. Es un partido extremista y ese es su principal problema. No hay que tener miedo a decir esto. La AN está jugando con el miedo de los franceses y con todos los infortunios que pueden producirse en Francia. Cuando se juega con los miedos, no se puede salir más grande. La AN es el partido del repliegue sobre uno mismo. Pero, hoy, la AN atrae a mucha gente que está perdida en un contexto en el que la izquierda y la derecha están, por así decir, en plena explosión.

P:¿Qué explicación da usted al salto sobre la transmisión de las lenguas regionales en Francia al que hace referencia?

El salto se produce con esa generación de los años 80, 90 y 2000. Es una generación con dos lenguas obligatorias en la escuela, fundamentalmente el español y el inglés. Era un tiempo en el que había que integrarse en la globalización rápido y, ahí, el valor de la familia cambió. Ahora, con la crisis sanitaria, la idea de familia ha vuelto a dar un paso al frente. Si recuerda, los confinamientos se han producido en familia. Y no hemos sido desconfinados sin familia. Y cuando fuimos desconfinados, si estábamos lejos de la familia, sólo teníamos ganas de volver a estar en familia. Pienso que, tras todas las crisis, hay cambios en el modo de vivir. Ahora estamos en esto mismo.

P:¿Y ahora, qué va a pasar con la ley que echó para atrás e Consejo Constitucional?

Vamos a retrabajar el texto para que haya un gran consenso en el modo de financiación y sobre el método sobre el que decidió el Consejo Constitucional para que la nueva ley genere unanimidad. Yo espero poder alegrarme de que haya un texto aprobado con 365 votos a favor, sin votos en contra ni abstenciones.


Felipe Tordero

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