La pugna entre el PSOE y el PP por ocupar el lugar central de la política andaluza pone de relieve el papel que jugaron los protagonistas del acto autonómico
En la conmemoración del 28 de febrero, PSOE y PP se enfrentan en un terreno importante para sus proyectos políticos. El andalusismo se ha convertido en un espacio conflictivo y los dos principales partidos de la comunidad saben que allí libran una lucha trascendente.
Los socialistas han encontrado sus últimos zapatos. Durante más de tres décadas construyeron su estrategia política a partir de la identificación con el territorio y la parte fundamental de su discurso en defensa de los derechos de Andalucía, máxime cuando en Madrid había un gobierno central de signo contrario al que enfrentarse. Pero ya no están solos en esta área.
Desde que llegó al poder, y en especial desde que Juanma Moreno presentó las principales líneas estratégicas de su proyecto político en el Congreso Regional del PP el pasado mes de noviembre, el PP ha hecho una apuesta decidida por defender este lugar como partido identificado con Andalucía que el PSOE ha estado monopolizando durante décadas.
En la nueva celebración del Día de Andalucía, los dos principales partidos del municipio luchan por este espacio con todas las fuerzas a su alcance.
Como cualquier disputa política profunda, la Kulturkampf también juega un papel crucial. En este caso, el enfrentamiento tiene lugar en el campo de la historia. Más precisamente, en el relato construido por ambos bandos para explicar cómo fue el proceso de conquista de la autonomía y quiénes son los protagonistas que deben ser considerados como los principales referentes de este fundamental episodio histórico. Este es un tema en el que el PP, desde la atalaya privilegiada del Palacio de San Telmo, ya no reconoce el monopolio de la izquierda.
El PSOE y el resto de fuerzas de izquierda, especialmente el Partido Comunista, fueron decisivos en su momento, tanto en las movilizaciones del 4 de diciembre de 1977 como en el referéndum del 28 de febrero de 1980, cuando votaron por amplia mayoría por Andalucía votó para el autogobierno en igualdad de condiciones con las llamadas nacionalidades históricas. Los socialistas Plácido Fernández Viagas y Rafael Escuredo, presidentes andaluces en el nacimiento de la autonomía, siempre han sido considerados los principales protagonistas de aquel proceso fundacional que logró el autogobierno e impidió que floreciera el proyecto español de dos velocidades patrocinado por el Gobierno de Adolfo Suárez.
Durante años, la política de centroderecha andaluza ha pagado la posición reactiva defendida tanto por la UCD como por Alianza Popular en estos momentos cruciales de la historia de la comunidad. Otros, como el Partido Andaluz, pagaron una factura aún más cara con su desaparición.
Pero la deuda ya está pagada y el PP no está dispuesto a dejar que la izquierda monopolice la reivindicación de la plena autonomía. Tiene su posición actual como garante de los derechos de Andalucía ante la Junta frente a las denuncias -reales o imaginarias- del Gobierno central. Y también tiene un referente histórico que pertenece a su espacio ideológico: Manuel Clavero Arévalo.
La Junta de Andalucía valora desde hace tiempo la figura de este ministro del primer Gobierno de Suárez, considerado el artífice de las preautonomías y que protagonizó una dimisión histórica, renunciando a su cargo para luchar por el sí en el referéndum del 28F-, posición fuertemente opuesta por el gobierno al que pertenecía. De todas las figuras de centroderecha de la época, Clavero Arévalo fue el único que se pronunció claramente a favor del autogobierno. Le costó su renuncia y el final de su carrera política, pero le valió una aclamación unánime que continúa en todo el arco ideológico.
Desde su llegada al gobierno de la junta, Juanma Moreno siempre consideró a Clavero como el referente de su proyecto político y lo encubrió como el padre de la Andalucía moderna. Por ello, la Junta de Andalucía creó una medalla con su nombre -uno de los galardones que se entregan en el Día de Andalucía y que en su primera edición recayó en Escuredo- y en junio del año pasado, como exconsejero, nunca ocupó ni ejecutivo ni legislativo cargos a nivel regional, murió, fue velado con todos los honores en el Parlamento.
El pasado lunes, dando el pistoletazo de salida a las celebraciones del F28, se le rindió un nuevo homenaje, dando su nombre a la sala donde se reúne semanalmente el Consejo de Gobierno. En este acto, al que asistió el expresidente socialista José Rodríguez de la Borbolla, Juanma Moreno lo llamó “el padre de la autonomía andaluza”.
En el PSOE, donde la figura de Clavero Arévalo es muy respetada -de hecho muchos dirigentes socialistas históricos fueron discípulos suyos-, estas constantes referencias excluyentes a su paternidad han provocado irritación en el proceso autonómico. Los socialdemócratas ven un intento del PP de «reescribir la historia» borrando el protagonismo de la izquierda en el proceso autonómico e inhabilitando todo el mandato del PSOE al frente del Gobierno andaluz. La ilegalización de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán habla a favor de esta operación.
Este enfrentamiento no podía esperar y el Grupo Socialista lo llevó al Parlamento el pasado jueves con una propuesta de no-ley en la que reclamaba el reconocimiento explícito de Fernández Viagas y Escuredo «por su inestimable contribución a la obtención de la máxima autonomía para Andalucía». Aunque este punto fue aceptado con el apoyo de todos los grupos excepto Vox -que se opone a la autonomía-, el PP criticó que Clavero Arévalo no apareciera en la moción, que calificó de excluyente y sectaria. El debate fue duro.
Los socialdemócratas incluyeron otros puntos en la propuesta criticando duramente la actual gestión de la Junta Ejecutiva, y llamaron al Consejo de Gobierno a incluir en los planes educativos «asignaturas que reflejen la verdadera historia de la lucha de nuestro pueblo por su autonomía y el papel que jugó la diversas fuerzas políticas en la consecución de este objetivo.También se exigió que todos los organismos públicos y concertados cuenten con «información veraz sobre los hitos fundamentales de la historia reciente de nuestro pueblo».Estas propuestas fueron rechazadas.
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