Extremadura

El asesinato de Torrejón el Rubio y el impostor de El Torno

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El 26 de octubre de 1904 el diario El Norte de Extremadura publicó la siguiente noticia:

“A las seis de esta mañana, Rufino Raimundo Rubio, el condenado a la última sentencia por esta audiencia, falleció en la enfermería de este centro penitenciario. Dios lo perdonó (si lo hizo donde) »

Así murió en la cárcel de Cáceres, de una úlcera de estómago, un hombre que aguardaba la muerte con un palo por un crimen bestial que había cometido a principios de 1903.

Rufino fue el autor material del llamado crimen de Torrejón el Rubio, cuya sangrienta historia comienza en una cabaña de pastores ubicada en el alpe de Los Valdíos, a 5 kilómetros de la ciudad que se ubica cerca del Parque Nacional de Monfragüe. En esa pequeña choza vivía la pareja de pastores formada por Adrián González López y su esposa Ángela Reyes García y sus dos hijas de 6 y 7 meses.

El crimen se produjo el 2 de febrero de 1903, cuando Adrián cuidaba las cabras en el monte por la mañana y su esposa se encontraba en la choza con sus hijas. Ángela estaba amamantando a su hija de siete meses cuando Rufino llegó pasadas las once de la mañana armado con un rifle de caza y disparó contra la joven que amamantaba. Madre e hijo cayeron al suelo y allí el criminal remató a puñaladas a su madre y luego huyó perseguido por el llanto de las niñas.

Cuando llegó Adrián, vio a su esposa muerta, llena de sangre, y a su pequeña hija, llamada Segunda, con el rostro quemado por el destello del disparo. La hija mayor poco pudo decir del criminal, quien al parecer iba disfrazado con un camisón blanco y la cabeza cubierta con un trapo con agujeros para los ojos.

La Guardia Civil inició la investigación a las órdenes del titular del lugar, Cabo Fernando Rodríguez Valconero, quien empezó a sospechar de un terrateniente en Torrejón el Rubio, que entonces contaba con 900 habitantes (350 más que los actuales). Alguien había visto cómo Ángela era acosada por Rufino Raimundo Rubio, un hombre que fue noticia en 1886, cuando era concejal, ya que él y otros tres concejales habían sido suspendidos de sus funciones por el gobernador de la provincia de Cáceres por no haber Han sido 555 pesetas y 1 céntimo en el arca del Ayuntamiento, pero cuando fueron a inspeccionarlo no encontraron ni ese céntimo: no había nada. Rufino fue despedido, pero en 1887 logró volver al cargo de concejal.

Imagen antigua de El Torno y noticia aparecida en la prensa extremeña de la época. / HOY DIA

Cuando Rufino fue arrestado, confesó haber matado al pastor, y haberlo hecho bajo la presión de su esposa Petra Pérez Albarrán, quien lo obligó a matarla. Luego también declarará que tiene una relación amorosa con el pastor, mimado por ella y su esposo Adrián.

El hecho de que el Diario de Cáceres publicara la versión del asesino provocó la protesta de muchos vecinos de Torrejón el Rubio, que se quejaron al diario de que lo que había dicho el criminal era mentira. El matrimonio de los pastores gozó de la mejor fama de la ciudad. El diario rectificó con estas palabras:

Para nosotros el testimonio de toda una ciudad es mil veces más verdadero que el de Torrejón, del ‘dicho’ de un acusado y por eso creemos que Adrián González tiene de verdad y efectivamente toda la buena fama que reclaman sus vecinos ”.

El matrimonio fue juzgado en la audiencia de Cáceres en junio de 1904, y tras cuatro días de juicio el jurado los declaró culpables: fue condenado a muerte y su esposa a cumplir una pena de prisión de 14 años, 8 meses y 21 días. .

El 16 de agosto de 1906 se vendieron los bienes del fallecido Rufino para ejecutar la sentencia. Se subastaron céspedes, lotes, fanegas de cereales y la casa donde vivía con su esposa, en la calle del Rollo 1 de Torrejón el Rubio. Tenía planta baja y buhardilla, patio, tres dormitorios, cocina, cuadra, galpón y reja. Medía 12 metros y medio de frente por 14 y medio de fondo, y el recinto tenía 7 metros de ancho por 16 de largo. El precio de salida fue de 3.000 pesetas (18 euros).

El asesinato de la pastora coincidió en el tiempo con otro hecho de la provincia, que se denominó como el caso del impostor del Torno.

Resulta que María Guadalupe Izquierdo Aparicio nació en El Torno (a 23 kilómetros de Plasencia). De niña murió su madre y su padre la puso a trabajar como párroco en Jerte. Luego murió su padre y comenzó a trabajar en la posada Romero Hermanos de Plasencia. Según lo asegurado en el pueblo, la joven se dedicó a «una vida algo feliz», y después de trabajar dos años en la posada se fue a Salamanca y de allí a Oporto. Nunca más se supo de nada en la ciudad, donde se presume que murió.

Toda esa historia cambió cuando en junio de 1901 apareció en el Torno una joven con un curandero de 60 años, y la gente empezó a decir que ‘la Gualupe’ (como la conocían) había regresado. Tres de sus tíos reconocieron a la joven como su sobrina, le dieron 16 cabras que eran de ellos y la casaron con un niño llamado Eulogio García. La boda tuvo lugar el 10 de agosto de 1902, presentándose ella con el nombre de la desaparecida desde hacía mucho tiempo.

En El Torno todo estaba tranquilo hasta que la verdadera María Guadalupe Izquierdo encontró (según los periódicos), «un hombre que la quería para él solo». Escribió a sus tíos pidiendo documentación y al no recibir respuesta decidió irse al pueblo. En El Torno vio con sorpresa que ya estaba casada porque una mujer se hacía pasar por ella. El lío fue enorme, y quedó claro cuando la impostora dijo que se llamaba Felipa Ruiz Alegre y que había nacido en Mazuelo de Muñó, ciudad de Burgos. Fue detenido.

Llama la atención que el marido del impostor dijo que no quería saber nada de esta Felipa. Insistió en que en los periódicos decía que su mujer era ‘la Gualupe’, sin duda más honrada … y sin duda más bella.


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